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Para entender mejor los peligros de los juguetes sexuales



Para entender mejor que los juguetes sexuales deben usarse sólo esporádicamente, y no habitualmente, pues perjudican más que benefician, permitidme recurrir a una metáfora cibernética.

El ser humano es un ordenador compuesto de hardware y software. El hardware, que es la parte física -el cuerpo y particularmente el sistema nervioso- está gobernado por un sistema operativo (SO) -el windows, la mente- que permite a medida que aprendemos agregar nuevos programas -software- de utilidades (impresión, correo electrónico, escaneado, visionado, gestión de bases de datos...), programas útiles para cualquier cosa, desde llorar para pedir el biberón a pilotar un F18, pasando por la sexualidad.

Pues bien, si el SO -la mente- está en mal estado o si el software para producir placer sexual es ineficaz, de nada sirve ponerle al sistema la mejor impresora o escáner del mundo. No va a funcionar bien, si nos empeñamos inútilmente en que funcione va a acabar por producir conflictos con otras utilidades (habilidades psico-afectivo-sociales) y al final terminará por cargarse el ordenador, habrá que formatearlo y volverlo a componer.




Pero con la mente humana las cosas no son tan fáciles, no podemos quitarnos de un plumazo lo aprendido e instalar en unos minutos una nueva habilidad. Si no funciona bien nuestro SO o nuestro software sexual, un cachivache será una muleta que acabe por cargarse la sexualidad y la relación, porque habremos creado un aprendizaje erróneo que costará tiempo eliminar, eso por no hablar de las resistencias mentales a proporcionar y recibir placer que crea, configurándose así un círculo vicioso que se realimenta por parte de ambos cónyuges.

Para proporcionar más y mejor placer es necesario ir eliminando el viejo software a base de instalar uno mejor (aprender y practicar nuevas habilidades), no depender de cachivaches que cubran nuestras carencias, nuestra falta de habilidad, porque si dependemos de ellos terminaremos por no saber proporcionar placer por nosotros mismos, y la mujer por no obtener placer más que con ellos.

¡Y hay tanto que descubrir, tantos orgasmos que proporcionar, tanta unión que generar!




En el siguiente post hablaré más concretamente
de cómo el uso excesivo de los cachivaches
perjudica concretamente a la mujer.