Durmiendo en tu enemigo: la cama
La perspectiva idílica que nos vende Hollywood −preciso, porque si la película es la típica expañolada progre suele ser una perspectiva animal, maricona, soez y/o de mal gusto, además de costarnos un Congo en impuestos− de una sesión de sexo en la cama con una maravillosa pareja puede convertirse en una pesadilla en un matrimonio, especialmente en invierno cuando el frío obliga a encerrarse bajo las sábanas.
Y no sólo en invierno, en verano puede ocurrir otro tanto si el contexto es el mismo de siempre, los mismos ritmos horarios, los mismos espacios, colores, olores, etc., de nuestra habitación. Creo no hablar sólo por mí mismo si afirmo que la cama puede convertirse en una prisión −yo llamo Sing Sing a la de mi novia, por su maldita costumbre de remeter el edredón tan a tope para dejar la cama impoluta que me impide moverme hasta el punto de provocarme claustrofobia−, por lo que romper rutinas es algo esencial, algo que quizá hagamos inconscientemente la mayoría cuando estamos saturados.
Pero no vamos a hacer aquí lo habitual, −que no es otra cosa que ir de problemólogos sexuales en lugar de ser solucionólogos− así que dejaremos que cada cual divague sobre sus propias experiencias displacenteras al respecto y vayamos al grano analizando las posibles causas de la crisis para anularlas.
Un sitio para cada cosa y cada cosa en su sitio
En condiciones normales en las que uno gusta físicamente al otro, el problema se fundamenta −generalizando, obviamente− en la mujer (ahora va la Bibiolina Aído y me demanda), cuyo desequilibrio hacia el lado de la emocionalidad y sentimentalismo pone al sexo en un lugar equivocado.
Ya hemos hablado hasta hartarnos al respecto, pero conviene recordar que la mujer tiende a considerar que “hace el amor” aunque lo que haga sea una solemne guarrada, introducción de un chisme de plástico en sus agujeros inclusive, tal es el grado es necedad que ha alcanzado la especie humana en pleno tercer milenio. De esa desorientación mental surge la necesidad irrefrenable de encontrar en el sexo más de lo que el sexo puede aportar, y no digamos si uno es lo suficientemente tonto para creerse las paparruchas del tantra y esas leches orientales con las que presuntamente uno puede alcanzar no sé qué coño de nirvana. Confundir la realidad es condenarse a perdérsela, y consecuentemente confundir el sexo con el amor termina por destruir ambas realidades porque ninguna de ellas satisface las expectativas. Para entendernos, es como si quiero un melocotón que sepa a chorizo de Pamplona; aunque lo consigamos ni será fruta ni chorizo, será una puta frustración.
Conviene repetir también que el amar es estrictamente independiente de la sexualidad, y aunque obviamente en un matrimonio deberían coexistir ambos, no es menos evidente que en el amor paternofilial, el amor a Dios o el amor a los animales... el sexo ni existe ni debe existir. Luego el sexo es un componente del amor conyugal, no el amor conyugal.
Pero ¿cuál es el lugar del sexo en un matrimonio? Pues el del sexo, ni más ni menos. ¿Y cuál es el lugar en el que se practica el sexo en el matrimonio? Pues... cualquiera suficientemente discreto, pero desde luego no sólo la cama.
La Confusión ¿crisis o no crisis?
Si confundimos amor con sexo tenderemos a rodear la práctica sexual con una parafernalia romanticoide propia de adolescentes perpetuos, pero cuando pase el tiempo y la fascinación inicial disminuya, disminuirá igualmente en el matrimonio esa necesidad de venderse al otro para conseguir sus favores sexuales en exclusiva, a la mujer se le hará arduo el asunto de abrirse de piernas −sobre todo si es tan durilla que hace falta media hora para que tenga un orgasmo o él es un zarpas− porque ya no le parece que está haciendo el amor sino echando un kiki, y el hombre, esclavo de este peaje romántico, puede llegar a percibirlo como una auténtica tortura que disminuya o anule su libido. O sea, ¿qué tengo que estar haciendo el idiota media hora para que esta se ponga a punto? Pues va a ser que paso, que tengo sueño y se me va a quedar el chiflo mustio con tanta bobada.
Al pan, pan, y al vino como leones
Si aceptamos que el sexo es el sexo, y que el amor se demuestra a lo largo de toda la jornada y toda la vida, ganaremos algo importante: poner las cosas en su sitio despejando confusiones, lo que nos permitirá centrarnos en la mejora de cada uno de ambos aspectos por separado, el café, el azúcar y la leche. De modo que, mujer, no pidas peras a un olmo, que te frustrarás. No pidas que una relación sexual sea una demostración de amor. Más besos no es más amor, más pasión no es más amor, más ñoñería no es más amor, más placer no es más amor; más amor es más apoyo, atención, ayuda, trabajo, comprensión y sacrificio por el otro durante toda la vida.
La mejor estrategia que conozco −además de no darle importancia− es atrapar tu propia mente, pero no para contener tu eyaculación, sino para evitar pensar negativamente en el sexo antes del momento de ponerse a ello. Si impides que se desarrolle cualquier pensamiento de autosabotaje, llegarás con la mente limpia a la cama, o te surgirá el deseo de repente en el lugar que sea, y el reflejo natural al ver a tu mujer desnuda o con un atuendo insinuante hará que te pongas en forma,;igual no como un felino, pero sí lo suficientemente excitado para romper la rutina con un rápido y exitoso kiki cinorgasmológico en la cocina, en un paraje de camino a cualquier parte, el asiento trasero del coche o una desconocida habitación de hotel.
Y mujer, no olvides tu parte: no autosabotees tus relaciones sexuales pretendiendo que sean lo que no son.
Espero vuestras causas de crisis de deseo y estrategias para superarlas, con ellas y otras ideas, prepararemos otro post.
Pues tanto que te las das de listo y de experto, y dices unas tonterías que pá qué.
ResponderEliminarPor ejemplo, llamar tonterías a los prolegómenos al acto, queriéndotelos perder, ignorando su valor. Vamos, que eres un tipo del montón, insensible pero que se las da de entendido. Juas.
Yo no me las doy de nada, simplemente soy. No hagas juicios de valor precipitados, acabas de llegar y por ello es imprudente creer que ya has comprendido todo.
ResponderEliminarQbit, has de leer el blog entero y hacerte una idea global del tema antes de criticar nada.
ResponderEliminarSi todos los hombres tuviesen este tipo de conocimientos, estando realmente enamorados, creo que los divorcios bajarían en picado. Ten en cuenta que la base de la Cienorgasmología, más que las habilidades físicas, que pueden ser amplísimas, son las aptitudes para controlar mentalmente a tu mujer durante el coito. Todo esto requiere unas habilidades empáticas que si no estás enamorado de verdad no tendrás, eso tenlo por seguro.
Te lo digo por experiencia propia, porque mi novio dice que por su ex no hubiese leído este blog ni de coña,con la otra bastaba lo que hacía.