Historia de Dios





Vamos a hablar de otras cosas interesantes, que no todo va a ser chingar, ¿verdad? Aunque dicen los iluminaos de los sexólogos que parece que con la pandemia estáis algo paradetes (si no lo llegan a decir, ni nos enteramos), por lo que quizá sería aconsejable contribuir a subiros la temperatura, pero no sólo de ñacañaca vive el hombre. 

¿Y qué puede ser más interesante que conocer la historia de Dios? 

La historia arranca mucho más atrás, por supuesto, desde siempre, pero para nosotros empieza con los presocráticos porque es esa época en la que los helenos —porque les iba muy bien económicamente y tenían mucho tiempo libre y esclavos para que currasen por ellos pudieron ponerse a pensar, pero no a tontas y a locas, sino filosóficamente, esto es, buscando la sabiduría, el saber.





Y como es sabido, la filosofía surge precisamente en Grecia (la Hélade) debido a que —dado que se encontraban justo en la encrucijada entre Oriente, Occidente y África escuchaban los mitos de otras gentes que venían de paso, lo que les llevó a asombrarse primero y a cuestionarse los propios y los ajenos después. El estudio de por qué sí eran lógicos unos y no otros con ese horizonte no de tener razón sino de encontrar la verdad, es lo que se llama el paso del Mito al Logos. Ahí nacen la teología y la filosofía.

Nace la teología porque lo que los presocráticos buscaron con ahínco fue la fuente de todo, el origen, la causa, la madre y padre de todo-todo-todo lo que vemos y lo que no vemos. (Nota al margen: ¿Sabéis por qué decimos tres veces una palabra para recalcarla y no una sola, dos, o cinco, cuando no se le puede poner aumentativo?. Si lo sabéis, escribidlo en los comentarios). 

Sigamos; a esa fuente de todo-todo-todo la llamaron el Arjé, o Arché (ἀρχή), el Principio u origen de todo-todo-todo. Todavía no le llamaban Dios porque ya tenían a sus dioses (Zeus *dyeu, Hera, Marte, Júpiter *dyeu-ph2tēr... y un porrón más) y parecía que en general estaban satisfechos con ellos.

En esa búsqueda todavía dentro de los límites de la naturaleza, el primer presocrático, Tales de Mileto, llegó a la conclusión de que el Arjé era el Agua. Seguramente estaba influido por su estancia en el Egipto del Nilo, donde la vida literalmente brota con las inundaciones, y al hecho de que era griego, por supuesto. Aunque también le habría valido ser saharaui, o como Franco, que viniendo de la verde Galicia a la meseta quedó estupefacto ante el secarral castellano y se lio a construir pantanos como si no hubiera mañana, gracias a lo cual bebemos, regamos y nos iluminamos hoy, más todo lo que de ello se deriva. 

Sin embargo sus paisanos Anaximandro, (el subnormal de) Anaxímenes y Heráclito pensaron que no, que el agua no podía ser el Arjé, por mil razones bien argumentadas. Heráclito se empeñó en demostrar que el arjé tenía que ser el fuego; Anaxímenes se enrocó en el aire, pneuma, πνεῦμα, soplo, aliento, espíritu, de donde viene el alma (ánima) y todas esas cosas; mientras que para el más espabilado Anaximandro, el origen de todo lo que hoy en día llamamos Dios pero en aquel tiempo todavía no era el Ápeiron, lo indeterminado, lo indefinido, lo ilimitado. 


Primer hito

Esto es un gran avance, porque mucho antes (en la línea temporal evolutiva general, porque en otras partes seguían concibiéndolo así) pensaban que Dios era el Sol, o un animal, o la Tierra... Pero los griegos todavía creían que Zeus era una especie de superhombre (vicioso) inmortal, como el resto de su panteón (de hecho a Sócrates los demócratas griegos le condenaron a beber la cicuta por corromper a los jóvenes con sus herejías contra ese panteón, algo parecido a lo que hicieron los judíos con Jesucristo siglos después) así que llegar a los conceptos (cómo uno concibe las cosas en su cabeza) indeterminado (que no es determinado por nada), indefinido (que es más grande que cualquier cosa que pueda caber en una cabeza humana) e ilimitado (infinito tanto espacial como temporalmente) fue una hazaña, un hito extraordinariamente relevante.

Una hazaña que en gran medida debemos al sacrificio de Sócrates, a su martirio, muerte que aceptó voluntariamente (como Jesucristo, salvando las distancias) por no desdecirse con respecto a sus ideas acerca del carácter ridículo del concepto de sus dioses, que debió causar una revolución en la época. 

Para hacerse una idea de lo que supuso la hazaña de Sócrates imagina que alguien demostrara hoy (es imposible, pero hazte una fantasía) lo ridículo del concepto de Dios que llevamos manejando desde hace más de 2.000 años, y que no hay teleología alguna, que no hay misión, sentido... Que nacemos para sufrir hasta que morimos sufriendo, que traemos hijos al mundo para sufrir y nada más, que ni hay Cielo, no hay Paraíso ni nadie que nos tenga preparadas unas estancias donde vivir eternamente en la luz que emana como decían San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús. Sería una hecatombe; la parte de la humanidad que no se suicidara en masa por no soportar una vida sin sentido trascendente, se volvería animal, y el mundo retornaría inexorablemente a la Ley Del Más Fuerte... hasta que alguien se diese cuenta de que esa demostración era falsa.

Volviendo un momento atrás hay que tener en cuenta que también hubo algunos filósofos presocráticos que pensaron que no sólo había una sustancia primigenia (monistas), sino varias (pluralistas), como el célebre tierra, aire, fuego y blablablá..., pero lo realmente asombroso llegó poco después, cuando Leucipo y Demócrito postularon que todo estaba compuesto de átomos. ¡Sí, átomos! ¡Cinco siglos antes de Cristo! Eran unos máquinas dándole al tarro. Peeero...







Segundo: llegó el luchador y se lió a bofetadas con los dioses

Peeero lo que habían encontrado estos pensadores hasta el momento era mucho, efectivamente, pero era sólo el fundamento del mundo material, de lo que podemos ver y tocar, ergo nada que afectase a lo metafísico (sobrenatural, más allá de lo natural), ni por supuesto a Dios. Así que hubo que esperar a que Platón le diera a la mollera a saco Paco —sobre la base del Ápeiron, claro hasta encontrar que eso indeterminado, infinito, etc., tenía que ser El Ser Absoluto, El Bien Supremo...


Dios es, para Platón, el ser absoluto, el bien supremo, la idea creadora de las cosas. Así como el sol es el origen y la razón suficiente de la luz y la vida del mundo sensible, Dios es el origen y la razón suficiente del mundo inteligible, o de las Ideas, y del mundo sensible, de la verdad, de la razón, del bien, de la perfección que resplandecen en el primero, a la vez que del orden, de la distinción, de la belleza del [243] segundo. Causa única, suprema y todopoderosa, Dios es principio, medio y fin de las cosas en el orden físico, en cuanto Ser supremo y perfectísimo; en el orden moral, como legislador supremo y suprema justicia. (Filosofía.org)


En Platón tenemos el segundo gran hito en esta historia de Dios que marca claramente una frontera, el antes y el después en la historia. Hasta que llegó el luchador de anchas espaldas (es lo que significa Platón) realmente llamado Aristocles, lo que buscaban los filósofos era el origen de todo, el sustrato último, el Qué. Y una vez encontrado el Qué, Platón y a partir de él, buscaron las características de ese sustrato, el Cómo era ese Qué

El nombre ya lo tenían, pues Dios, que significa brillar es el caso genitivo de Zeus (zeus, zeu, día, dios, dií), así que simplemente el luchador heleno borró del mapa al panteón de dioses viciosos demostrando que tales degenerados no podían ser Dios ni siquiera dioses, y, atención: colocó en esa palabra y ese concepto que ya existía (Dios) los atributos que debía poseer, que fue descubriendo mediante la lógica y con gran acierto.  

Este proceso es más o menos como si conocemos a alguien (época de antes de Platón), y luego, ya conocido, nos extendemos a sus interioridades mentales para acabar comprendiendo quién es y cómo es lo más perfectamente posible (después de Platón). Es lo que lógicamente ocurre en nuestra vida, no podemos saber cómo es ninguna persona sin antes conocerla (estar cerca de ella), y para la tarea de conocer a Dios no podía ser de otro modo, aunque no es necesariamente un proceso lineal de conocer>saber cómo es, porque pueden retroalimentarse ambos procesos de delante atrás o viceversa.

Hay mucha gente poco culta y cerril que dice que Dios es una idea que nos hacemos un invento dicen los más gañanes porque tenemos necesidad, o miedo, o vaya usted a saber qué bobada tipo que se lo inventaron los curas o así, porque no tienen ni idea de la historia de la Teología y la Filosofía, de la evolución del conocimiento desde el dios Sol a nuestro (en el sentido de actual) Dios. Y no, no es así; en realidad nos hacemos una idea de Dios porque somos humanos, porque no podemos no buscar saber la verdad de todo (bueno, al menos algunos), y es lo que nos hace humanos: la curiosidad. A los animales se la chufla la mayoría de nuestras cosas.

Así que si alguna vez te preguntas acerca de Dios, ya sabes que ni es una idea de la Iglesia Cristiana (Universal) para vender su producto, ni un desvarío de cuatro iluminados, ni bobadas de monosináptico similares, sino la historia de la evolución del pensamiento acerca del fundamento de todo, que empezó hace miles de años con el aire y el agua de los primeros presocráticos, pasando por el átomo, hasta llegar a lo que sabemos hoy, que no es poco. Todo para que lo disfrutes tú ahora a golpe de clic (y para que te salves).


La historia del descubrimiento de Dios

Te habrás dado cuenta de que más que una historia de Dios —tarea imposible he escrito a grandes rasgos la historia del descubrimiento de Dios, de cómo los hombres descubrimos a Dios. Pero la historia no está acabada, hay que seguir des-cubriendo capas que aún siguen cubiertas para saberle mejor. De eso se ocupa la teología, pero pronto la tecnología le echará un cable, y las ciencias, particularmente la física.

El resto de la historia, pasando por los avances de la prerreligión judía (el Dios castigador de los Diez Mandamientos que en realidad son 7 noes como 7 soles, decálogo propio de una humanidad inmadura, infantil, hasta el punto de que siguen creyendo que son el pueblo elegido) hasta la encarnación del propio Dios en Jesucristo como si fuera el Supremo Programador que se programa a sí mismo como Su Avatar en este limitado mundo virtual en que parece que vivimos según el Principio Holográfico, no es más que un intento de conocer y comprender mejor esa madre/padre del todo-todo-todo; eso a lo que siguiendo el Principio de No Contradicción hemos conseguido ir definiendo mejor con el paso de los siglos.





(Pongo de cabecera una imagen de Jesucristo —de la Sábana Santa— porque de Dios no tengo, jejeje, porque no puede haber ninguna representación porque es inmaterial y demasiado grande, infinito. Y como Jesucristo es Dios encarnado, es lo más parecido que podemos ver, aunque no se parece más que en su Primera Cualidad, ¿que es?... De momento no os lo digo)




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