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¿Por qué algunas mujeres muy inteligentes se empeñan en parecer tontas?

Louann Brizendine es una pillina insinuante, digo una neuropsiquiatra americana. Esto significa que tiene más estudios que el presidente de la comunidad catalana José Montilla, el presidente del parlamento catalán, Ernest Benach y unos cuantos insignes miembros de las instituciones de Catalonia juntos, lo cual no dice mucho de ella, pero mucho menos de ambos personajes y de quienes les han elegido como legítimos representantes. ¡Qué país, oiga!

Pero si usted se detiene a analizar las opiniones de esta modesta científica -lo de la modestia lo comprobarán si leen hasta el final la entrevista- a buen seguro no podrá ocultar unos molestos chirridos cognitivos como los que yo he sufrido. Por ejemplo, Louann visita unos cuantos lugares comunes, como el tópico de que el varón piensa más en el sexo que la mujer, lo que según ella produce un aumento del tamaño de las áreas dedicadas a la persecución sexual (lo dice tal cual, se lo juro). Claro que entonces uno se pregunta si la mujer tendrá también más desarrollada el área cerebral de la huída o la aceptación de la persecución sexual, ¿no? 

Pero eso parece que no lo ha estudiado, y no porque ella sea mujer y quiera establecer algún tipo de superioridad moral de nadie sobre nadie, porque ella es una científica, y ya se sabe que los científicos son objetivos. Decir después que el hombre piensa hasta tres veces más en el sexo que la mujer me parece propio de un alienígena, pero desde luego no de un habitante del planeta tierra hoy en día. De hecho, recordaremos que normalmente tenemos más lectoras que lectores, y que si el 20% de las personas no somos hijos del padre que creemos, el porcentaje de fecundaciones fallidas por diversas causas tiene que ser necesariamente mucho mayor, ¿no?. 

Fíjense ahora en esta frase de la Brizendine: En mi clínica, a una pareja con problemas sexuales, le digo al hombre: “¿Cómo sabes que ella te quiere?” Y él responde: “Porque quiere acostarse conmigo”. Cuando se lo pregunto a ella, me contesta: “Porque le gusta hablar conmigo” ¿Una neuropsiquiatra resolviendo problemas sexuales? ¡Qué desperdicio! ¿Por qué tendrá ese interés en el sexo UNA MUJER de semejante preparación? He estado buscando imágenes para ilustrar este artículo y en todos se me parece a una de esas actrices porno vestidas de ejecutivas, o una dominatrix ¿No les parece? En todo caso es obvio que tiene un interés por el sexo mayor que muchos varones, hasta el punto de convertirlo en su profesión. 

A continuación el entrevistador pregunta y ella responde: -¿Existe entonces el famoso ‘gen de la infidelidad’?

-Un hombre puede decantarse por sus deseos más primitivos o, también, elegir no seguirlos. Para algunos, es más fácil inhibir estos impulsos.

Afortunadamente existen los neuropsiquiatras, sin ellos, el género humano no habría caído en tan aguda percepción.



El final, y ya les dejo por hoy, está en la misma línea:

-Sí. Los hombres son 20 veces físicamente más agresivos que las mujeres.

Vale, ¿y no físicamente? ¿quién es más agresivo?

¡No, si al final me va a acabar por caer simpático el Montilla! ¿Se puede ser más mema?




Causas y soluciones para la sexofobia femenina

La sexofobia o fobia a las relaciones sexuales tiene su origen -me atrevería a decir que siempre, pero toda regla tiene su excepción- en algún tipo de relación negativa con el elemento masculino; sea el padre ausente, sea el novio adolescente torpe, sean creencias arcaicas o absurdas sobre el particular, erróneos sentimientos de culpa -no todos son erróneos, pero los hay que sí-... que originan en la mujer una necesidad irreprimible de hacerse con el control del asunto como reacción a miedos diversos -al dolor, a la dominación, al pecado, al embarazo, a la enfermedad de transmisión sexual...- o por simple afán de revancha o venganza. A medida que vayas leyendo te vas a ir dando cuenta de que el asunto es de puro sentido común, pero como en ocasiones se unen o alternan varias causas, conviene observarlas por separado para evitar confusiones y poder así hincarle el diente al tema con garantías.


Mala relación con el padre

Lo que ha aprendido una mujer en esta situación -o con un padre ausente- es que no puede confiar en los hombres, no puede abandonarse en sus brazos porque su confianza ya ha sido traicionada en demasiadas ocasiones, ha sido obligada a vivir a la defensiva desde pequeña, construyendo una barrera contra los afectos, contra las debilidades, las naturales vulnerabilidades infantiles que el padre debiera haber asegurado para merecer ese nombre. Quien no está a la altura no es otra
cosa que un mero progenitor "A" o "B" biológico. 

Tan sólido escudo que puede llevar a convertir sus relaciones de pareja en algo nada vivido, nada natural, sino algo puramente normativo, no carente de cierto sadismo y totalmente carente de la más mínima expresión de amor; más o menos así: Esto es así porque tiene que ser así, porque por qué no, porque lo digo yo, y punto

Pues no: lo normal es tener una vida normal, y si lo que se desea es una vida anormal, hay que dar al otro la posibilidad de elegir seguir su propia vida por separado, no vale vender la normalidad al principio -para enganchar- y luego desvelar la sorpresa. 

Las relaciones de mujeres así no funcionan porque no se dejan llevar naturalmente, porque todo tiene que ser analizado, justificado y aprobado -aunque tanto el análisis como la justificación no son otra cosa que pajas mentales sostenidas simplemente a base de una férrea y fría autoestima, de hembra sabedora de que tiene la sartén por el mango, o sea, chichi- por la mandamás de la relación. 

El castigo para el que pretenda subvertir su tiranía es una temporada de secano, así que el varón castrado ya sabe que no le quedan más narices que aguantar, porque aún puede ser peor. 

Cuando sí que se abre de patas no deja de poner problemas, controlando constantemente la situación, rompiendo la excitación con sus paranoias: que si ahora hay que hacer esto porque estoy sintiendo aquello... que si esto no que me hace sentir no sé qué... que si más así o asá que si no... Constantemente generando inseguridad -más de los que suele tener el consorte-tipo de semejante pájara- y culpa en el varón... En suma, jodiéndole vivo, no conscientemente, pero jodiéndole de todos modos.  

Pero no queda ahí la cosa, para más inri, ella -normalmente de forma inconsciente- se vengará del padre en él, reprochándole su supuesta falta de habilidad, igual que le reprocha al progenitor la falta de habiliad paterna, despreciándole, ninguneándole, destruyendo su autoestima, burlándose de él incluso, pero siempre sometiéndole, porque ahora ella puede, ahora ya es mayor y la que manda.


El novio adolescente torpe -y salido-

Ha generado en la sexofóbica un condicionamiento pavloviano típico. Ella se enerva cada vez que él intenta tocarla -supuestamente masturbándola aunque en realidad simplemente excitándola para ver si así se deja finalmente penetrar- porque el lugar que han escogido para sus escarceos no es el adecuado, algo que a él,
completamente cegado por el instinto, le importa un rábano, mientras ella siente un lógico miedo a ser descubierta. 

O simplemente porque ella es muy sensible y el crío un zarpas, o porque ella se da cuenta de que lo único que quiere él es seso y sólo seso, pero atenciones ni una. 

A base de repetición, ella ha desarrollado la respuesta fóbica, de rechazo, de huída. Más de una lesbiana habrá surgido de situaciones como estas.


Si el noviete cabrón no fue adolescente, sino crecidito

Seguramente el miserable abusón habrá querido imponer su criterio por las bravas, tirando de edad y mundo para imponer su voluntad, haciéndole daño, sin prestar atención a las quejas, y culpabilizando a la pobre niña de su propia torpeza. 

Igual que en el caso del noviete adolescente, ella ha desarrollado una respuesta de evitación frente a la práctica sexual.


Las creencias erróneas arcaicas

Basadas en igualmente erróneas interpretaciones de la religión, estas creencias generan sentimientos de vergüenza y culpa, incluso si el varón es el futuro esposo y tiene una habilidad que ya ha demostrado con otras parejas sexuales normales, porque el condicionamiento clásico ha sido consolidado antes de que él apareciese en la vida de la mujer, y como los condicionamientos son hábitos, y los h
ábitos son pura estructura cerebral, no una idea que flota en el éter, no será suficiente con una habilidad media para romperlo y construir uno adaptativo. 

Si es tu caso, varón, no te creas disminuido, hace falta una habilidad muy superior a la media para destruirlo, no sólo ganas.


La violencia sexual

Las agresiones sexuales también pueden generar una respuesta sexofóbica en una mujer perfectamente normal hasta el mom
ento del crimen. 

Si este es el caso, también hay que actuar con astucia, y hasta con mimo, de modo que la mujer no pueda pensar -porque no sea así verdaderamente, claro- que los acercamientos tienen como único fin usarla como objeto de la satisfacción sexual masculina: "Prometer hasta meter, y después de metido, nada de lo prometido"

Recuerdo que hace muchos años rompí este condicionamiento en una veinteañera en una sola noche. La pobre criatura, violada por su despreciable padre desde los seis años -esto es una mezcla de mala relación con el padre y violación-, volvió a la normalidad utilizando una estrategia sutil: me fui a la cama con ella como si aquello fuese a ser un casquete normal producto de una noche de pasión, y se levantó por la mañana sin haber sido penetrada, simplemente besada, acariciada, abrazada, querida, atendida, escuchada... 

Aquella noche fue tenida en cuenta como persona, no como muñeca hinchable humana. 

Una semana más tarde me llamó por teléfono, estaba entusiasmada, quería contarme que había tenido un orgasmo con un noviete. Una bomba teledirigida con tanta precisión puede hacer saltar por los aires el condicionamiento más férreamente estructurado, pero estas cosas no salen siempre perfectas, hay que estar muy seguro de lo que uno hace para meterse en un berenjenal semejante.



Por fin una buena noticia

La buena noticia es que la Cienorgasmología, la ciencia, técnica y
arte de hacer cien orgasmos por hora a una mujer, se basa precisamente en atrapar su mente, en tomar las riendas de la sexualidad sin dejarse atrapar la propia con las peroratas, lamentos, quejas, reproches, normas, exigencias, imposiciones y cualquier otro tipo de estrategia de manipulación emocional. 

La cuestión clave es, por lo tanto, robarle el control, porque en las situaciones en las que lo ha perdido -que tontas no son, y les gusta lo que les gusta, tanto o más que a las demás- ha disfrutado como una enana sin poner una sola pega (hasta después). 

Eso sí, conviene tener en cuenta que no es lo mismo aprender a hacerle cien orgasmos por hora a una mujer monoorgásmica normal que hacer disfrutar a una mujer sexofóbica, aquí es imprescindible empaparse de la teoría del Manual de la Cienorgasmología, comprenderlo, preguntar lo que no se entiende, armarse de valor inquebrantable, de seguridad en uno mismo, conseguir un compromiso firme de colaboración por la parte femenina, tomarse un tiempo de reflexión antes de acometer la tarea... y ponerse a trabajar sin miedo a los fallos que pueden producirse (no pasa nada, la Ciernorgasmología es suficientemente potente como para superar pasos atrás o errores en el proceso). 

En caso contrario, si ella no se compromete a cederte el control absoluto -y cuando digo absoluto quiero decir exactamente absoluto- de vuestra vida sexual hasta que alcance la normalidad, ni te molestes, devuélvela porque seguramente aún está en garantía, y búscate otra sin taras.