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Hijos (e hijas) adolescentes maltratadores de sus padres



Con esta entrada voy a inaugurar una nueva sección llamada Escuela de Padres, en la que pretendo ayudar a los que lo necesiten en la medida de lo posible, basándome en la neurociencia, la ingeniería de procesos mentales y mi propia experiencia.

En los primeros seis meses del año 2020 he conocido a dos mujeres, una de cuarenta y tantos años y otra de pasados los cincuenta, madre la primera de una sola hija, y de dos varones y una chica la segunda, con unas historias vitales tan trágicas que casi parecen de película. Yo sólo había oído algo parecido en las noticias, como algo excepcional, también en el programa Hermano Mayor y otro similar del que ni recuerdo el nombre, pero nunca vi un capítulo, y encontrarme en tan poco tiempo con dos historias similares hizo que me dispusiera a analizar causas, procesos y consecuencias.

La aberración sexual (progre) de la semana

Hablando de sexos, ya nos avisaba Fernando Esteso, ese pedazo de precoz sabio, de que eso de juntarlos a ambos no era nada buena idea, pero como sólo era un crío no le hicimos caso. Y el resultado de sumergirnos incauta o voluntariamente en la corriente de lo políticamente correcto, o lo que suele ser lo mismo, no tener ni idea de lo que se habla y/o pretender manipular las mentes de los incautos, suele aparejar el desastre como resultado inevitable. Piensen si no en la cuota femenina del gobierno socialista español: por decreto, con el objetivo de promover la igualdad —de buenas intenciones (si es que haylas) está empedrado el camino del infierno—, en todas partes tiene que haber aproximadamente la mitad de hombres que de mujeres, da igual si son unas incompetentes, o si lo son ellos, el caso es que está prohibido no hacerlo y punto pelota.



Por la misma regla de tres, si los chicos suspenden más que las chicas, se les aprueba y listo, el caso es que vayan a clase, no vaya a ser que a alguno se le libere la mente, que necesitamos muchas pilas para el sistema (de vida que nos pegamos gracias a ellos, que si no, Montilla, te veo otra vez apretando tuercas en la SEAT ¿eh?).





Y si el tocapelotas de Neo o algún otro liberado quiere llevar a sus hijos a la enseñanza concertada, les vamos a joder el plan: si el colegio quiere cobrar la parte que ponen todos los ciudadanos para pagar la escolarización de los que no caben (afortunadamente) en la enseñanza pública, le exigimos que mezcle a chicos con chicas o les mandamos al agente Smith a poner orden. Listo, nadie escapa de MatriZ.



Seguramente esto de la educación diferenciada estará en el origen de una de las consecuencias de que nos gobiernen personajes que mienten como bellacos o hacen el ridículo más espantoso, indignos hasta de dirigir la comunidad de vecinos de la Casita de Pin y Pon, pero a los que once millones de españoles les eligen como sus representantes. Al respecto recuerdo a un compañero de mi época de profesor de secundaria que se llevó puesto un expediente disciplinario y un mes de suspensión de empleo y sueldo por la falta grave de calificar a sus alumnos de “tontos del culo” cuando censuró haber elegido a un delincuente como delegado de la clase, pero no le faltaba razón, cada uno elige según él mismo se ve por aquello del “dime con quien andas y te diré quien eres” (Qué listos que eran los jodidos de nuestros ancestros, sin Harvard ni ná). Bueno, habrá excepciones, por supuesto, pero ya se sabe que la manzana podrida pudre a la compañía; o vicecersa: la compañía podrida pudre a la manzana sana. Ahora, que si todas están pochaaas...


Piensen en las similitudes: si para equilibrar un gobierno de hombres, metemos a unas señoras que lo primero que hacen por su país es aparecer en la portada del Vogue, ¿qué nos sale?. Un cesto lleno por igual de manzanas podridas, gusanos y sus consecuencias: las cagadas de los gusanos. Sin acritud, que una metáfora es una metáfora.