¡He descubierto un nuevo toque cienorgasmológico!





Desde mi adolescencia casi siempre he estado en forma físicamente; pero desde el inicio de la pandemia he dejado de ir al gimnasio y llevo ya más de un año entrenando en la terraza de casa con gomas. Lo que empezó con un "a ver si me mantengo en forma" se ha convertido en que me he puesto más fuerte que el vinagre de Jerez. Más que nunca o al menos igual que cuando he estado más fuerte, allá por mis 25 años, y han pasado otros tantos y alguno más. 

Alucino porque —yo que echaba pestes de las gomas— gracias a este entrenamiento obligado por el Sars-Cov-2, y para mi gratísima sorpresa, un día, en plena faena de alcoba, me di cuenta de que podía mantener sin cansarme la pelvis de mi afortunada coprotagonista de juegos en vilo estando ella tumbada boca arriba en la cama, únicamente apoyada en la parte dorsal de su espalda, sus hombros y su cabeza, o sea, con más partes de su cuerpo en el aire que sobre el colchón. 

Ella es una mujer de complexión normal, podríamos decir que entre ectomórfica y mesomórfica, lo que significa que no tiene mucho lastre, lo que me facilitó estos nuevos toques; pero también es cierto que no es la primera vez que lo hago y nunca me había encontrado con esa facilidad para levantarla y moverla como si fuera una pluma sin cansarme nada. 

—¡Anda! Pensé para mis adentros. La sorpresa fue mayúscula en dimensiones y en agrado, y el refuerzo positivo de esos potentes, porque hacía años ya que no descubría algo tan trascendente en el terreno copulativo. Mi orgullo se quedó en el techo de la habitación porque no podía atravesar el forjado de hormigón armado, porque no sólo había constatado experimentalmente lo fuerte que estoy (cuando entrenas mueves las gomas, tu cuerpo u otro peso, pero no sueles mover cosas más cotidianas excepto la compra, así que no tienes muchas más referencias que esas y el volumen de tus músculos) —que para mí es importante— sino que había descubierto, experimentado, disfrutado y hecho disfrutar a tope del nuevo toque.



Chicos, ¿os lo estáis imaginando mientras os lo cuento? Ella con todas sus hermosuras a la vista, la movía adelante y atrás, la subía y la bajaba, la traía hacia mí y la alejaba, hacía círculos con su pelvis hacia un lado y hacia el otro, combinaciones pacá, pallá... ¡¡Podía hacer todo lo que quisiera!! 

Experimentó la ingravidez, un mareante y extático dejarse arrastrar, levantar, bambolear... todo su cuerpo por mis manos y mis brazos y hombros, como si estuviésemos retozando en la Estación Espacial Internacional y su cuerpo fuera una ola impulsada por el movimiento tectónico de cada empujón y cada tracción, como un pelele alucinado.

¿Y cómo lo hice? Para aplicar estos toques, partí desde nuestra postura cienorgásana y me levanté hasta quedar de rodillas completamente (las rodillas flexionadas algo menos de 90º para tener más rango de movimiento de mi pelvis también) y sujetando su cadera o su culo con mis manos, según me apeteciera, hacía lo que quería con ella, que además de gozar de unos cuantos orgasmos los disfrutó especialmente por la novedad y la sensación de abandono absoluto, de dejarse llevar como nunca. 

Puedes hacer cualquier toque desde esta postura, pero uno de los que se puede aplicar es sumar a las embestidas de mi pelvis movida por unos glúteos marmóreos la poderosa tracción de unos brazos de remero, de forma que ambos pubis choquen y los flujos chapoteen sonoramente. Es en cierta medida la típica faena de los empotradores, que yo no suelo emplear, pero que si se suma al resto de estrategias de las que dispone cualquier cienorgasmólogo añade frescura y variedad al encuentro.

Y por supuesto que se pueden utilizar el resto de nuestras estrategias, toques pélvicos de todo tipo, ritmos y demás que ya conocéis (y si no, los tenéis en el Manual de Cienorgasmología), lo que eleva la experiencia a un nivel superior, más todavía, y todavía es posible mejorarlo. 

Pero lo esencial es ponerse fuertes. Así que cómprate unas gomas y entrena como un campeón. Estarás más sano y disfrutarás y harás disfrutar a tu churri de unas nuevas y gozosas experiencias.




Imagen de cabecera de Jills en Pixabay

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Opina o haz tu consulta: