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El pulpo Paul es virgen


Por lo que comentan por aquí, el adivino pulpo Paul nunca ha gustado de los placeres del sexo, el pobre, mientras algunas de las selecciones mundiales disfrutaban de barra libre de casquete. Diego Armando Maradona -ejemplo de inteligencia donde los haya- a la sazón seleccionador nacional de la albiceleste permitió que sus jugadores chingaran con sus esposas y novias, siempre que además no se agarraran una tajada. Otros equipos han tenido restringido el sexo a algún día concreto, como La Roja y Gualda española. Los cariocas, como no podría ser de otra forma, barra libre sin ninguna limitación, porque parece que hasta ahora les había funcionado. O eso creían.

Aunque Maradona haga lo que le dé la gana sin importarle un pimiento el qué dirán, entre los expertos médicos no hay acuerdo al respecto de si echar un polvo beneficia o perjudica al rendimiento deportivo. El estadounidense Tom Boone, del Colegio Superior St. Scholastica en Duluth (Minnesota) ha elaborado un estudio titulado "Sexo antes de competiciones atléticas: mito o realidad", en la que concluye que la actividad sexual sólo ocupa un 25% del esfuerzo aeróbico de un deportista.

El propio Boone realizó una comparativa en 1995 con 11 voluntarios, algunos tuvieron sexo antes de las pruebas y otros no. Los resultados no ofrecieron diferencias entre unos y otros en cuanto a la cantidad de oxígeno que sus físicos consumían en la actividad deportiva. (Artículo completo aquí)



Yo, y supongo que ustedes, no salgo de mi asombro; resulta que el tonto del Boone  (la citada universidad no aparece ni entre las 350 mejores universidades americanas hasta que me cansé de buscar) ha analizado el consumo de oxígeno del organismo de dos grupos de deportistas -unos que habían practicado sexo antes y otros que no- en una prueba estandarizada, una ergometría de esfuerzo, pero no se le ha ocurrido, o por lo menos no lo ha contado por si acaso acababa siendo pasto de las carcajadas de medio mundo, ponerles a competir para comprobar si chingar influía o no en el resultado. 

Porque el consumo de oxígeno influye en el rendimiento, eso es obvio, pero hay otros factores que al parecer se han omitido, quizá porque el protocolo de investigación habría sido mucho más complejo de lo que su mediocridad le permite, y surgen otros interrogantes:

  • ¿Es bueno chingar cuatro horas antes de la competición?
  • ¿O dos?
  • ¿O el día anterior?
  • ¿Les da mejores resultados a los eyaculadores precoces o a los que se tiran dos horas culeando?
  • ¿A los torpes o a los cienorgásmicos?
  • ¿Afecta dejar a la parienta a dos velas o es mejor dejarla satisfecha?
  • ¿Cuánto de satisfecha?
  • ¿Es mejor la vía vaginal o la anal?
  • ¿Uno rinde más cuando se corre una vez o mejor siete?
  • ...

Porque del único ser de quien tenemos constancia fehaciente de que ha triunfado por todo lo alto sin comerse una chorba a la gallega, ha sido del pobre pulpo Paul.



Así que el ganador del premio al idiota de la semana entregado como siempre por Su Majestad el Rey de España, ha sido... Tom Boone.





El sexo y el Real Madrid

Seamos realistas -no me refiero a que nos hagamos socios del Real Madrid, porque se denominan madridistas-, sino que nos ajustemos a la realidad. 

El Real Madrid tiene fama de ser el mejor club del mundo, y Florentino Pérez, su presidente, lo sabe. Sabe que no va a dejar de tenerla aunque no gane campeonatos, porque lo que le interesa son los resultados económicos. 

En su primera etapa, Florentino consiguió fichar a los mejores jugadores del mundo: Figo, Ronaldo, Zidanne, Beckham, además de tener a los formidables canteranos Guti, Raúl y, por supuesto, Iker Casillas. Y ni así consiguió ganarlo todo, como cabía esperar.

Pero en aquella época, cuarenta millones de chinas querían una camiseta de Beckham, ganase o perdiese el Madrid la liga, la Champions o la Copa del Rey. Les importaba un pimiento. 

Beckham era un dandy, guapo y bien formado ¿A quién le importa que meta goles? Florentino es uno de los mejores empresarios del mundo, sin duda, y su presidencia es garantía de que las cuentas del club sean positivas. 

Por eso, en lugar de contratar al excelente jugador -probablemente el mejor del mundo actualmente- Leo Messi, bajito, soso y feo, el pobre, prefiere contar con uno que quizá no será tan buen futbolista, pero que sin duda puede lograr otra vez lo que Beckham consiguió: multipliquen cuarenta millones por ochenta euros que cuesta la camisetita, y se darán cuenta de que el principal valor del Real Madrid no es el fútbol, sino el sexo. 

Cristiano Ronaldo asegura los ingresos, mete goles y luce su espléndido cuerpo en las revistas más influyentes del mundo, para que cientos de millones de mujeres deseosas de reproducirse con él compren sus camisetas. 

¿A quién demonios le importa el fútbol?