La actitud correcta: Gánate y ganarás en la cama

Hay mucho memo, sobre todo mucha mema, de esos que creen que “hacen el amor” (no sé ni cómo lo escribo, me da hasta asco leer la expresioncita de marras), que consideran la simple mención de la actitud correcta para el entrenamiento de la Cienorgasmología una aberración. En primer lugar no se dan cuenta de que estamos hablando de un entrenamiento para optimizar las prestaciones sexuales, y que una vez optimizadas pueden hacer lo que les plazca con sus bodys, desde liarse a decirse ñoñerías hasta el empalago hasta disfrazarse de Caperucita y el lobo feroz para lograr excitarse.

En segundo lugar, como están tan desorientados que creen formar parte de una especie divina que “hace el amor” en lugar de chingar como todo hijo de vecino, la palabra “entrenamiento” les chirría. Pobres. Serán unos mediocres, esclavos de la parte más primaria de ese primario impulso reproductivo –la hipersecreción de opiáceos endógenos y el apagado de áreas cerebrales de la actividad motriz y la crítica social– y creerán que ese estado tan agradable se debe al amor, quizá el concepto más desconocido y pervertido de todos cuantos haya. De verdad que me causa repugnancia, así que dejaré el asunto, porque ya he escrito bastante al respecto en el apartado de El Arte de Amar, e iré al grano.




 

La actitud correcta

No sólo es importante la técnica física, porque una técnica física ejecutada sin la adecuada técnica mental, sin seguridad, con indecisión o miedo, transmite estas sensaciones a nuestra pareja, lo que dificulta en gran medida el éxito, si no lo frustra por completo.

Pero no se trata de poner cara de duros o sonreír falsamente como los buenos comerciales o los ególatras, sino de empezar a vincular –crear un condicionamiento, como el de los perros de Pavlov– el éxito con la sonrisa o la expresión de dominio, de suficiencia, de control.

Por eso es tan importante seguir las instrucciones del Manual de la Cienorgasmología, no pretender leerlo todo de un golpe, porque el que mucho abarca poco aprieta. Hay que practicar, entrenar intensiva y extensivamente cada capítulo hasta conseguir un éxito significativo en las técnicas que se explican en cada uno de ellos, antes de pasar al siguiente. De este modo no perderemos seguridad en nosotros mismos, al contrario, la iremos ganando. A mí me ha costado veinte años adquirir la maestría, aunque en mi caso no tenía un mentor que dirigiera mi proceso, a diferencia de mis lectores, que pueden lograrlo en pocos meses.


No es fácil separarse de la mente “ego” de manera rápida, será un trabajo diferente para cada uno de nosotros, habrá gente que haya nacido con un alto grado de ego (?); a esa gente se la conoce rápidamente porque nunca dice cosas como “perdona” o “me he equivocado”, se creen superdioses  que no se equivocan nunca (como la primera cienorgásmica de la historia). Otros en cambio, los menos, no tienen muy desarrollado el ego, son personas capaces de pedir perdón rápidamente y aceptan que se equivocan porque son humanos. Desde un punto de vista extremo al otro, está todo el abanico de posibilidades, y cuanto más se acerque al extremo del no ego, mucho más fácil serán para usted las operaciones en los mercados financieros, más fácil será para usted la vida en general y más feliz y buena persona será. (Extracto del libro “Gánate y ganarás en bolsa”) 


Entonces, con cada éxito, aunque sea pequeño, adopta la actitud que prefieras: sonrisa franca, sonrisa pícara, sonrisa de suficiencia, suficiencia seria o lo que mejor encaje con tu personalidad. Y con cada fracaso, una sonrisa que exprese que se ha fallado pero aquí no ha pasado nada. Así estás vinculando el éxito con la expresión elegida.




A medida que condiciones la respuesta gestual del éxito, puedes utilizarla para mirar a tu mujer mientras estás intentando meterle un orgasmo en treinta segundos, de ese modo ella, que también ha condicionado la respuesta de aceleración de la llegada de su orgasmo a la expresión de tu rostro, se correrá en un santiamén.

Llegado al nivel actual, es muy raro que yo, a estas alturas, emplee más de un minuto en hacer un orgasmo a mis parejas. Puedo estar unos segundos o hasta un minuto tonteando, o quieto, o hablando, besando o lo que sea, tras cada orgasmo, pero en cuanto decido que es el momento de generar otro orgasmo, porque veo que la cosa está ya preparada, en menos de un minuto la he colocado nuevamente en órbita. Ya he cerrado el círculo.

De todos modos, si tenéis dudas al respecto, porque este no es un post muy profundo, no tenéis más que plantearlas.




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