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Casi un tercio de los españoles chinga menos de una vez al mes

En Elconfidencial.com acaban de publicar un interesante artículo -que además cita este otro en el que se anunciaba que los españoles somos los mejores amantes del mundo (¿Será la Cienorgasmología es ya más conocida de lo que alguno supone?)- sobre la baja frecuencia sexual media de las parejas españolas. 

¿A alguien le extraña con la que nos está cayendo y el panorama que nos espera con el inútil de ZP? 

Ya os había contado en este post que también en mi caso había disminuido últimamente, aunque ello no implicara algún tipo de insatisfacción, sino todo lo contrario, un alivio. 

En honor a la verdad he de decir que cometí una imprecisión al escribirlo, porque no di cifras concretas, así que ahora preciso: si bien ya no cienorgasmologueo todos los días varias veces, lo hago unas cuatro veces por semana -que no es moco de pavo, visto lo visto-, por lo que mi mujercita sigue disfrutando de orgasmos discrecionales una o varias veces al día. Alguna vez digitales, otros orales, y otros acariciándole los pececillos.  
Y, aún cuando la pobrecilla no guarda las proporciones clítoris-vagina necesarias para disfrutar, y un servidor es un pobre necio desconocedor del esencial ¡¿Punto U?!, la pobre infeliz tarda cero coma en empezar a orgasmear, lo que me permite no dedicar más tiempo y energías de las imprescindibles para mantenerla más que satisfecha. ¿Me estoy haciendo viejo o vago?. 

Y a propósito de esto de la frecuencia sexual, hace unos días estuve viendo un programa muy interesante del inefable Fernando Sánchez Dragó en el que entrevistaba a un reputado urólogo, que afirmaba que con el famoso Cialis uno podía disponer en cualquier momento de toda su artillería en perfecto estado de revista. 

Muy curioso, porque Cialis, a diferencia de la Viagra, puede consumirse diariamente sin ningún efecto secundario adverso -eso dicen, yo no lo sé- y no sólo media hora antes del casquete, lo que desde el frecuentemente romántico punto de vista de la mujer anula cualquier vestigio de la mínima espontaneidad deseable. Tanto como pararse a ponerse un condón. 

Es evidente que para un impotente -disfunción eréctil se llama ahora- es preferible chingar con horario preestablecido que no hacerlo, así que no nos pongamos puntillosos con la vencida Viagra, no vaya a ser que de tanto escupir al cielo acabe cayéndonos el gargajo encima. Sin embargo no está de más seguir recomendando el mejor método conocido hasta la fecha para satisfacer sexualmente a la mujer y para reforzar positivamente la erección masculina: la Cienorgasmología. 

Porque un hombre en condiciones no implica una mujer disponible. Como hemos repetido en tantas ocasiones, la calidad es preferible a la cantidad, y si el varón es torpe, la mujer estará tentada a cambiarle la Viagra por una inocente Aspirina a ver si hay suerte, el manazas no se entera de la jugada y la deja tranquila una semana más.