Al parecer he ganado un concurso en el que el premio consiste en que escriba algo para este blog y, cómo no, lo haré desde la perspectiva de quien ha sido el primer lector que ha conseguido hacer a su novia 100 orgasmos en una hora (o más…).
Y lo haré, si se me permite la osadía, hablándole directamente al lector, es decir, en segunda persona del singular. Sí, a ti que lees esto.
Parece una estupidez, lo sé, pero hoy día estamos rodeados de peligros en ese aspecto, tanto hombres como mujeres. Quizá aún más los hombres, cierto, pero el término “igualdad” del que tanto se habla últimamente también se aplica en estos aspectos, así que eso sigue valiendo para todos. Pero hay una diferencia fundamental de la que quiero que te des cuenta, amigo.
Los hombres solemos poner los cuernos porque nos calientan, aunque sea sin querer, es decir, para nosotros sería algo primario, un instinto primitivo que responde a un estímulo, mientras que las mujeres nos ponen los cuernos por dos razones: porque no nos quieren, y porque se aburren con nosotros en la cama.
Ten en cuenta que si nos quisiesen nos dirían que se aburren o querrían cambiar cosas. Así que en eso son iguales que nosotros, van a lo primario.
Sabiendo eso… piensa un poco… si perfeccionas tu técnica sexual, tu mujer ya no podrá ponerte los cuernos, es decir, le quitarás una razón muy socorrida para dejarte, porque la Cienorgasmología es la técnica perfecta, yo lo llamo “el arte de amar a tu mujer en la cama”.
En segundo lugar, la Cienorgasmología es sexo con amor, y para practicarla bien hay que empezar de cero, hay que olvidarse de uno mismo y anteponer el placer de tu mujer al tuyo propio.
El concepto es éste: le haces los orgasmos que quieras en el tiempo que quieras, y como quieras.
Suena algo competitivo ¿verdad? Vale, lo es, tómatelo así si quieres, no te vendrá mal si eres ambicioso y perfeccionista en tu trabajo… así lo serás también en el sexo…
Reconozco que cuando empecé tenía ya una base, practiqué yoga intensamente durante muchos años, ahora más relajadamente; más tarde tuve una novia con la que practicaba sexo tántrico, así que pude asimilar cosas de ambos en muchos sentidos. El yoga me aporta un gran control de mi mente, y el sexo tántrico de mi cuerpo, por así decirlo, pero el sexo tántrico es muy complicado porque es un concepto muy espiritual del sexo y confieso que acaba cansando.
Pero realmente no son necesarios ni uno ni otro, ni siquiera para conseguir adoptar la postura Cienórgasana, que es mucho más sencilla de lo que parece.
Cuando empecé con esto fui muy rápido, algunos amigos estaban impresionados, Jack incluido. Pero muchos ingenuamente pensaban que estaba una hora entera con el coito… Así somos los hombres supongo pero tampoco es eso ¿eh?
Además de pélvicos hay muchos toques manuales… y son muy importantes sobre todo porque, si no, ella tiene problemas de lubricación importantes y le duele, y a mí puede empezar a dolerme también. Así que la cosa es ir controlando tu mente parando cuando tengas que parar, utilizando alguna técnica para controlar la eyaculación, como las que Jack explica aquí.
Cuando aprendes a controlar tu mente es cuando más orgasmos le haces a tu mujer, créeme, incluso sin necesidad de controlar la suya en exceso.
Piensa que ellas son multiorgásmicas y fisiológicamente están preparadas para ello porque no necesitan descansar entre orgasmo y orgasmo, mientras que nosotros sí, de ahí que tengas que aprender a controlarte.
En este punto seguro que pensarás… ¿controlar la mente?¿Y eso qué coño tiene que ver?
Pues sí, lo tiene TODO que ver. Cuando dejes de ver el sexo como algo físico más que mental lo entenderás, el orgasmo viene de la mente, no del cuerpo, es la respuesta a un estímulo. Ese es el concepto que tienes que cambiar.
Y para terminar, me viene a la cabeza una pregunta que me han hecho al respecto sobre ella, la mujer, sobre cómo aguanta. Yo siempre contesto que ella aguanta lo que yo aguante.
¿Escocida? Al principio sí, para que te voy a engañar, pero luego su cuerpo se va acostumbrando y lo va tolerando cada vez mejor. Eso sí, hay que ir poco a poco ¿eh? No pretendas hacerle 20 ó 30 ya de paso, así, de primeras. No hace falta que te hagas el chulito; ve poco a poco, obsérvala, mímala, toques verbales cariñosos, suaves, dale confianza… y a la vez, introduce nuevos toques pélvicos. Contrólate.