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¡Muy buenos días! (Kiki mañanero)

Dice la sabiduría popular que si te levantas con el pie izquierdo puedes tener un mal día, pero ocurre a veces que lo que nos espera en la jornada tiene tan mala pinta que da igual que salgamos de la cama con el pie derecho que haciendo un mortal atrás con tirabuzón.




Es el caso particular de hoy. Mi Fortunata ya se durmió anoche con su dosis de unos quince orgasmos de alrededor de un minuto de duración y de intensidad in crescendo, lo que le aseguraba un sueño reparador de cuerpo y mente, pero esta mañana le costaba levantarse de la cama. Sonó su infernal despertador antediluviano y se levantó a apagarlo tan rápido como volvió a sumergirse en el edredón para quedarse dormida. Sonó la alarma de mi móvil cinco minutos después, ella pegó un respingo y yo −con cierto aire de suficiencia− simplemente alargué la mano, enmudecí mi viejo Siemens... y ella siguió durmiendo como si quisiera estar pegada a mí para siempre.





Hay dos razones básicas por las que uno puede no quererse levantar de la cama. Una porque está muy a gustito, y la otra porque también se está más a gustito ocultándonos con el embozo como si de la capa de Luis Candelas se tratase... que enfrentándose al trabajo que ya no da para vivir, o al jefe de por si insoportable, angustiado por la escalada de los precios del petróleo y la crisis, o ralentización intensa, o deceleración fuerte, o problema de dificultades... o papánollegoafindemés en cristiano.


Pero es evidente que no por levantarnos con la diestra vamos a mejorar las perspectivas que esta panda de incompetentes están creando, así que más vale que hagamos algo más eficiente para salir de casa con una sonrisa, y que sea diferente de meternos un chute de prozac para aguantar el tirón.


De modo que como una de las mayores ventajas que nos aporta la Cienorgasmología es la reducción del periodo preorgásmico a menos de cinco segundos, decidí intervenir para que no llegara tarde a la apertura del esmirriado y rojo Ibex35 (¿Por qué todo lo malo y estúpido es rojo?); así que mientras se frotaba los ojos preguntándose si estaba aún soñando con el kiki de ayer, le quité la ropa interior, mojé con saliva mi miembra (¿o mi cola es miembro?) me puse encima, metí de un empujón p’adentro el pollo (¿o mi cola es polla?) y... ¡Zas! en un minuto le hice un despertador de 59 segundos. Y sin trampas. No me diréis que no es una buena forma de empezar el día.


Con la Cienorgasmología no hay excusas para ponerse a la tarea porque no hay tiempo suficiente para ducharse, prepararse, desayunar... porque mejor llevarse el cruasán en la boca escaleras abajo que quedarse sin el desayuno de las campeonas a base de nutritivo zumo de opiáceos y cannabinoides recién salidos del horno ¿no os parece?. Además, lo más normal es que nos despertemos con cierta excitación sexual por aquello de la presión interna de la vejiga llena, y si somos jóvenes cantando:



Por la mañanita,

cuando me levanto,

tengo la pilila más dura que un canto.



Pero te preguntarás... ¿no me quedaré yo todo el día más salido que el pico de una mesa? Eso dependerá mucho de la edad, supongo, yo me quedo superactivado y satisfecho conmigo mismo. ¿y frustrado por no haber descargado la artillería? Pues la verdad es que tampoco, todo lo contrario, uno sale de casa con toda la energía bulléndole en las gónadas, mirando al resto de los miserables mortales por encima del hombro, con la autoestima estupenda y sabiendo que nuestra querida mujercita tendrá una mañana un poco más agradable gracias a nosotros.


Además (esto es un secreto) como ellas son tan tontas que confunden el sexo con el amor, sentirán que les queremos más y estarán encantadas con su machote hispánico. Saldrá feliz de casa.