El sexo en tiempos de pandemia: El «Coronasutra» o cómo confirmar si eres tonto del culo.


Uno no sale de su asombro. Hace unos años cualquiera podría pensar que la Teoría de la Evolución es cierta y verdadera, pero en este nuevo milenio uno no termina de reponerse de una sorpresa cuando otra le atiza en las narices, echando por tierra la esperanza de que algún día el ser humano adulto deje de creerse tan listo y se dé cuenta de lo infantil que es, en términos generales, que excepciones las hay.

Lo digo porque algún iluminado se ha inventado la forma ideal de tener relaciones sexuales durante la pandemia esta del SARS-CoV-2 y se ha olvidado de que los gimnasios están cerrados o bajo mínimos, en cualquier caso casi vacíos, y nos proponen unas posturitas que oye, ni yo, que entreno dos horas al día y estoy fuerte, sería capaz de hacer, y menos será capaz de hacerlo el fantasmón que ha tenido la ocurrencia, que seguro que es tan débil física como mentalmente, aunque soñarlo, seguro que lo ha soñado, otra cosa es que la haya practicado, que va a ser que no. Coronasutra le llaman, obviamente por el (desvarío similar) del Kamasutra. Vean, vean:


Ya sé que la mayoría de los lectores de este medio habrán caído inmediatamente en el absurdo, igual que cayeron en el sinsentido del kamasutra, pero estoy por apostar que más de dos se han puesto manos —y resto del organismo— a la obra, preguntándose por qué demonios, si es algo recomendable, ellos son incapaces de ponerlo en práctica.




 


Primera postura


Confieso sin ánimo de presumir que puedo hacer media docena de flexiones de bíceps con cincuenta kilos en la barra zeta y mi ex novia pesa solo dos o tres más. Pues bien, la primera imagen que se supone válida para evitar el contagio, la de arriba a la izquierda, la he practicado con ella y nunca he sido capaz de sobrepasar el minuto manteniéndole la cadera levantada en el aire. Eso sí, hay que decir que es una postura fantástica que permite moverle la pelvis para los lados, arriba y abajo y circularmente, lo que permite atacar su chirri desde varios ángulos y hacerle orgasmos en segundos, ayudado por su sensación de ser poseída, dominada, manipulada, al antojo de su Schwarzeneggérico acompañante.

Pero apuesto a que el 90% de la población masculina es incapaz de aguantar tanto tiempo con su contraria medio en el aire, y menos si no es un peso pluma como la mía.


Segunda postura


Esta segunda ocurrencia es aún más imposible, toda vez que, si se practica estrictamente como se ve en la imagen (la central, más grande) impide el alineamiento cola-chirri e incluso el cola-ojete. Siguiendo el modelo y con mi exchurri de tamaño mini, yo se la estaría clavando a la altura de la 7ª vértebra dorsal, más o menos entre los polos inferiores de los omóplatos.

Sin embargo, sin el innecesario esfuerzo de sostenerla levantada ni por tanto obligar a la mujer a estar haciendo esfuerzos por mantenerse ella en volandas apoyando sus piernas en los hombros del hombre, nuestra postura cienorgásana, que es la más adecuada para facilitar la generación de orgasmos a voluntad, mantiene la estúpida regla de la distancia de 1,5 metros entre bocas para presuntamente evitar la enfermedad Covid-19.

Como se ve, cienorgásana es más o menos como la última imagen, pero ambos apoyados en el mismo plano horizontal, la cama o el sofá (el ideal, recordemos, es el sofá en L).


Tercera postura


La tercera tontería de este Coronasutra o bobosutra, porque no se puede calificar más suavemente, es un ejercicio de imaginación paupérrima, seguramente fruto de alguna fantasía adolescente o febril, seguramente imposible hasta para los acróbatas de circo, al estilo del salto del tigre del que tanto se habló en los años 70 del siglo pasado.

Sólo le falta al varón un bocado metido en las fauces como los caballos, y a la mujer unas riendas para galopar sobre él como una amazona.

Siendo el 99,9% de los varones es incapaz de realizar esa posturita sin jinete encima, auguro un severo pinzamiento ciático o un dislocamiento escapulohumeral en los atontaos que se animen a probar.




En resumen, si uno de los dos chingantes está infectado con el SARS-CoV-2, y has seguido alguna de las recomendaciones del coronasutra, efectivamente es tonto del culo, porque por mucha mascarilla y preservativo que se ponga y por mucha posturita acrobática, va a infectar al otro con prácticamente total seguridad, porque el virus se escapa de la barrera que supone la mascarilla, y estando los dos jadeando o al menos con la respiración acelerada, la inspiración se convierte en un potente aspirador de todo lo que esté a su alrededor, a no ser que se esté chingando en una habitación con corriente de aire permanente o un potente ventilador enfocado a la pareja. 

Eso sí, cuidado, porque quizá los síntomas que experimentes después seguramente no serán de SARS-CoV-2, sino de simple resfriado. 










Imagen de cabecera de Ryan McGuire en Pixabay

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