Analizando una discusión con una mujer


 

En esta entrada vamos a ayudar a los pobres sufridores de discusiones enconadas con sus novias y esposas a no volverse locos y a mantener el control. Gracias a Dios alguna excepción existe, y hay mujeres, muy pocas, que se salvan; pero si eres el afortunado esposo de una de estas, quizá este análisis te ayudará a ayudar mejor a los que no han tenido tanta suerte como tú.

Una de las principales causas de insatisfacción conyugal es precisamente que el varón es incapaz de manejar situaciones en las que la mujer, normalmente más fuerte en términos psicológicos (por decirlo con fineza) debido a la inferioridad de su fuerza física, termina claudicando víctima de la estrategia de confusión femenina.

Ojo, no estoy diciendo que la mujeres sean conscientes de que están enrevesando discusiones a propósito, porque no es así en absoluto. De hecho si lo hicieran conscientemente no les saldría tan bien. Es una habilidad que llevan entrenando desde la niñez, además con componentes genéticos sin duda, y les sale automáticamente, de forma subconsciente. Dios quiera que con esta historia ayudemos a alguien a mejorar su matrimonio y sobre todo a evitar tragedias.

Voy a transcribir literalmente una discusión de una pareja de novios por mensajería para que vayamos viendo su estructura y puntos clave. Primero sin análisis, sin comentarios, y finalmente con análisis y comentarios.

Están tonteando, en tono jocoso, ella bromeando con la posibilidad de que él ligue por ahí porque se ha ido de vacaciones sin ella, a lo que él responde con la misma acusación en el mismo tono. Entonces ella presume de lo buena que es:

 




 

 

SIN ANÁLISIS



Ella
— Yo soy muuuy buena😜

Él
— Buena pieza. Y muy buena mentirosa.

Ella 

— Jajajajaja. ¿Yoooo?

Ella 

— ¿Por qué?

Él
Jajajaja

Él
— Tú sabrás.

Ella
— ¡Yo no miento!

Ella
— A veces no digo toda la verdad, que es muy diferente😜

Él
— ¿Lo ves? Eres una mentirosa profesional. ¡Anda que no has mentido veces desde que te conozco, y algunas delante de mí!

Ella
— Jajajajaja

Ella
— Oyeee

Ella
— Qué mosca te ha picado hoy 🤔

Él
— ¿O no es verdad?

Él
Jajajaja (se ríe del «Oyeee», le hace gracia)

Él
Ninguna

Él (respondiendo al mensaje «¡Yo no miento!» de ella)
— Esta es la mosca 😉

Ella
— Sí, pero las mentirijillas esas piadosas que tú sabes, por la situación 🙄

Él
— Sí, claro, jajaja.

Ella
— Lo que pasa que claro, ¡tú las sabes todas!

Él
— Voy a comer. Besitoooos

Ella
— Besitosss

Ella
— Que aproveche!!

Ella (inmediatamente después del mensaje anterior, sin esperar que él vuelva de comer)
— Oyee listillo, que tú también mientes, y lo sabes.

Él
— Que yo mienta o no es un asunto aparte, estábamos hablando de si tú mientes o no. Y como es lógico has mentido negándolo, luego disfrazándolo, y ahora con el «y tú también». El catálogo completo del mentiroso compulsivo, vaya 😂

Ella
— 😂😂😂

Ella
— Pues ya no hablo más, tomaaa.

Él
— Y ahora el escaqueo. Sigues el manual. El próximo paso es hacerte la ofendida.

Ella
— Jajajajaja

Ella (amenaza)
— Pues ya sabes😜

Él
— Te puedes hacer la ofendida o un tapete a ganchillo; a mí...

 

 




 

CON ANÁLISIS

Los más despiertos ya habrán visto la estructura y los trucos femeninos, pero para los que duden, vamos a desmenuzar la conversación para que veáis las similitudes con vuestras discusiones conyugales:



Ella dice:

— Yo soy muuuy buena😜
 

Él responde, pero sin tragarse la mentira, porque muchas veces te las cuelan entre risas, y al reírte, asientes implícitamente, sin quererlo. Y lo peor de asentir implícitamente es que tú te quedas como el que puede caer en la tentación, tú como golfo y ella como la casta y pura. Así que en esto nunca claudiques:

— Buena pieza. Y muy buena mentirosa.

Ella ahora se ríe a carcajadas porque sabe que lo es y sabe que él sabe que lo es, entre otras cosas porque ella ha mentido muchas veces con maestría delante de él, y lo han hablado muchas veces, pero sigue con la broma que en el fondo de broma no tiene nada, sino que forma parte de su estrategia para mantenerle enganchado con la fantasía de que ella es buena (y él el malo).

— Jajajajaja. ¿Yoooo?


Ella (aquí empieza la enésima batalla sin cuartel para implantar el satánico predominio de la mentira en la relación) acaba de reconocer implícitamente que es muy buena mentirosa, pero una cosa es que lo reconozca de risas, como si fuera una broma, y otra muy diferente pararse a pensar que es efectivamente una persona mentirosa y hábil mintiendo, que no tiene vergüenza, que es una inmoral).

— ¿Por qué?
 

Él

Jajajaja. Tú sabrás.
 

Ella

— ¡Yo no miento!

Ahora se desdice. Mentira sobre mentira. No va a entregar la plaza fácilmente, no se va a rendir. Es en este punto cuando el varón normalmente espeta a la mujer, con toda la razón de su parte:  —¡Tú estás loca! y empiezan los gritos, y las amenazas; y si hay mala suerte, lo peor. Y a renglón seguido suelta:


Ella
 — A veces no digo toda la verdad, qué es muy diferente 😜

Se ha dado cuenta de que ha caído en su propia trampa, así que matiza; pero haciendo gala de su desvergüenza, que es parte inseparable de su bien desarrollada habilidad en el arte de la mendacidad, hace una chanza, cambia la palabra «mentira» por la palabra «verdad» (aunque la mentira es precisamente ausencia de verdad) para que el cerebro del oyente apague las ideas relacionadas con la primera y active las ideas relacionadas con la segunda de forma que sesgue el pensamiento de él, y sus coherentes afectos, llevándole por donde ella quiere. Una actuación magistral, ella no es una aficionada.


Él. Aquí puede parecer que él comete un error, porque parece que lo más acertado habría sido coger esa última frase de ella, repetirla en voz alta, para que a ella le quede claro que ha admitido que miente. Pero él, en lugar de esa estrategia, le recuerda las veces que ha mentido descaradamente delante de él.

— ¿Lo ves? Eres una mentirosa profesional. ¡Anda que no has mentido veces desde que te conozco, y algunas delante de mí!
 

Ella. Se ríe, de nuevo aceptando implícitamente que la acusación de mendacidad es cierta.

— Jajajajaja
 

Ella

— Oyeee


Ella empieza a probar el abandonar la defensa, porque no le está funcionando, y pasa al ataque, intentando que él siga siendo el malo, transifiriendo el debate de su carácter mendaz hacia el del presunto mal humor de él:

— Qué mosca te ha picado hoy🤔
 

Él. Desde siempre, le hace mucha gracia el «Oyeee» de ella, y se ríe, pero advierte, rechazando hábilmente cambiar el escenario del debate:

— ¿O no es verdad?
 

Él

Jajajaja (se ríe del «Oyeee»)

 

Él (respondiendo al «¿Qué mosca te ha picado hoy?» de ella)

Ninguna
 

Él (respondiendo también al «¿Qué mosca te ha picado hoy?» de ella)

— Esta es la mosca 😉 (y le pega el texto de ella que dice: «¡Yo no miento!»)
 

Ella. Se queda sin salidas, porque no le ha funcionado ni la risa, ni la negación, ni la distracción, así que prueba la reducción, sus mentiras son ahora mentirijillas. Y por si fuera poco, piadosas. Al final va a resultar que hace el bien mintiendo. Capaz es.

— Sí, pero las mentirijillas esas piadosas que tú sabes, por la situación 🙄 

 

Él no se traga la manipulación, pero tampoco acierta a elaborar un buen contraargumento.

— Sí, claro, jajaja.
 

Ella

— Lo que pasa que claro, ¡tú las sabes todas!

Él 

— Voy a comer. Besitoooos
 

Ella

— Besitosss, ¡¡que aproveche!!

Ella (inmediatamente después del mensaje anterior, no quiere dejar escapar la oportunidad de atacar con el Y tú también)

— Oyee listillo, que tú también mientes, y lo sabes.

Él. Parece el jaque mate.

— Que yo mienta o no es un asunto aparte, estábamos hablando de si tú mientes o no. Y como es lógico has mentido negándolo, luego disfrazándolo, y ahora con el 'y tú también'. El catálogo completo del mentiroso compulsivo, vaya 😂

Ella recibe el obús y se duele

— 😂😂😂

Ella se rinde. ¿Definitivamente? Nunca. Volverá a la carga una y otra vez hasta que consiga someter al varón, y una vez sometido ya no le gustará, por lo que irá a buscar a otro.

— Pues ya no hablo más, tomaaa.
 

Él le corta la retirada hábilmente.

— Y ahora el escaqueo. Sigues el manual. El próximo paso es hacerte la ofendida. Jajajajaja

Ella amenaza, ya no le queda otra opción. Romper la relación antes que claudicar.

— Pues ya sabes😜


Él. Ya está tan acostumbrado, que se la chufla. Se quedará con la parte buena, asumiendo que su mujer, como la mayoría, es una loca, y esperará tranquilamente a la siguiente batalla por el poder.

— Te puedes hacer la ofendida o un tapete a ganchillo, a mí... (me importa un pimiento, le faltó decir)

 

 

 ¿Os ha sido de utilidad? 

 

 Seguid en sintonía, seguro que esto no acaba aquí.

 






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