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Capítulo 10 (y 3) - Ora(l) et Labora. El sexo oral estilo Bruce Lee



En esta bruceleeana tercera parte del capítulo ORA(L) ET LAVORA voy a tararear el fragmento inicial de un concierto oral que pueda serviros como modelo para mejorar vuestro ‘do’ de pecho y favorecer la consiguiente cosecha de aplausos entre vuestro público rendido a vuestro arte. Tened en cuenta que cada una de vuestras interpretaciones será diferente de las demás −y de las de los demás− aunque manteniendo patrones comunes con el resto de tenores y momentos.


Yo no te estoy enseñando nada,
sólo te ayudo a que te conozcas a ti mismo.


Aprovecho para recordar que en los conciertos orales, el dominio de las intensidades y silencios es más importante que en los conciertos pélvicos porque en éstos la penetración pone su granito de arena en aras del orgasmo. Entonces, en las fases de aprendizaje de el lavado de bajos cienorgasmológico es especialmente importante prestar atención a la técnica porque hay menos recursos... aparentemente...


Un combatiente debe alcanzar un buen nivel de capacidad técnica
antes de que pueda aplicar las tácticas con éxito.




...para dejar paso posteriormente a la interpretación libre, en la que simplemente fluyas por su cauce vulvar... acompasándote a las reacciones que cada toque maestro provoca e ella.



Vacía tu mente; se amorfo, moldeable, como el agua.
Si pones agua en una taza se convierte en la taza.
Si pones agua en una botella se convierte en la botella.

Si la pones en una tetera se convierte en la tetera.
El agua puede fluir... o puede golpear. 

Sé agua amigo mío.



Pero eso será más adelante. Ahora toca practicar la técnica rompiendo tus patrones ineficientes, tus esquemas mecánicos automatizados. Y para lograrlo ¡sorprende!, no sigas el esquema habitual boca-cuello-domingas-vientre-entrepierna. El objetivo no es hacerle orgasmos, porque cuando lo es, tu mente se pone en modo medio plazo y se olvida de prestar atención al corto. De hecho no hay objetivos distintos de estar presente en cada instante. Vacíate de ti mismo haciendo de su entrepierna lo único existente en ese momento.


Vacía tu copa para que pueda ser llenada;
quédate sin nada para ganar la totalidad.


Vamos allá, no sin antes recordar que no debes tocar su clítoris hasta que te lo reclame, y que todo este proceso que pongo como ejemplo tendrá una duración de menos de un minuto, el resto es cosa tuya:

- Colócate de forma diferente, como no acostumbras a hacerlo. Toca diferente. Sé consciente. Mete tu cara entre sus muslos y roza suavemente uno de ellos con la comisura de tus labios y tu mejilla en dirección a su entrepierna.
- Inspira mientras lo haces llenándote de su excitante aroma —ella lo notará (ya la tienes) y tú percibirás que lo nota— mientras describes un semicírculo con la cabeza de modo que tu nariz roce sutilmente sus labios mayores.
- Siente. Ya estás atrapando su mente.


Debemos sorprender a nuestro contrario
y aprovechar el momento de su desvalimiento.




- No hagas paradas bruscas que corten el movimiento de tu cara; en lugar de ello, desacelera gradualmente sin parar hasta el siguiente blanco. Pasa ahora tus labios por su vello púbico pero casi sin rozar su piel... mientras espiras acompasando la expulsión del aire por la nariz sobre su vulva con el movimiento de tu cabeza.

Ya no hay tú. Sólo hay ella. Tú eres un instrumento de su orgasmo, no el hacedor. No intentes doblar la cuchara; eso es imposible. En lugar de eso intenta comprender la realidad: Que no hay cuchara. Si lo haces verás que no es la cuchara la que se dobla, sino tú mismo.




La verdad es la relación con el contrario;
constantemente en movimiento, vivo, nunca estático.



- Sigue inspirando en dirección hacia abajo, rozando suavemente con tu nariz y hasta tus cejas una de sus ingles. No se te ocurra hacer lo mismo por el otro lado, olvídate de las simetrías y quédate con el percibir qué hacer en cada momento.



Si sigues los modelos clásicos, estas comprendiendo la rutina, la tradición, las sombras,
pero no estas comprendiéndote a ti mismo.



- Ahora que tus ojos han llegado a la altura de su vulva acaríciala con ellos moviendo la cabeza de un lado a otro. Primero uno, luego el otro pasando por la raíz de la nariz. Sólo una vez, o como máximo dos si cambias el ritmo de la segunda con respecto a la primera. Adapta la respiración al movimiento y verás como ella se adapta enteramente a ti.
- Roza ahora sutilmente la unión de sus dos labios mayores con la nariz desde la raíz a la punta. Para e inspira sonoramente. Cambia de posición tus manos sobre su cuerpo de modo que sienta el contacto consistente, firme pero suave, consciente. Ya tienes su oído, el ritmo, intensidad y tres áreas de su cuerpo acaparando su memoria de trabajo (RAM).



Mezcla y varía tus paradas
de forma que el contrario no pueda fijar un plan de ataque
.




- Toma ahora entre tus labios uno de sus labios mayores como si estuvieses chupando un cono de cremoso helado, pero no lo humedezcas con tu saliva. Dale un par de chupadas.
- Vuelve a restregar −acariciando− tu cara y nariz por su vulva y sus ingles en un movimiento circular acompasando tu respiración. A tu aire.
- Para. Míralo. Tiene un aspecto delicioso y su aroma es simplemente sublime. Sonríe aunque ella no te vea, porque lo siente.
- Toma ahora ambos labios mayores y repite la chupada. ¡Mmmmm! Disfruta.




El entrenamiento no trata con un objeto,
sino con el espíritu humano y con las sensaciones humanas.



Bueno, basta de ñoñerías, ¿no? Cambia de registro.

- Toma uno de sus labios mayores por la parte inferior y dale un buen chupetón estirándolo con cuidado mientras te desplazas hacia su parte media. Suelta. Levanta la cabeza. Mira. Sonríe, pon cara de pillo o de malo. Sopla largamente mientras acercas tu cara otra vez y cuando llegues...
- Encadena tres chupetones con lengua en tres partes diferentes de sus labios mayores e incluso aplica uno de ellos a sus labios menores.
- Saca la lengua y pásala suavemente por la parte interna de uno de sus labios mayores moviendo tu cabeza hasta que la lengua aterrice en la entrada de su vagina.
- Haz un círculo o semicírculo y sube hacia su clítoris, rózalo suavemente y vuelve a bajar hasta la entrada de la vagina.
- Repite una única vez el movimiento anterior un poco más rápido y empieza a acelerar, ya es tiempo de hacerle el primer orgasmo. A estas alturas ya debes haber sentido dónde y cómo atacar, si le apetece un orgasmo global, focalizado en su clítoris, en la vagina, en un labio mayor, menor... más intenso, menos... porque has notado su respuesta a cada uno de tus toques. Eres como Miguel Ángel quitando la piedra que sobraba para dejar ver la figura que había dentro; quita lo que estorba el advenimiento de su orgasmo.



Coordina toda la potencia para atacar su punto débil.



- Llévala al éxtasis convirtiéndoos en uno, vaciando tu mente y abriéndola a sus sensaciones, tu entusiasmo al percibir su acercamiento al orgasmo os enganchará en un círculo virtuoso de retroalimentación hasta que finalmente sobrevenga.







¿Ya sabes Kung-Fu, Neo? Espero que lo hayáis disfrutado. Si tienes alguna duda, aquí estamos para ayudarte. Pero recuerda que yo sólo puedo mostrarte la puerta, eres tú quien debe cruzarla.







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Los cachivaches-muleta: consoladores, chupadores, vibradores





Los cachivaches sexuales pueden ser un regalo divertido, pero cuidado, porque a nadie se le ocurriría seguir usando muletas una vez rehabilitada una lesión, porque se atrofiaría el miembro lesionado.

Del mismo modo, atarse a los cachivaches implica necesariamente la desatención del desarrollo de la habilidad sexual. Y como ya sabemos, la habilidad que no se entrena termina por desaparecer.

Igual que un fin de semana en un hotel, aislados de todo, puede ser un realimentador de la llama del deseo para que la monotonía no termine por apagarla, un cachivache sexual puede contribuir al mismo efecto saludable, pero entrenar la autosatisfacción con consoladores, vibradores y succionadores puede generar interferencias con la actividad íntima entre dos, encerrando a la mujer en sí misma.

Además, atarse a los cachivaches implica que éstos dejen de ejercer el efecto de los primeros usos, devolviéndonos al principio, a la insatisfacción, y con ella al consumismo de cachivaches buscando infructuosamente la píldora de la plenitud sexual, o incluso prácticas degradantes.

Por el contrario, la búsqueda de la maestría sexual no tiene fin, ni lo tiene el placer que puede sentirse. Siempre hay un movimiento mejor, un ritmo más apropiado, un punto nuevo que estimular, una posición mejor...

Y de eso hablaremos en el siguiente post, de las características que debe poseer la posición que permita empezar a escalar en la cantidad y calidad de los orgasmos.

¿Estáis listos?