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Adiós con el corazón... a la Viagra femenina

Acabo de leer por aquí que el 15% de los humanos -¿qué escribo, tienen o tenemos?- el riesgo de padecer un trastorno mental alguna vez,;y como el estudio no especifica profesiones, edades, sexos o sectores concretos, imagino que ese porcentaje está repartido por igual entre todos, incluso entre las empresas farmacéuticas. 

Hay que estar muy trastornado para no entender que la mejor Viagra es la satisfacción sexual. La llamada viagra femenina había sido descubierta por casualidad, como tantas otras medicinas que nos facilitan la vida, debido a que como efecto secundario en los tratamientos de depresión, las mujeres menopáusicas experimentaban un aumento de su deseo sexual. La cuestión que queda sin plantear es: ¿durante cuánto tiempo?
A medida que nos hacemos mayores el deseo sexual disminuye naturalmente, con las lógicas excepciones. La avidez de las féminas por ser inseminadas convertida por los hipócritas en actos amatorios da paso a un impulso más tenue relacionado cada vez más puramente con el placer, en detrimento del asunto reproductivo. Es de pura lógica, ¿no? No hace falta ser un lince para entenderlo.

Y si -como en más de una ocasión hemos advertido- la mujer no obtiene la suficiente satisfacción de su marido, que le compense prepararse para el acto sexual porque el individuo es un zote, ya le podemos dar una tortilla de viagras femeninas girosas, que no va a querer seguir repitiendo la placentera experiencia. Eso sin tener en cuenta el efecto de habituación al fármaco, que contribuye a que su efecto se debilite.

Es interesante reflexionar sobre el asunto, porque para estos sagaces científicos la pérdida de deseo es un factor aislado que depende únicamente de "los mecanismos cerebrales que regulan la respuesta sexual en las mujeres", y no del contexto en el que vive. Vale, entonces, si los mecanismos de la mujer están sanos, ¿tiene que vibrar de deseo de abrirse de patas debajo de un inútil marido que no se preocupa ni un instante de ella ni de su placer?

Porque es el varón el responsable de suscitar el deseo de su mujer, y si no lo consigue, me juego un dedo a que ella preferirá que las pastillas se las tome la mamá del investigador.
Otros usos más lúdicos, que me juego otro dedo que es el nicho de mercado al que los laboratorios realmente querían destinar el medicamento -menudo chollo, las venderían como churros en las discotecas (o en los pisos)-, debe ser lo que ha provocado la unanimidad de los miembros de la FDA en el rechazo a la aprobación del medicamento: tienen hijas y nietas en edades peligrosas, y bastante golfillas son ya de natural  más de dos para que encima les coloquen una pastillita excitante en la copa. Resultado de la votación: 12 en contra, 0 a favor.

 




El hombre que vio masturbarse a doscientas mujeres

Me ha llamado hoy la atención este artículo


Por varias cosas. La primera es comprobar cómo se tira el dinero en el campo de la investigación científica. ¿Cómo es posible -me pregunto- que un investigador se pase gran parte de su vida -y tiene 68 años- gastando dinero en una tontería semejante? Porque a lo que se dedica Komisaruk es a comprender los mecanismos que disparan este estado de entusiasmo, qué papel juegan las hormonas, los péptidos y las neuronas, y cómo se podrían provocar esas sensaciones de forma más intensa. Pero sobre todo porque asegura que: «Quiero encontrar una manera de aumentar el placer en la vida de la gente». Viagra, abuelo, lo que necesitas se llama Viagra.

Vamos a ver, caballero, una cosa es que usted quiera comprender esos mecanismos fisiológicos, y otra muy diferente es encontrar la manera de aumentar el placer en la vida de la gente, porque ¿pretende que nos pasemos orgasmeando todo el día? ¿Cómo que en la vida? Será durante las relaciones sexuales, ¿no?. Porque ya me dirá a mí usted quién iba a trabajar si pudiésemos provocarnos tan intensos placeres a voluntad, ¿el primero, el segundo o cuál?. 

Estos salvadores del mundo me enervan, poco, pero me enervan. Me da que es otro frustrado como aquel idiota del que nos reímos hace tiempo, que decía haber encontrado ¡por fin! el Punto G. Su mujer todavía debe estar esperando a ver si aprende a echarle un casquete decente, porque resulta que el dichoso punto ¡va y no existe!. 

¿Y cuál va a ser la manera de aumentar el placer en las relaciones sexuales? ¿Va a desarrollar nuevos modelos de cachivaches consoladores? ¿Alguna pastilla? ¿O sistemas de estimulación cerebral de las áreas del placer no invasivos? 

Eso ya está hecho, aunque con un método más cruento: electrodos en el cerebro de monos. El experimento consistió en colocar a los monos en jaulas con dos palancas, una de ellas activaba un mecanismo que abría el comedero y el bebedero, la otra estimulaba esas áreas del placer. 

¿El resultado? Los monos morían de inanición. Este capullo, porque no merece otro nombre, está tan entusiasmado por que al fin le hagan una entrevista en su puñetera vida, con lo listo que él se cree, que delira. Cada loco con su tema

De modo que incluiremos a Komisaruk en la sección de "La tontería regre de la semana" y de paso el daremos el premio al gilipollas del día, del que hace entrega, como siempre, Su Majestad el Rey Juan Carlos I de España.



Casi un tercio de los españoles chinga menos de una vez al mes

En Elconfidencial.com acaban de publicar un interesante artículo -que además cita este otro en el que se anunciaba que los españoles somos los mejores amantes del mundo (¿Será la Cienorgasmología es ya más conocida de lo que alguno supone?)- sobre la baja frecuencia sexual media de las parejas españolas. 

¿A alguien le extraña con la que nos está cayendo y el panorama que nos espera con el inútil de ZP? 

Ya os había contado en este post que también en mi caso había disminuido últimamente, aunque ello no implicara algún tipo de insatisfacción, sino todo lo contrario, un alivio. 

En honor a la verdad he de decir que cometí una imprecisión al escribirlo, porque no di cifras concretas, así que ahora preciso: si bien ya no cienorgasmologueo todos los días varias veces, lo hago unas cuatro veces por semana -que no es moco de pavo, visto lo visto-, por lo que mi mujercita sigue disfrutando de orgasmos discrecionales una o varias veces al día. Alguna vez digitales, otros orales, y otros acariciándole los pececillos.  
Y, aún cuando la pobrecilla no guarda las proporciones clítoris-vagina necesarias para disfrutar, y un servidor es un pobre necio desconocedor del esencial ¡¿Punto U?!, la pobre infeliz tarda cero coma en empezar a orgasmear, lo que me permite no dedicar más tiempo y energías de las imprescindibles para mantenerla más que satisfecha. ¿Me estoy haciendo viejo o vago?. 

Y a propósito de esto de la frecuencia sexual, hace unos días estuve viendo un programa muy interesante del inefable Fernando Sánchez Dragó en el que entrevistaba a un reputado urólogo, que afirmaba que con el famoso Cialis uno podía disponer en cualquier momento de toda su artillería en perfecto estado de revista. 

Muy curioso, porque Cialis, a diferencia de la Viagra, puede consumirse diariamente sin ningún efecto secundario adverso -eso dicen, yo no lo sé- y no sólo media hora antes del casquete, lo que desde el frecuentemente romántico punto de vista de la mujer anula cualquier vestigio de la mínima espontaneidad deseable. Tanto como pararse a ponerse un condón. 

Es evidente que para un impotente -disfunción eréctil se llama ahora- es preferible chingar con horario preestablecido que no hacerlo, así que no nos pongamos puntillosos con la vencida Viagra, no vaya a ser que de tanto escupir al cielo acabe cayéndonos el gargajo encima. Sin embargo no está de más seguir recomendando el mejor método conocido hasta la fecha para satisfacer sexualmente a la mujer y para reforzar positivamente la erección masculina: la Cienorgasmología. 

Porque un hombre en condiciones no implica una mujer disponible. Como hemos repetido en tantas ocasiones, la calidad es preferible a la cantidad, y si el varón es torpe, la mujer estará tentada a cambiarle la Viagra por una inocente Aspirina a ver si hay suerte, el manazas no se entera de la jugada y la deja tranquila una semana más.

Viagra femenina. ¿Crónica de una muerte anunciada?

Vaya por delante que considero que este nuevo éxito de la investigación de la diabólica industria químico-farmacéutica —relacionada sin duda con la repugnante armamentística, como la Halliburton del malo malísimo Dick Cheney, que busca someter al ser humano, al mundo, el petróleo, las galletas chiquilín y los ganchitos al queso— será bienvenido por numerosas mujeres con problemas para mantener una sexualidad mínimamente satisfactoria. Pero veremos en poco tiempo que no sólo las menopáusicas o histerectomizadas hacen cola en el centro de salud buscando recetas. Quizá algún que otro estafador profesional haga el agosto aprovechando el tirón publicitario.

Lejos quedó la leyenda urbana de la cachondina, aquella mezcla de cocacola con aspirina que supuestamente hacía derretirse a las chicas en los guateques; a partir de ahora ya podéis estar atentas, porque en lugar de poneros el muñequito de los Santos Inocentes, como vais con los lomos al aire, os pegarán un parche disimuladamente y al rato caeréis en las garras de cualquier listillo. Además -ahora hablando en serio- a partir de ahora veremos, no sin asombro, las consecuencias lógicas del invento.



¿Por qué se pierde el deseo sexual? El ser humano se acostumbra rápidamente a lo bueno, el umbral de activación cerebral del placer se eleva y lo que antes excitaba, con el paso del tiempo ya no lo hace. A mí me apasiona un buen sushi (¿Habéis probado Donzoko? Brutal), pero tengo que reconocer que si lo comiera todos los días acabaría aborreciéndolo. La relación con el post anterior sobre el amor y el amar es evidente. Si uno no es sujeto agente de su sexualidad se convierte en esclavo de sus hormonas, marioneta de las noches de sábado sabadete, pelele de ligueros y pelis guarras.

¿Es mejor comer sushi todos los días o es mejor comerlo sólo dos o tres veces por semana? Dicen que no hay veneno, sino dosis, y la sexualidad no es una excepción; el exceso mata la pasión. Pero ¿os imagináis que además de comer todos los días sushi, os lo sirvieran pasado? Esas mujeres que estarán pensando que la viagra femenina les va a devolver una sexualidad como la de las películas o sus veinte años, se encontrarán con la otra cara de la moneda... ya no tendrán excusa para soportar la torpeza sexual de sus maridos. Viagra más aspirina para la jaqueca y ¡al catre!.

¿Y qué harán las pobres frustradas y con sus depósitos de libido a rebosar? ¿Me leéis el pensamiento? Me da a mí que esto de jugar a los experimentos con la madre naturaleza va a traer, a más de dos, más de dos o tres disgustos. Y total, por un incremento de 1,07 cochinas relaciones sexuales satisfactorias a los largo de cuatro semanas...

No me imagino a una mujer, histerectomizada, menopáusica o lo que sea, poniéndole reparos a veinte orgasmos en diez minutos. No hay mejor viagra que la expectativa de un torrente de placer seguro.

¿O no?