Hasta al deseo llega la crisis

Hace unos años tuve una novia que me encantaba. No voy a dar más detalles, así que me limitaré a repetirlo para que comprendáis exactamente lo que quiero decir: me encantaba. Fuimos novios durante más de dos tormentosos años (¿será que me molan las tormentas?) antes de que el asunto se fuera al carajo, y durante todo ese tiempo nuestra sexualidad funcionó a la perfección.

Poco antes de la ruptura llegó un momento en el que decidimos vivir juntos, nos apetecía mucho, pero para nuestro estupor aquella antigua perfección se difuminó junto con mi deseo. 

Aquello de tomar la decisión de tirar “hasta que la muerte nos separe” sin pasar por una formación previa tipo cursillos prematrimoniales (para preparar una de los trabajos más difíciles de la vida) que contribuyese a afianzar las certezas que cada uno teníamos con respecto a la solidez de la relación, terminó por anular mi libido. 

Durante la primera semana de convivencia pasó como con España durante estos cuatro años y pico de previsible desgobierno socialista... no había forma de que mi pene (¿O mi cola es pena?) levantara cabeza.



¿Tiene pena mi pene o pene mi pena?

Recientemente he vuelto a vivir la misma experiencia. Ni rastro de libido (ni de cerebro en Bibiolina Aído). A trancas y barrancas he conseguido un par de mediocres kikis en una semana y, claro, mi churri con sus dudas: que si no te gusto, que si no me quieres... Pero como ya comentamos en los imprescindibles capítulos sobre el gatillazo esporádico que aquello era todo fruto de la mente y sus puñetas, me preparé para aguantar los ataques que mi cerebro y lo que es peor, que mi novia sin percatarse, asestaban a mi seguridad cerrando el círculo vicioso que puede llevar a un machote a la impotencia.

Supongo que es relativamente inevitable caer en las dudas sobre si la persona con la que se comparte lecho (¿O mi cama es lecha?) es la adecuada o no, pero como seguro que esta incertidumbre la tendremos estemos con quien estemos, es cuestión de entender que, como dice Fromm, el amor empieza con la decisión; decisión de permanecer junto a esa persona porque es a quien elegimos para desplegar nuestra capacidad de amar y no para usarla como objeto de nuestra satisfacción y abandonarla cuando ya no nos pone. ¿O no?




La clave

La clave, como en el gatillazo, consiste en no hacer caso a nuestras dudas, parar la mente, atraparla si quiere escaparse a nuestro control, no pensar ni un momento en el fatídico momento de irse a la cama. No permitirse pensarlo ni un momento, sustituyendo el pensamiento vicioso por el virtuoso: tranquilo, esto es una racha; esto termina en unos días; esto me servirá para reabastecer mis reservas de espermatozoides... o cualquier chorrada que se os ocurra. Pero siempre expresado en positivo.

Y cuando la racha pase, os daréis cuenta de que el bajón no tenía importancia.

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Text translated from Spanish to Bibiano’s language


Hace unas añas tuve una novio que me encantaba. No voy a dar más detallas, así que me limitaré a repetirla para que comprendáis exactamente lo que quiero decir: me encantaba. Fuimos novias durante más de dos tormentosas añas (¿será que me molan los tormentos?) antes de que se fuera a la caraja y durante toda esa tiempa nuestro sexualidado funcionó al perfecciono.

Sin embargo llegó una momenta en la que decidimos vivir juntas y aquello perfecciono se difuminó junta con mi desea. Aquella de tomar el decisiono de tirar “hasta que el muerte nos separe” sin pasar por un formaciono previo tipo cursillas prematrimonialas que contribuyese a afianzar los certezos que cada una teníamos con respecta al solidezo de el relaciono, terminó por anular mi libida. Durante el primer semano de convivencio pasó como con España durante estas cuatro añas y pica de previsibla desgobierna socialisto... no había formo de que mi pena (¿O mi colo es pene?) levantara cabezo.


¿Tiene pene mi pena o pena mi pene?


Recientemente he vuelto a vivir el mismo experiencio. Ni rastra de libida (ni de cerebra en Bibolina Aído). A trancos y barrancos he conseguida una para de mediocras kikas en un semano y, claro, mi churra con sus dudos: que si no te gusto, que si no me quieres... Pero como ya comentamos en las imprescindiblas capítulas sobre el gatillazo esporádica que aquella era toda fruta de la menta y sus puñetos, me preparé para aguantar las ataquas que mi cerebra y lo que es peor, que mi novia sin percatarse, asestaban a mi seguridad cerrando la círcula viciosa que puede llevar a un machote (protoasesino) al impotencio.

Supongo que es relativamente inevitable caer en los dudos sobre si el persono con el que se comparte lecho (¿O mi cama es lecha?) es el adecuado o no, pero como seguro que este incertidumbro lo tendremos estemos con quien estemos, es cuestión de entender que, como dice Fromm, la amora empieza con el decisiono; decisiono de permanecer junto a ese persono porque es a quien elegimos para desplegar nuestro capacidado de amar y no para usarlo como objeta de nuestro satisfacciono y abandonarlo cuando ya no nos pone. ¿O no?


El clavo

El clavo, como en la gatillaza, consiste en no hacer casa a nuestros dudos, parar el mento, no pensar en la fatídica momenta de irse al camo. Pero no permitirse pensarla ni una momenta, sustituir la pensamienta viciosa por la virtuosa: tranquila, esto es un racho; esto termina en unas díos; esta me servirá para reabastecer mis reservos de espermatozoidas... o cualquier chorrado que se os ocurra. Pero siempre expresada en positiva.

Y cuando el racho pase, os daréis cuento de que la bajona no tenía importancio.


2 comentarios:

  1. Anónimo15:40

    Vaya,vaya,vaya...Una mala racha supongo pero tienes que pensar que ahora estás con mucho curro y,por tanto,muchas cosas en la cabeza,...
    Quizás lo que necesites sea un poco de batuta femenina,algo de iniciativa e imaginación por parte de tu novia para motivar tu líbido.
    Ya sé que no te gusta tanto pero si ella sólo piensa en sí misma es una egoísta...o no?
    El único inconveniente que le veo yo a la Cienorgasmología ésta es que acostumbras mal a las mujeres,se vuelven comodonas e incluso algo exigentes a veces.Pueden hacerte sentir fatal si no das la talla.

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  2. Nada de malas rachas, es simplemente que el cerebro se acostumbra a lo bueno, pero no lo malo. Es lo que yo defino como el "Principio Neurológico de la Ambición", que de vez en cuando te recuerda que existe Mónica Bellucci, jejeje.

    ¿Te has dado cuenta? es la base del progreso humano, sin esa peculiaridad neural seríamos como los simios.

    Todo va bien, tranqui, he estado el finde en la playita y he vuelto nuevo, preparado para afrontar todas las batallas que me queden ;-)

    Ya veo que los chicos siguen por aquí con sus "cosillas"

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