3ª Regla: El Castigo Positivo

Este es un asunto que seguramente a más de uno le provocará la emergencia de unos cuantos apriorismos desde lo más profundo de su mente, pero como desde el anonimato uno puede franquear barreras sin miedos, aprovecho para decirlo tal y como lo pienso. Como suelo hacer habitualmente, por otra parte. ¿A que es una ventaja esto de no tener identidad? Así uno puede decir lo que piensa, lo malo (¿o no?) es que cualquiera puede hacer lo mismo. En cualquier caso, advierto que este no es un artículo académico, sino un post divulgativo y por tanto impreciso, por lo que quien quiera ampliar o profundizar en esta o cualquiera de las otras Cuatro Reglas, no tiene más que buscar por ahí.

El Castigo Positivo (CP) es lo que entendemos tradicionalmente como castigo “a secas”, lo que nos priva del conocimiento de que existen dos, éste del que hablamos hoy por una parte, y el negativo por otra. Igual que cuando hablamos del Refuerzo Positivo y del Refuerzo Negativo, vamos a circunscribir el asunto al ámbito de las relaciones afectivo-sexuales de los matrimonios, porque es en esta piedra angular, verdadero núcleo atractor de la galaxia social humana, donde encuentra la utilidad que nos corresponde poner en relieve en los turbulentos tiempos en los que la corriente de fondo dominante intenta destruir las referencias más básicas.


El CP consiste en −como consecuencia de sus actos presuntamente inadecuados− dar a alguien lo que no quiere. El ejemplo más clarificador es dar un tortazo. A no ser que seas uno de esos sumisos de látigo y esposas, lo más seguro es que no te guste un carajo que te abofeteen. Sin embargo normalmente recibimos y propinamos a lo largo del día más de uno, aunque no en esa ruda forma. 

Esta 3ª Regla no es en sentido estricto otra cosa que un elemento informativo −el feedback− que nos proporciona el entorno en que se desenvuelve la vida de cada uno. Así entendido, por ejemplo, el hecho de que alguien autorizado nos quite la razón puede considerarse un CP, que nos llame la atención −se sobreentiende que sobre una conducta inadecuada− también. 

De este modo podemos entender con claridad que una sanción de tráfico no es un CP, porque su efecto más importante es el contrario: nos da un pequeño disgusto por su sentido de reprimenda, pero fundamentalmente nos quita: puntos del carné de conducir y/o dinero de nuestra cuenta corriente. Al caso viene la anécdota de un amigo que circulaba con exceso de velocidad y como consecuencia fue detenido por un agente de la autoridad; éste se extralimitó de forma paternalista en sus funciones, lo que llevó a mi amigo a espetarle: Oiga, agente, o multa o sermón, pero las dos cosas no.


Llevado a límites extremos una paliza también tendría el mismo efecto, pero lo desproporcionado en su aplicación convierte el CP en agresión pura y dura. Lo digo porque me estoy imaginando que algún memo de esos militantes anti “violencia de género” va y me denuncia por apología del “machismo criminal”. Así que si tienes problemas con tu mujer y la mano suelta, te vas a buscar la mediación de un buen sacerdote; y si aún así alguna vez te da una ventolera, te metes las manos en los bolsillos y las pelotas en un barreño de agua helada, pero no vayas a creer ni por un momento que te estoy justificando.




Igual que podemos entender algunos Toques Orales, como un mensurado pero firme y conciso “¡Calla!” ante una cháchara femenina; y alguno de los Manuales como el pellizco, como un tipo de CP que busca cortar una conducta inadecuada en nuestra mujer −que su mente se pire por los cerros de Úbeda dificultando su acceso al orgasmo−, podemos utilizar esta Regla con el propósito de mejorar nuestra vida conyugal.

Por ejemplo, utilizar el recurso de una “violación ficticia” −el que quiera entender lo que digo, que lo entienda, y al que no, que le den por el riau− puede ser un interesante CP si se utiliza el “forzar” para culminar un morboso polvete en el que ella es la principal beneficiaria en lugar de buscar un mero desahogo animal masculino. Confieso que en un par de ocasiones −no tiene un pelo de tonta− mi contraria ha recurrido a ese chantaje −medio en serio medio en broma− para conseguir imponer sus criterios, y, claro, como cienorgasmólogo que soy, he recurrido tanto a mis habilidades como a mis persuasivos bíceps, con lo que la “rebeldía” le ha durado veinte segundos escasos, pasados los cuales ha disfrutado de sus megaorgasmos habituales un buen rato y con el mismo buen ánimo de siempre. 

No conviene olvidar que cuando la mente se pone en “modo positivo” tiñe la realidad del mismo color, debilitando las discrepancias hasta el punto de invertir su polaridad y convertirse en íntimo juego, así que si tu objetivo es este −y, repito, no otro− es una excelente manera de hincarle el diente a los problemas con un talante (me da nauseas usar esta palabra, pero es que no encuentro otra mejor) favorable. Bueno, también hay que decir que yo −además de no tener abuela− soy muy buen chico y no le doy a mi amorcito motivos para enfadarse mucho, lo que me lo pone francamente fácil.

Pero aún más importante que la aplicación del CP es su evitación. En una relación conyugal sana debe evitarse convertir la sexualidad en moneda de cambio, en chantaje o en puro Castigo Positivo. Si la mujer recurre a estas estúpidas estrategias está provocando la intensificación del deseo por parte del hombre, su frustración y la posible búsqueda de desahogo fuera de casa si no una justificación para el recurso a la violencia.

Justificar una desmesura en este tipo de CP femeninos no es equiparable cuantitativamente a justificar una agresión masculina, por supuesto, pero cualitativamente sí lo parece, porque impedida del recurso a la fuerza, la mujer usa consciente o inconscientemente los recursos de que dispone para hacer daño al varón. Tema de reflexión para las señoras lectoras.

Seguiremos hablando de este tema en sucesivos capítulos, que éste ya se ha extendido demasiado.

1 comentario:

  1. Anónimo23:59

    Interesante post Jefe.
    Yo ya he tenido algun CP de mi novio y te aseguro que es muuuuuuuy positivo,sobre todo con mis recaídas tabaquiles y algunas tonterías.
    Luego me dí cuenta que todo eso es muy necesario en una relación,porque si falla en los pequeños detalles puede que no sea la relación que debería ser en muchos sentidos.
    Tuve una recaída con el tabaco a las dos semanas de dejarlo,y su cara cuando se lo conté,así como la bronca que me echó en "plan Papá" fueron mi mayor motivación desde entonces.Comprendí que eso era lo que yo necesitaba,no lo que quería escuchar.Aquel día ambos nos dimos cuenta de muchas cosas uno del otro.
    Pues supongo que te refieres a lo mismo pero aplicado a otros aspectos,y el sexual no podría ser menos.
    También he recibido ya algún CP en el sexo,...cuestiones de batuta...ejem ejem.

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