Ya hacía tiempo que no hablábamos de la Cienorgasmología en serio ¿verdad? Algunos incluso ya no me ajuntan porque no les cuento cosas nuevas y me dedico a meterme en otros asuntos políticamente incorrectos. Ocurre que todos los secretos de nuestro método ya han sido desvelados, porque además de increíblemente eficaz, es increíblemente eficiente: se consigue en poco tiempo y con pocos recursos, como ya habéis comprobado la mayoría, y comprobarán muchos más cuando, dentro de un mes o así (D.m.) el Libro de la Cienorgasmología esté en la calle.
Así que vamos a hablar hoy de algo serio: los ultraorgasmos o megaorgasmos, que son aquellos orgasmos que duran más de un minuto y hasta !diez!. Al final adjuntaré los links a los anteriores capítulos para ilustrar a los que no hayan empezado a practicarlos, pero antes de que nadie se ponga a ello quiero advertir muy seriamente que:
- Los ultraorgasmos resultan tremendamente gratificantes para las señoras, por pura lógica, pero mucho menos para los señores, porque la dama va a su puta bola (con perdón por la expresión) la mayor parte de las ocasiones, sin que podamos hacer mucho más que acelerar de vez en cuando.
- Nuestra habilidad cienorgasmológica puede embotarse; no definitivamente, porque esto es como montar en bici: no se olvida nunca; pero joroba bastante no poder poner en práctica la dirección de orquestas. Uno siente que se vuelve secundario. Y es frustrante. Ya sabéis: "En el pecado va la penitencia", y tanto exceso sexual se acaba pagando de una u otra forma por antinatural. En este caso, el director pasa a ser espectador, limitado a mover un pie al ritmo de una orquesta autodirigida como ocurre en los conciertos reales. Menos mal que se me ocurrió ocultar las entradas relacionadas, porque lo mismo alguien me habría demandado porque su mujer se corre y se corre sin parar sin que él haga más que rozarle una teta.
- Lo peor de lo peor es que, desde el tiempo que los practico, y hace más de un año
ya (o más, no me acuerdo) he comprobado que es imposible retornar al estado normal, ése en que la mujer pasa por un período de preparación más o menos largo y gratificante hasta que se desencadena el orgasmo. I-M-P-O-S-I-B-L-E. Es normal que lo sea, porque una vez conseguida la habilidad por parte de la fémina ¿para qué iba a conformarse con cien orgasmitos de treinta segundos? O sea, que no recomiendo a nadie entrenar los ultraorgasmos o megaorgasmos, a no ser que quiera arriesgarse y sumar su investigación a la mía y sacar conclusiones comunes.
En estos últimos días parece que estoy empezando a conseguir -con la inestimable ayuda de mi contraria, claro está, porque es ella quien lo posibilita- parar sus orgasmos con un superorgasmo dentro del orgasmo, pero aún no he entendido cómo sucede. Creo que es ella misma la que se ha hartado de tanto orgasmo más o menos monótono y busca otra vez la intensidad -ya sabéis que intensidad y duración son inversamente proporcionales- de antaño, lo que me está empezando a permitir usar algún que otro de nuestros mágicos toques.
Os seguiré contando, pero por si acaso, repito, que a nadie se le ocurra meterse en este fregao antes de que alguno descubramos el método para salir de él.
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