La felicidad


Estaba ayer tomando algo en un bar de copas esperando encontrarme con unos amiguetes. Era casi medianoche, sólo conocía al dueño pero no era cuestión de ponerme a charlar con él porque el hombre andaba atareado.

Desenfundé la mejor Arma de Aniquilación del Aburrimiento —tampoco era cuestión de ponerme a mirar a las chicas sin más— y providencialmente encontré un chiste que me pareció graciosísimo, una de esas escenas increíbles sacadas de la vida real, y estuve un rato riéndome solo en un rincón mandándolo a otros amigos y riéndome con ellos con sucesiones de jajas.

De vez en cuando miraba a un grupo de chicas que estaban a distancia ilegal de mí o yo de ellas, pero como detesto molestar, enseguida volvía a mi Triple A, hasta que tres de ellas (una un bellezón de 8,7, otra de 6 y otra de 5,5) se volvieron hacia mí y empezaron las típicas maniobras de acercamiento —vulgarmente tonteo— ellas riéndose y bailoteando y canturreando ante mí alguna de esas canciones enardecedoras de adolescentes y yo riendo con ellas, soltando ambos a gritos alguna frase tan corta como tonta hasta que rompimos la distancia personal y conseguimos encontrar el cabo del hilo para que la cháchara empezara a fluir.

Rápidamente una de ellas se hizo con el mando; y no, para mi desgracia la audaz no fue la de físico de 8,7 precisamente, que salió a fumar al ver que pegábamos la hebra la audaz y yo. 

La forzada conversación —mientras uno iba haciendo equilibrios para elegir las palabras más adecuadas como en un mindfulness conversacional, porque las mujeres ahora tenéis Patente de Corso— nos llevó hasta la felicidad, esa palabra que nadie sabe qué es pero de la que todo el mundo habla... especialmente cuando se trata de presumir de poseerla. 



Aunque no sepan qué es la felicidad, hablan de ella con autoridad y presumen de poseerla



Párate un momento a repensar la frase anterior. Para, para, no leas más durante un momento, vuelve a la frase.





Es más o menos lo mismo que si hablas del vino, o de fumar, o de la cópula sexual, o de un orgasmo, de ir en moto a 250 km/h, de un dolor de muelas, de un cólico... sin haberlos experimentado nunca. ¿Verdad?

Pero no, oye, todo el mundo habla de la felicidad como erudito en la materia. ¡Sabré yo si soy feliz! ¡Lo vas a saber tú mejor que yo!

Yo, claro, insistía en que si no podemos definir con precisión la palabra podemos confundirla con otras de valencia afectiva y activación similares, como la alegría, el placer, la tranquilidad, el alivio, la absorción, la relajación, el júbilo, el éxtasis... lo que podría impedirnos encontrar la dichosa experiencia. ¿Cómo vas a encontrar la felicidad si no sabes lo que es? Igual te sientes de requeteputamadre, pero ¿es eso la felicidad?


Vale que es una conversación un poco enjundiosa, lo acepto, pero ninguna de las tres cumpliría ya los cuarenta, así que se presupone que el tema debería interesar; y no es tan polémico o proclive a generar encontronazos como hablando de política o religión, así que seguí insistiendo por este o aquel hueco argumental, incluso le aposté lo que quisiera a que era incapaz de definir la felicidad, cuando la pava me espetó con cara amenazante —No sigas por ahí

Me hice el tonto pero le hice caso y busqué otro camino, aunque sistemáticamente, en cada intento de que definiera la expresión, me repetía la amenaza; yo con cara de circunstancias intentando no entrar al trapo, conteniendo las ganas de mandarla a escardar cebollinos (¿te has dado cuenta de que he usado tres metáforas en una sola frase?) porque no quería estropear el ambiente y que pusiera a su amiga la bombón en mi contra.


Me hice rápidamente a la idea de la situación, y ahora, ya horas después, he visto tres opciones para explicarme el comportamiento de la individua, y me gustaría saber qué pensáis vosotros (dejad vuestra opinión aquí o en tuiter):


A - Para no confesar su ignorancia se apoyó en las subhumanas leyes vigentes contra el varón para amenazarme, con la tranquilidad de que yo no iba a responder escalando la tensión.

B - La fuerza es la razón de los torpes.

C - A y B son correctas

D - Otras. (Explica)


Afortunadamente, cuando la audaz pedorra se movía nerviosamente incapaz de salir airosa del atolladero llegó el bombón de nuevo, charlamos los tres unos minutos, orienté mi conversación hacia ella y la pedorra aprovechó para escabullirse. La bombón y yo estuvimos charlando la mar de a gusto el resto de la velada. 

Ah, un dato relevante: la pedorra era comercial de wellnes, belleza interior y exterior, emociones y esas cosas y el bombón doctora en políticas con una tesis doctoral muy interesante. 

Otro dato relevante: en un momento de la conversación, para explicar mejor mi perspectiva, hablé de etimología. La pedorra se quedó como si hubiese hablado de ondulaciones del vacío cuántico o de Raticulín, y el bombón asintió, cogió el hilo y siguió por ahí la conversación. 

Ya me entendéis. 


Otro día, si queréis (si veo interés) hablamos de qué es la felicidad, para que, sobre la base de su significado real y diferencial estéis seguros de que podéis lograrla y ayudar a los demás a lograrla también.







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