Lejos quedó la leyenda urbana de la cachondina, aquella mezcla de cocacola con aspirina que supuestamente hacía derretirse a las chicas en los guateques; a partir de ahora ya podéis estar atentas, porque en lugar de poneros el muñequito de los Santos Inocentes, como vais con los lomos al aire, os pegarán un parche disimuladamente y al rato caeréis en las garras de cualquier listillo. Además -ahora hablando en serio- a partir de ahora veremos, no sin asombro, las consecuencias lógicas del invento.
¿Por qué se pierde el deseo sexual? El ser humano se acostumbra rápidamente a lo bueno, el umbral de activación cerebral del placer se eleva y lo que antes excitaba, con el paso del tiempo ya no lo hace. A mí me apasiona un buen sushi (¿Habéis probado Donzoko? Brutal), pero tengo que reconocer que si lo comiera todos los días acabaría aborreciéndolo. La relación con el post anterior sobre el amor y el amar es evidente. Si uno no es sujeto agente de su sexualidad se convierte en esclavo de sus hormonas, marioneta de las noches de sábado sabadete, pelele de ligueros y pelis guarras.
¿Es mejor comer sushi todos los días o es mejor comerlo sólo dos o tres veces por semana? Dicen que no hay veneno, sino dosis, y la sexualidad no es una excepción; el exceso mata la pasión. Pero ¿os imagináis que además de comer todos los días sushi, os lo sirvieran pasado? Esas mujeres que estarán pensando que la viagra femenina les va a devolver una sexualidad como la de las películas o sus veinte años, se encontrarán con la otra cara de la moneda... ya no tendrán excusa para soportar la torpeza sexual de sus maridos. Viagra más aspirina para la jaqueca y ¡al catre!.
¿Y qué harán las pobres frustradas y con sus depósitos de libido a rebosar? ¿Me leéis el pensamiento? Me da a mí que esto de jugar a los experimentos con la madre naturaleza va a traer, a más de dos, más de dos o tres disgustos. Y total, por un incremento de 1,07 cochinas relaciones sexuales satisfactorias a los largo de cuatro semanas...
No me imagino a una mujer, histerectomizada, menopáusica o lo que sea, poniéndole reparos a veinte orgasmos en diez minutos. No hay mejor viagra que la expectativa de un torrente de placer seguro.
¿O no?