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¿Estamos locos o qué? El amor no se consigue con una pastilla.

Imagino que este nuevo desvarío científico no llegará a ninguna parte, pero da miedo. Porque si sufres de estrés, depresión o cualquier otra dolencia psíquica, es probable que sea porque no estés enamorado, por lo que el psiquiatra te recetará unas pastillas y ¡voilá!, una nube de mariposas empezará a revolotear con alegre jolgorio en tu duodeno. Igual hasta somos felices y comemos perdices.

Lo que no dicen los lumbreras es si te enamorarás de tu mujer, de tu secretaria, o de tu amigo del alma. ¿Os imagináis? Vas a que el médico te  recete un tranquilizante para el estrés y te cargas tu matrimonio. ¿Elevaría al grado de pandemia la epidemia de anormosexualidad actual o nos llevaría a tontear con niñas de trece años como Sánchez-Dragó? ¿Las viudas de postín se enamorarían de su perro chochero?


Una cosa es que eso de lo que hablan no tenga ninguna relación con el amor auténtico (como siempre, recomendamos la lectura de la sección el Arte de Amar de este blog) -el que es conducta y no sentimiento-, que contribuyan a difundir la falacia del amor-sexo, que ya es bastante pernicioso para la sociedad porque desorienta la brújula de las personas, consiguiendo que deje de apuntar al norte cristiano que nos recordaba San Agustín: Ama y haz lo que quieras, abocándonos a su opuesto, al hedonismo, al egoísmo, la inmadurez y la irresponsabilidad. 

Otra muy distinta que su necedad les lleve a pretender eliminar el dolor del desamor sustituyéndolo por un estado de enamoramiento. La experiencia de dolor y sufrimiento es esencial para un desarrollo humano equilibrado y su evitación a toda costa nos arroja en las garras del suicidio como en el caso ahora negado -así se escribe la historia- de Cristina Onassis. Esperemos que a la mimada hija del cienciólogo Tom Cruise no le ocurra lo mismo.

Sin embargo, supongo que sin pretenderlo, los científicos mencionados aciertan cuando dicen que eso que llaman amor, está en el cerebro. El corazón es una bomba hidráulica.




El hombre que vio masturbarse a doscientas mujeres

Me ha llamado hoy la atención este artículo


Por varias cosas. La primera es comprobar cómo se tira el dinero en el campo de la investigación científica. ¿Cómo es posible -me pregunto- que un investigador se pase gran parte de su vida -y tiene 68 años- gastando dinero en una tontería semejante? Porque a lo que se dedica Komisaruk es a comprender los mecanismos que disparan este estado de entusiasmo, qué papel juegan las hormonas, los péptidos y las neuronas, y cómo se podrían provocar esas sensaciones de forma más intensa. Pero sobre todo porque asegura que: «Quiero encontrar una manera de aumentar el placer en la vida de la gente». Viagra, abuelo, lo que necesitas se llama Viagra.

Vamos a ver, caballero, una cosa es que usted quiera comprender esos mecanismos fisiológicos, y otra muy diferente es encontrar la manera de aumentar el placer en la vida de la gente, porque ¿pretende que nos pasemos orgasmeando todo el día? ¿Cómo que en la vida? Será durante las relaciones sexuales, ¿no?. Porque ya me dirá a mí usted quién iba a trabajar si pudiésemos provocarnos tan intensos placeres a voluntad, ¿el primero, el segundo o cuál?. 

Estos salvadores del mundo me enervan, poco, pero me enervan. Me da que es otro frustrado como aquel idiota del que nos reímos hace tiempo, que decía haber encontrado ¡por fin! el Punto G. Su mujer todavía debe estar esperando a ver si aprende a echarle un casquete decente, porque resulta que el dichoso punto ¡va y no existe!. 

¿Y cuál va a ser la manera de aumentar el placer en las relaciones sexuales? ¿Va a desarrollar nuevos modelos de cachivaches consoladores? ¿Alguna pastilla? ¿O sistemas de estimulación cerebral de las áreas del placer no invasivos? 

Eso ya está hecho, aunque con un método más cruento: electrodos en el cerebro de monos. El experimento consistió en colocar a los monos en jaulas con dos palancas, una de ellas activaba un mecanismo que abría el comedero y el bebedero, la otra estimulaba esas áreas del placer. 

¿El resultado? Los monos morían de inanición. Este capullo, porque no merece otro nombre, está tan entusiasmado por que al fin le hagan una entrevista en su puñetera vida, con lo listo que él se cree, que delira. Cada loco con su tema

De modo que incluiremos a Komisaruk en la sección de "La tontería regre de la semana" y de paso el daremos el premio al gilipollas del día, del que hace entrega, como siempre, Su Majestad el Rey Juan Carlos I de España.



La ciencia confirma lo obvio: chingando conoces gente

A veces los descubrimientos de la ciencia parecen tonterías. Los científicos se preocupan de cosas que la mayoría damos por hecho hasta el punto de no dedicar un segundo de nuestro tiempo a pensar según qué cosas. 

Por ejemplo, normalmente a la gente no se le ocurre pensar por qué el hielo flota y qué pasaría si no lo hiciera, o por qué ciertos tipos de música nos animan mientras que otros nos entristecen; es así, lo ha sido siempre, y punto. 

A veces apetece preguntar a estos científicos si no tienen mejores asuntos en los que ocuparse, ¿verdad? Sin embargo, en ocasiones, los descubrimientos científicos más absurdos aparentemente no lo son tanto en una sociedad fuertemente ideologizada, a la que ilustres idiotas como Marx, Freud & Cia. con sus respectivas cohortes de admiradores, tratan de imponer a la sociedad paranoias que no sólo no tienen sustento en cualquiera que haya dedicado algo más de dos tardes a pensar en las cosas importantes, sino que son absolutamente falsas desde una perspectiva científica. 

Vivimos en una sociedad cuya moral -el conocimiento del bien y el mal- está manipulada por unos cuantos desarrapados mentales (véase también Bibiana Aído o Pedro Zerolo) que juzgan bueno aquello que coincide con sus intereses más bajos, con sus necesidades, con sus excentricidades, aunque poco a poco -demasiado poco a poco para mi gusto- igual que la ciencia derribó las barreras de un cristianismo preocupado por contener el irracional y violento islam, las religiones primitivas, paganas, bárbaras y brujeriles, hasta convertirlo en su principal defensor, baluarte e impulsor a través de las primeras universidades: la primera del mundo en Constantinopla en los S III y IV dC. y las primeras europeas en Bolonia, Palencia y Salamanca siglos después, fruto de un germen moral: la búsqueda de la verdad científica opuesta a la falsedad. 


Vayamos al grano 

 ¿A quién se le ha ocurrido alguna vez pensar en que para que nazca un nuevo ser humano es necesario el concurso de varón y mujer? Es una obviedad para cualquier crío, hasta para los malinformados niños de los 60, que creíamos en la cigüeña que venía de París. 

Ahora bien, nuestra candidez no nos impedía darnos cuenta de que sólo venía si había un papá y una mamá normales

Hoy en día que uno de los dos papás sea estéril no es un problema sin solución, hay bancos de semen, de óvulos y todo eso, que también son aprovechados por alguna descerebrada que otra que, ante la incapacidad de amar y por tanto de establecer un matrimonio consistente a causa de su desorientación, recurre al método expeditivo de traer al mundo a un hijo sin padre. Vamos, una de esas que presumirá de instinto maternal y querer lo mejor para su hijo. 

Y, sin embargo, hasta una cosa tan obvia como la necesidad de un papá que ponga la semillita en la barriguita de la mamá -además de ser lo correcto desde un punto de vista estrictamente moral- tiene ahora una explicación científica, aunque no la requiriese en absoluto quien tuviera dos dedos de frente. 

Porque según se desprende de la investigación realizada en la Universidad de Oregón, y citada aquí, las plantas y animales que también pueden autofecundarse tienen unos descendientes más fuertes y sanos cuando dejan de mirarse el ombligo, se fijan en sus congéneres y optan por una pareja sexual. 

La nueva generación fruto de esta unión tiene más probabilidades de disfrutar de una vida más larga que los hijos de «familias uniparentales» y sufren menos mutaciones genéticas. Obviamente los bancos de semen son alimentados por "papás", evitándose así mutaciones genéticas indeseadas. 

Además no hay aún mujeres que se autorreproduzcan -iría en contra de la moral, pero también de la ciencia, aunque visto lo visto uno puede esperarse cualquier aberración- para evitar "mancharse" con un macho enemigo, supongo que en el caso de alguna feminista anormosexual. Pero no hay que esperar tampoco a que la ciencia confirme que es amoral y negativo tener hijos sin padre o con familias anormosexuales. La naturaleza sabe lo que hace y por eso fija sus leyes. 

Curiosamente, la Ley de Dios y las leyes naturales descubiertas por la ciencia coinciden.







¿Estoy en mi cerebro pero no soy mi cerebro?

He estado discutiendo con unos amiguetes sobre el libre albedrío, y como creo que puede ser interesante para comprender algunas cosas de este también, pues aquí va: 

Las dificultades para entender estos asuntos relacionados con el libre albedrío derivan del mito según el cual las ideas son algo evanescente, etéreo, gaseoso. Pero no es así. Me voy explicando:



 Siembra un pensamiento y cosecharás una acción. 
Siembra una acción y cosecharás un hábito. 
Siembra un hábito y cosecharás un carácter. 
Siembra un carácter y cosecharás un destino. 



Y ahora el poema traducido en lenguaje neurocientífico: 

Tu cerebro es tuyo, sin ninguna duda. Antes de que nacieras, antes de que empezaras a pensar, ya habías recibido una protoestructura neural por vía genética a través del óvulo y el espermatozoide de los que tú surgiste, y congénita a través de las experiencias que viviste en el interior de tu madre, además de las que ella vivió y tú compartiste. Y ahora sigue hacia atrás en el tiempo, hasta el principio de los tiempos para darte cuenta de que todos somos del Principio, de Dios. Pero no nos desviemos a la teología. 

Una vez nacido, cuando empezaste a pensar con un mundo más allá del vientre de tu madre, en realidad no estabas haciéndolo por ti mismo, sino que tu pensamiento era producto de la interacción entre el medio y esa estructura que se había creado en ti sin tu participación al principio. 

Esa misma estructura que ha seguido evolucionando, modelándose y creciendo con las experiencias de tu vida, es la que produce ahora tus propios pensamientos −y no otros− cuando interacciona con el entorno concreto con el que se relaciona, y por tanto es esa estructura la que desencadena tus actos coherentes de adaptación al medio como si el propio medio le pidiera que lo hiciera. 


La repetición de los actos configura finalmente tus hábitos, las rígidas estructuras neurales que (atención: casi) te obligan a pensar de un modo concreto en las sucesivas y diferentes etapas de tu vida, de más niño a más adulto, de menos a más background, de más animal a más humano. 

Así que igual que podemos decir (o eso dicen) que somos más bacteria que ser humano porque tenemos diez veces más células bacterianas que corporales, podemos decir que es el mundo el que te piensa a ti, no tú al mundo. 

De hecho la mente sin el mundo no tiene objeto, y termina por dejar morir al individuo aislado. Es el mundo el que crea tus estructuras neurales sobre la base de las sucesivas precedentes hasta llegar yendo hacia atrás al ADN. Tú eres el sujeto que está concebido para ser el encaje concreto con la realidad que sólo a ti te ha tocado, y que el sistema social necesita para funcionar y evolucionar. El margen de maniobra es escasísimo, y eso sin tener en cuenta que según el Principio Holográfico podemos estar (al menos en parte) dirigidos desde fuera de la frontera bidimensional del universo, de forma que formaríamos parte de la Trinidad: Dios, el mundo, y cada uno de nosotros, por este orden de importancia. 

Creo que visto así queda más claro. 

Según dicen en La Ilustración Evolucionista: "La impresión subjetiva de voluntad no es la causa de la activación cerebral, sino una consecuencia, al igual que la propia decisión." 

Aunque para precisar yo hubiese dicho “de la activación neocortical” en lugar de “cerebral”, porque esa impresión subjetiva es moderna en la evolución de las especies hasta llegar al ser humano. 

Es muy sencillo ¿verdad? Es la estructura soporte de las ideas (esto es en realidad una tautología, porque no hay ideas sin soporte; las ideas son inseparables de la estructura, como ocurre con el “yo”) la que posibilita, permite y obliga a activar-producir determinados matices de la realidad e ideas grabadas, como si fuesen ladrillos del inmenso edificio neural, mientras excluye otras (*) y por tanto el pensamiento como conjunto de todas las activaciones realizadas. 

El pensamiento es su estructura material, neural, ambos son inseparables; todas las redes neurales de cada persona contribuyen a hacer su pensamiento diferente de los demás, porque la interacción y el feedback que le proporciona el entorno son recibidos de diferente forma en función de la previa estructura neural de cada cual, de las conexiones que su interacción con el entorno han creado previamente. 

Cada matiz de la realidad percibido un número suficiente de veces y con suficiente intensidad crea una nuevas conexiones y refuerza otras de una forma que no es igual en ninguna otra persona porque no hay dos personas que hayan sido expuestas exactamente al mismo tipo y frecuencia de estímulos y con la misma estructura de partida. 

Y dado que una sola neurona puede tener millones de sinapsis con otras y las células gliales, aportando sutiles matices diferentes en función de sus propias experiencias de interacción con el contexto de su vida... la variabilidad personal es igual a casi infinito. 

De modo que cuando tú crees que estás tomando una decisión, lo que está ocurriendo en realidad es que hay un gran rumor procedente del sistema límbico (el "disco duro") porque se han activando todos los sistemas requeridos para comparar-evaluar-procesar un evento dado; todos los almacenes de datos visuales, auditivos, somatosensoriales producto del background de cada cual, con todos sus infinitos matices, son selectivamente activados en función de similitudes y diferencias, dándote la impresión de que la opción adecuada es ésta −un “ruido” más fuerte− y no otra −más débil−. 

Así pues, la decisión es una cuestión de magnitud de "ruido". Como demostró Antonio Damasio estudiando al célebre barrenero al que una pica atravesó la cabeza destrozándole el cortex prefrontal, es justo éste el lugar en el que se filtra el "ruido" límbico, donde se ubica la conciencia moral (bien-mal, adaptativo-recesivo), el último filtro de las conductas emergentes ya organizadas que vienen pidiendo paso a "bocinazos" como una caravana de hinchas de fútbol celebrando una victoria. 

Sin el cortex prefrontal (que es mucho mayor en el ser humano que en los mamíferos superiores, cuestión de "dedos de frente") no se puede decidir un pensamiento o una conducta, porque el monumental atasco que supone todo el ruido límbico quiere salir por la misma vía, y no hay ni guardia urbano, ni semáforos, ni nada que lo regule; sin él no existe un interruptor digital bien/mal que detenga una conducta inadecuada y dé paso al flujo de vehículos cargados de ideas y acciones adecuadas. 

Esto es así hasta el punto de que, sin filtro cortical, como le ocurría al barrenero, te sería imposible decidir entre dos simples corbatas cual te pondrás hoy. 

Así, y aquí va lo realmente importante, en ese momento de emergencia de la conducta ya preparada se abre una ventana de oportunidad para que seamos verdaderamente libres (no hay verdadera libertad si sólo existe libertad de hacer y no existe libertad de no hacer). 

Es ese momento en el que podemos cortar, por medio de los filtros morales neocorticales, acciones recesivas por más ruido límbico que produzcan, y el momento en el que podemos sembrar otros pensamientos que arrojen nuevas acciones como cosecha, y que éstas simientes cultiven hábitos, y estos carácter; y éste carácter, nuestro destino. 

Estamos caminando y construyendo el camino a la vez ¿Os suena? Otros simplemente se dejan llevar por donde les resulta más cómodo, y luego pasa lo que pasa. 

* (socialista = sociópata, idealista, frustrado, amargado, resentido, envidioso, insatisfecho, inadaptado, ignorante... luego con tendencias totalitarias, al latrocinio, corrupción, inutilidad, vanidad, pereza, servilismo, gregarismo, mentira, manipulación, violencia... para lograr lo que su inadaptación a la realidad le ha impedido conseguir por su propia valía. Son los del talante en lugar de talento)


La trampa lingüística: ¿amor o enamoramiento?

Dicen el lavanguardia.es (antes española) que... La ciencia se ha lanzado a descubrir los secretos del enamoramiento. Las últimas investigaciones sobre el funcionamiento del cerebro han revelado que las personas cuando se enamoran pierden la capacidad de criticar a sus parejas al desactivarse las áreas del cerebro que tienen que ver con las emociones negativas. La neurobióloga e investigadora del Centro de Regulación Genómica de Barcelona, Mara Dierssen, participó en una conferencia que trató estos temas y que sirvió para clausurar la Semana Mundial del Cerebro celebrada en la Ciudad Condal. Dierssen ahora desgrana en esta entrevista con todo detalle científico aquel tópico de que el amor es ciego, bellamente descrito en la mitología griega, y adornado con unas cuantas tonterías progres-feministoides. Pasen y vean:


¿Qué pasa en el interior de nuestro cerebro cuando nos enamoramos?

En las primeras fases del enamoramiento estudios de neuroimagen muestran que se desactivan las áreas del cerebro que tienen que ver con las emociones negativas. Y eso se podría interpretar que cuando estamos enamorados nos sentimos más fuertes, capaces de todo y las emociones positivas imperan, según la antropóloga Helen Fisher o el neurobiólogo Semiz Zeki.


Ya sabemos por otros estudios y por lo que ella misma señala a continuación que lo que se desactiva en el cerebro son las áreas responsables de la crítica social, es decir, que cuando nos enamoramos perdemos la capacidad de percibir los defectos del otro. Y lo que se activan son los mecanismos de recompensa cerebrales que producen sensación de placer y seguridad.






Entonces se puede decir que el enamoramiento  amor es ciego…


En cierta manera el hecho de que las áreas que tienen que ver con el juicio crítico social se desactiven proporcionaría una explicación neurológica de que el enamoramiento amor es ciego ya que cuando valoramos a la persona que queremos para nosotros, nuestra capacidad de juicio se reduce. Pero todas las fases del enamoramiento no son iguales y estamos hablando fundamentalmente de una fase relativamente todavía inicial.


Si pasas el cursor pulsado por el hueco entre “enamoramiento” y “ciego” y lees el texto con el nuevo término que aparece −el original del artículo−, caerás en la cuenta de la trampa lingüística en la que incurren y hacen incurrir a los incautos con este tipo de información −eso si ellos mismos no están desinformados, que es lo más seguro−, porque se confunde el amor con el enamoramiento ­­−algo que te sucede Vs. algo que haces; sujeto paciente/sujeto agente− dando lugar a ese relativismo en el que vivimos inmersos, basado en el desconocimiento y la confusión de algo tan esencial para el ser humano como es el amor, a pesar de la galáctica diferencia entre ambos conceptos.


¿Y qué queda de aquello del enamoramiento amor romántico?

¡Incluso en la literatura el enamoramiento romántico tampoco es eterno! De hecho desde un punto de vista biológico ese enamoramiento romántico requiere una inversión energética muy importante y nuestro cerebro está construido para poder habituarse a los estímulos. La habituación es un tipo de aprendizaje en el cual la respuesta frente algo novedoso va disminuyendo con el tiempo lo mismo sucede con las personas que conocemos aunque no estemos enamorados de ellas.


¿Se entiende mejor ahora que lo realmente valorable es la capacidad de amar y no la de enamorarse? Enamorarse puede hacerlo cualquiera, de hecho hay poca diferencia entre lo que experimenta un animal y una persona al respecto, pero amar es patrimonio exclusivo de los seres humanos más evolucionados, no de todos los seres humanos.


¿Usted como definiría el enamoramiento?

Desde un punto de visto neurobiológico el enamoramiento es una emoción compleja, un sentimiento privado que se acompaña de elementos de pasión, de deseo y de placer pero tiene diferentes fases según la antropóloga Helen Fisher. Y ese enamoramiento romántico y obsesivo daría paso a una emoción más compleja y elaborada que requiere la formación de lazos estables. Personalmente para mí el enamoramiento también es entrega, dar sin esperar a recibir nada a cambio.

Aquí la discrepancia es absoluta, porque esta neurocientífica confunde una conducta, un hábito −el amar− que se ha aprendido y desarrollado desde la infancia, con un sentimiento −el enamoramiento−. Y más aún, el enamoramiento ni siquiera puede considerarse un sentimiento ´stricto sensu´, sino una emoción. Y tal diferencia tiene implicaciones esenciales: un sentimiento no mueve a la acción, se experimenta y punto. Una emoción, por el contrario, nos mueve aunque no queramos, nos convierte en sujeto paciente de las circunstancias.



¿El proceso de enamoramiento entre el hombre y la mujer es el mismo?

Los trabajos de Fisher indican que el hombre tiende a ser estimulado más por señales visuales y de forma más constante, mientras que la mujer está influida por otro tipo de elementos. Por ejemplo, existen algunos estudios en los que se realizaron encuestas a estudiantes de un entorno universitario y mostraban que las mujeres tenían más preferencia por personas que denotaban capacidad de protección, un aspecto más tierno o una mayor intención de mantener una relación estable e invertir en ella y no por los que tenían el aspecto musculoso, que típicamente asociamos al concepto de atracción.


Una nueva confusión: ¿es que la mujer percibe esas señales de forma no visual?. El sesgo feminista que introduce la neurocientífica, el autor al que cita o ambos, al colocar en una categoría positiva a lo que hace la mujer partiendo de la suposición de que el “denotar” no es una categoría visual, es una clara manipulación −para variar− en detrimento del varón normosexual. Y estamos ya hasta los cataplines ¿no?




Una de las caras amargas del enamoramiento amor sobre todo quien la sufre y causa de ruptura de muchas parejas es la infidelidad. ¿Se puede hablar de una base genética de la infidelidad?

En cualquier caso si nos hemos de basar en el hecho cultural y en los perfiles conductuales que observamos en la población general parece que no se puede concluir que somos monógamos por naturaleza porque la tendencia es más bien a la promiscuidad sin que eso quiera decir que no podamos establecer relaciones monógamas y que no haya muchas parejas que lo sean.


Obvio, mientras uno pueda justificar una infidelidad como expresión de “amor”, está incurriendo en una conducta más que tolerable socialmente, incluso deseable por el mainstream progre dominante. Por eso existen personas que “buscan” el amor desesperadamente, enganchados a la droga del enamoramiento, creyendo que éste es en realidad aquel.


Entonces se puede concluir que somos un poco promiscuos…

Lo que está claro es que si hubiera por naturaleza una tendencia a la monogamia no existiría la poligamia. El perfil global de la población sugiere más bien que somos tendentes a la monogamia de forma cultural aunque tenemos también un componente de promiscuidad. De hecho, algunos investigadores como Tom Insel apuntan a que la monogamia no existe, aunque si puede existir una monogamia sucesiva, es decir, que somos monógamos durante un tiempo y luego cambiamos de pareja y somos monógamos durante otro tiempo.


Jejeje, esta chica (también) es booobaa, fijaos bien en su argumento: “lo que está claro es que si hubiera por naturaleza una tendencia a la monogamia no existiría la poligamia”. ¡¡Bravo, lumbrera, qué lógica aplastante la tuya!! Claro, y si por naturaleza hubiese una tendencia a trabajar, no nos pasaríamos el día tumbados a la bartola, como el desgobierno que padecemos.

¡No te jode!







¿Locualo?


La confirmación científica de la Cienorgasmología

Estamos de enhorabuena. Desde los primeros capítulos de la Cienorgasmología, venimos sosteniendo la necesidad del hombre de atrapar la mente de su mujer con vistas a lograr que una anorgásmica o uniorgásmica pueda convertirse en multiorgásmica e incluso en cienorgásmica. Ahora la hipótesis se ve confirmada por unos recientes estudios científicos.


Gert Holstege, de la Universidad de Groningen, en Holanda, dirigió un experimento en el que pidió a los compañeros sexuales de doce mujeres que les estimularan los clítoris hasta que estas lograran el orgasmo mientras estaban en un Tomógrafo de Emisión de Positrones (PET). Los hallazgos confirmaron que se “apagaba” casi todo el cerebro, especialmente aquellas en el lóbulo frontal que controlan las inhibiciones, la pena, la vergüenza y el juicio crítico. También disminuyó la actividad en la corteza frontal medial, aquella que se dedica al juicio social y al razonamiento interpersonal. Además, se produjo una reducción en la actividad de la amígdala, que se relaciona con el miedo y la ansiedad. Por si esto fuera poco, también se observa una desactivación de la zona del cerebro responsable del movimiento.



Este estudio nos permite confirmar algo que ya habíamos comprobado empíricamente: que la eficiencia de nuestro revolucionario método es real por varios motivos...

1. Atrapar la mente de la mujer permite preparar el orgasmo, pues mantiene el cerebro (memoria operativa) ocupado mediante los toques: toques verbales, visuales, auditivos, pélvicos, ritmos, etc., que distraen posibles respuestas de inhibición como la vergüenza, el juicio, el miedo, la ansiedad e incluso la capacidad de razonamiento.

2. De no producirse ese apagado de esas partes del cerebro, la mujer podría mantener un control consciente de su raciocinio y juicio social sobre el hombre, impidiendo o dificultando por tanto el logro del clímax.

3. Este entrenamiento de la capacidad de atrapar la mente femenina desarrolla en ella la facultad de entregarse al cien por cien desde el primer instante en que la posibilidad del contacto sexual existe, posibilitando alcanzar un primer orgasmo en lapsos de tiempo increíblemente cortos e incluso sin contacto físico.

4. La predisposición positiva que se genera (condicionamiento) a través de la certeza del éxito refuerza positivamente a ambos y aumenta las posibilidades de éxito futuro, disminuyendo hasta prácticamente cero las de fracaso.


De modo que el debate generado en el anterior capítulo Matemática Cienorgasmológica ha quedado aclarado. No conocemos la cantidad de opiáceos y cannabinoides que se generan con un orgasmo para valorar sus efectos fisiológicos sobre la mujer, pero tampoco nos hace falta, pues sabemos con certeza las áreas del cerebro en las que disminuye la actividad o que se desactivan.

Y de todo ello podemos inferir que incrementar el número de orgasmos induce a la mujer a un mayor grado de reducción de la ansiedad, el miedo, la alerta, proporcionándole, más allá del simple placer, una auténtica estancia en un balneario de relajación, tranquilidad, seguridad, desconexión...


Seguiremos hablando de este interesante tema en el futuro, extrayendo nuevas implicaciones de los hallazgos de la Cienorgasmología confirmados por las investigaciones de Holstege.


La Cuaresma y el sexo


Todo en esta vida empieza, se desarrolla y termina. No hay nada que permanezca igual para siempre. Las personas nacemos, crecemos, nos reproducimos, declinamos y morimos. Las empresas igual. El curso académico empieza en septiembre y acaba en junio. Sin embargo la vida no es simplemente cíclica, sino inevitablemente evolutiva. Realmente es un bucle recursivo ascendente, un muelle que parte de abajo y asciende imparable aunque periódicamente retroceda para tomar impulso. Podemos verlo igualmente en clave astrofísica, política nacional e internacional, en la historia, en el arte, en la música...

En este aspecto de la vida personal del que se ocupa este Blog ocurre otro tanto: las relaciones sexuales nacen, se desarrollan, se agotan y finalmente mueren. O lo aceptas o lo aceptas. Antiguamente estas etapas coincidían con las de la vida de cada uno, porque la gente daba valor a la palabra dada y al compromiso adquirido, pero en la actualidad la mayor parte de las relaciones amorosas mueren porque se agota la feniletilamina, la hormona que nos mantiene en un estado obsesivo compulsivo y de felicidad mientras dura. Dada la confusión entre el amar como compromiso activo y el enamoramiento hormonal reactivo difundido por la corriente intelectual dominante actualmente, el ser humano retorna a la animalidad, al estadío pre humano en que uno es movido por sus necesidades hasta que éstas ya han sido satisfechas y sus carencias cubiertas por el otro, sin lugar para el raciocinio ni la moral, hasta que el vampiro humano le ha chupado toda la sangre. 

En ese momento, con el edificio de la personalidad consolidado gracias al alimento que el otro nos ha procurado vía (errónea en su nivel superior) Pirámide de Maslow, y en ausencia de compromiso consciente, voluntario y responsable (capacidad de responder al compromiso adquirido) de amar al otro en lo bueno y en lo malo, un nuevo objeto humano de consumo que parece cubrir nuestras nuevas o antiguas carencias o fantasías adolescentes viene a impulsarnos irresistiblemente hacia él. Este es el maravilloso y elevado concepto actual de amar.



Pues bien, a partir de estas premisas podemos hincarle el diente al tema que nos ocupa. Desde un punto de vista científico y laico, si no (he dicho si no, no sino, ¿eh?) pagano, la Cuaresma no tiene nada que ver con la señora de gesto agrio y estricta conducta definida por Pataletas Ruin-Gallardón para regocijo y algazara de los sinmente de turno, babeantes como tontos con una tiza, todo lo contrario. Para ilustraros con una metáfora el asunto os contaré que recuerdo que en mis tiempos mozos pregunté envidioso a un antiguo compañero al que llamábamos “pastelero” debido a su profesión, si se ponía o no morao de bollos con nata y chocolate. Me contó que sólo se comía una bamba de nata una o dos veces al día. ¿Sólo? Le pregunté incrédulo. Me explicó que durante la primera semana el dueño de la pastelería le dijo que se comiera todo lo que le apeteciese en el momento en que le diese la gana, que cometiese todos los excesos carnavalescos que quisiera... y como ya habréis supuesto acabó tan harto de zampar dulce que pasó de ver los pasteles como delicioso vicio a verlos como simple alimento.








Desde este punto de vista, la Cuaresma es el momento de prepararse para la resurrección, un momento que se nos brinda para recolocar nuestro umbral de sensibilidad, es decir, para recuperarla, para devolverla de la muerte a la que los hábitos sexuales viciosos la ha abocado. Porque si estamos tan hartos de pasteles que ya no nos estimulan suficientemente y terminamos por necesitar comernos los de otros, o comer pasteles en grupo, swingers, dominantes, sádicos, voyeurs, parafílicos, homófilos... para alcanzar la satisfacción en una espiral ascendente como la de cualquier adicción so pena de sufrir un espantoso mono, la Cuaresma aparece como un momento óptimo para frenar, retomar el asunto desde una perspectiva más sensual que sexual, más sentimiento que emoción. Es un momento para apagar las luces, cerrar los ojos y dejar que nuestras papilas gustativas se limpien de sabores explosivos, de ketchups y tabascos, para permitirles volver a percibir los sutiles matices naturales de una ensalada sin aliñar, de unas espinacas hervidas, de una manzana de cultivo biológico. Es un momento de sentir, de taaaaaaaammmmmmm, no de TAM-TA-TAM-TA-TAM carnavalesco. El ciclo de don Carnal ha terminado hasta después de Semana Santa, en que volverá por sus fueros veraniegos a calentarnos la sangre como cada año.

¿Cuarenta días? ¿Por qué cuarenta? Porque es el plazo mínimo que según algunos científicos y religiones necesita una red neuronal que genera un patrón erróneo de pensamiento, verbo y conducta para desactivarse por falta de uso en virtud de la plasticidad neural, mientras se activa una red neural dormida o desactivada que da lugar a otros patrones, esta vez correctos, de pensamiento, palabra y acción. Cuarenta días para recuperar la sensibilidad oculta bajo toneladas de su antítesis: la intensidad.

La Cuaresma es también un buen momento para recordar que eso que tenemos a nuestro lado, ¡oh, sorpresa, sorpresa!, es un ser humano, una persona; no objeto de consumo, algo que usamos y tiramos según nuestra conveniencia. Un ser humano que siente, que sufre, que anhela, que desea, que llora, que ríe, que se emociona, que se siente solo, que teme, que se equivoca, que perdona, que merece ser perdonado... igual que nosotros.

Está en tu mano pararte a reflexionar sobre tu vida, tu conducta y sus consecuencias. Ahora tienes una oportunidad. Es tiempo de Cuaresma. Aprovéchala.