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El segundo hombre en el mundo que logró hacer cien orgasmos por hora a su mujer cuenta su experiencia

Al parecer he ganado un concurso en el que el premio consiste en que escriba algo para este blog y, cómo no, lo haré desde la perspectiva de quien ha sido el primer lector que ha conseguido hacer a su novia 100 orgasmos en una hora (o más…). 

Y lo haré, si se me permite la osadía, hablándole directamente al lector, es decir, en segunda persona del singular. Sí, a ti que lees esto. 

En primer lugar, agradezco a Jack Hammer aquel primer post que me dedicó por haberle puesto los cuernos a mi pareja, el “Entrenamiento para la fidelidad y la libertad”. 

Parece una estupidez, lo sé, pero hoy día estamos rodeados de peligros en ese aspecto, tanto hombres como mujeres. Quizá aún más los hombres, cierto, pero el término “igualdad” del que tanto se habla últimamente también se aplica en estos aspectos, así que eso sigue valiendo para todos. Pero hay una diferencia fundamental de la que quiero que te des cuenta, amigo. 

Los hombres solemos poner los cuernos porque nos calientan, aunque sea sin querer, es decir, para nosotros sería algo primario, un instinto primitivo que responde a un estímulo, mientras que las mujeres nos ponen los cuernos por dos razones: porque no nos quieren, y porque se aburren con nosotros en la cama. 

Ten en cuenta que si nos quisiesen nos dirían que se aburren o querrían cambiar cosas. Así que en eso son iguales que nosotros, van a lo primario. 

Sabiendo eso… piensa un poco… si perfeccionas tu técnica sexual, tu mujer ya no podrá ponerte los cuernos, es decir, le quitarás una razón muy socorrida para dejarte, porque la Cienorgasmología es la técnica perfecta, yo lo llamo “el arte de amar a tu mujer en la cama”. 

En segundo lugar, la Cienorgasmología es sexo con amor, y para practicarla bien hay que empezar de cero, hay que olvidarse de uno mismo y anteponer el placer de tu mujer al tuyo propio. 


El concepto es éste: le haces los orgasmos que quieras en el tiempo que quieras, y como quieras. 


Suena algo competitivo ¿verdad? Vale, lo es, tómatelo así si quieres, no te vendrá mal si eres ambicioso y perfeccionista en tu trabajo… así lo serás también en el sexo… 

Reconozco que cuando empecé tenía ya una base, practiqué yoga intensamente durante muchos años, ahora más relajadamente; más tarde tuve una novia con la que practicaba sexo tántrico, así que pude asimilar cosas de ambos en muchos sentidos. El yoga me aporta un gran control de mi mente, y el sexo tántrico de mi cuerpo, por así decirlo, pero el sexo tántrico es muy complicado porque es un concepto muy espiritual del sexo y confieso que acaba cansando. 


Pero realmente no son necesarios ni uno ni otro, ni siquiera para conseguir adoptar la postura Cienórgasana, que es mucho más sencilla de lo que parece. 

Cuando empecé con esto fui muy rápido, algunos amigos estaban impresionados, Jack incluido. Pero muchos ingenuamente pensaban que estaba una hora entera con el coito… Así somos los hombres supongo pero tampoco es eso ¿eh? 

Además de pélvicos hay muchos toques manuales… y son muy importantes sobre todo porque, si no, ella tiene problemas de lubricación importantes y le duele, y a mí puede empezar a dolerme también. Así que la cosa es ir controlando tu mente parando cuando tengas que parar, utilizando alguna técnica para controlar la eyaculación, como las que Jack explica aquí.

Cuando aprendes a controlar tu mente es cuando más orgasmos le haces a tu mujer, créeme, incluso sin necesidad de controlar la suya en exceso. 

Piensa que ellas son multiorgásmicas y fisiológicamente están preparadas para ello porque no necesitan descansar entre orgasmo y orgasmo, mientras que nosotros sí, de ahí que tengas que aprender a controlarte. 


En este punto seguro que pensarás… ¿controlar la mente?¿Y eso qué coño tiene que ver? 

Pues sí, lo tiene TODO que ver. Cuando dejes de ver el sexo como algo físico más que mental lo entenderás, el orgasmo viene de la mente, no del cuerpo, es la respuesta a un estímulo. Ese es el concepto que tienes que cambiar. 

Y para terminar, me viene a la cabeza una pregunta que me han hecho al respecto sobre ella, la mujer, sobre cómo aguanta. Yo siempre contesto que ella aguanta lo que yo aguante. 

¿Escocida? Al principio sí, para que te voy a engañar, pero luego su cuerpo se va acostumbrando y lo va tolerando cada vez mejor. Eso sí, hay que ir poco a poco ¿eh? No pretendas hacerle 20 ó 30 ya de paso, así, de primeras. No hace falta que te hagas el chulito; ve poco a poco, obsérvala, mímala, toques verbales cariñosos, suaves, dale confianza… y a la vez, introduce nuevos toques pélvicos. Contrólate.


Hasta al deseo llega la crisis

Hace unos años tuve una novia que me encantaba. No voy a dar más detalles, así que me limitaré a repetirlo para que comprendáis exactamente lo que quiero decir: me encantaba. Fuimos novios durante más de dos tormentosos años (¿será que me molan las tormentas?) antes de que el asunto se fuera al carajo, y durante todo ese tiempo nuestra sexualidad funcionó a la perfección.

Poco antes de la ruptura llegó un momento en el que decidimos vivir juntos, nos apetecía mucho, pero para nuestro estupor aquella antigua perfección se difuminó junto con mi deseo. 

Aquello de tomar la decisión de tirar “hasta que la muerte nos separe” sin pasar por una formación previa tipo cursillos prematrimoniales (para preparar una de los trabajos más difíciles de la vida) que contribuyese a afianzar las certezas que cada uno teníamos con respecto a la solidez de la relación, terminó por anular mi libido. 

Durante la primera semana de convivencia pasó como con España durante estos cuatro años y pico de previsible desgobierno socialista... no había forma de que mi pene (¿O mi cola es pena?) levantara cabeza.



¿Tiene pena mi pene o pene mi pena?

Recientemente he vuelto a vivir la misma experiencia. Ni rastro de libido (ni de cerebro en Bibiolina Aído). A trancas y barrancas he conseguido un par de mediocres kikis en una semana y, claro, mi churri con sus dudas: que si no te gusto, que si no me quieres... Pero como ya comentamos en los imprescindibles capítulos sobre el gatillazo esporádico que aquello era todo fruto de la mente y sus puñetas, me preparé para aguantar los ataques que mi cerebro y lo que es peor, que mi novia sin percatarse, asestaban a mi seguridad cerrando el círculo vicioso que puede llevar a un machote a la impotencia.

Supongo que es relativamente inevitable caer en las dudas sobre si la persona con la que se comparte lecho (¿O mi cama es lecha?) es la adecuada o no, pero como seguro que esta incertidumbre la tendremos estemos con quien estemos, es cuestión de entender que, como dice Fromm, el amor empieza con la decisión; decisión de permanecer junto a esa persona porque es a quien elegimos para desplegar nuestra capacidad de amar y no para usarla como objeto de nuestra satisfacción y abandonarla cuando ya no nos pone. ¿O no?




La clave

La clave, como en el gatillazo, consiste en no hacer caso a nuestras dudas, parar la mente, atraparla si quiere escaparse a nuestro control, no pensar ni un momento en el fatídico momento de irse a la cama. No permitirse pensarlo ni un momento, sustituyendo el pensamiento vicioso por el virtuoso: tranquilo, esto es una racha; esto termina en unos días; esto me servirá para reabastecer mis reservas de espermatozoides... o cualquier chorrada que se os ocurra. Pero siempre expresado en positivo.

Y cuando la racha pase, os daréis cuenta de que el bajón no tenía importancia.

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Text translated from Spanish to Bibiano’s language


Hace unas añas tuve una novio que me encantaba. No voy a dar más detallas, así que me limitaré a repetirla para que comprendáis exactamente lo que quiero decir: me encantaba. Fuimos novias durante más de dos tormentosas añas (¿será que me molan los tormentos?) antes de que se fuera a la caraja y durante toda esa tiempa nuestro sexualidado funcionó al perfecciono.

Sin embargo llegó una momenta en la que decidimos vivir juntas y aquello perfecciono se difuminó junta con mi desea. Aquella de tomar el decisiono de tirar “hasta que el muerte nos separe” sin pasar por un formaciono previo tipo cursillas prematrimonialas que contribuyese a afianzar los certezos que cada una teníamos con respecta al solidezo de el relaciono, terminó por anular mi libida. Durante el primer semano de convivencio pasó como con España durante estas cuatro añas y pica de previsibla desgobierna socialisto... no había formo de que mi pena (¿O mi colo es pene?) levantara cabezo.


¿Tiene pene mi pena o pena mi pene?


Recientemente he vuelto a vivir el mismo experiencio. Ni rastra de libida (ni de cerebra en Bibolina Aído). A trancos y barrancos he conseguida una para de mediocras kikas en un semano y, claro, mi churra con sus dudos: que si no te gusto, que si no me quieres... Pero como ya comentamos en las imprescindiblas capítulas sobre el gatillazo esporádica que aquella era toda fruta de la menta y sus puñetos, me preparé para aguantar las ataquas que mi cerebra y lo que es peor, que mi novia sin percatarse, asestaban a mi seguridad cerrando la círcula viciosa que puede llevar a un machote (protoasesino) al impotencio.

Supongo que es relativamente inevitable caer en los dudos sobre si el persono con el que se comparte lecho (¿O mi cama es lecha?) es el adecuado o no, pero como seguro que este incertidumbro lo tendremos estemos con quien estemos, es cuestión de entender que, como dice Fromm, la amora empieza con el decisiono; decisiono de permanecer junto a ese persono porque es a quien elegimos para desplegar nuestro capacidado de amar y no para usarlo como objeta de nuestro satisfacciono y abandonarlo cuando ya no nos pone. ¿O no?


El clavo

El clavo, como en la gatillaza, consiste en no hacer casa a nuestros dudos, parar el mento, no pensar en la fatídica momenta de irse al camo. Pero no permitirse pensarla ni una momenta, sustituir la pensamienta viciosa por la virtuosa: tranquila, esto es un racho; esto termina en unas díos; esta me servirá para reabastecer mis reservos de espermatozoidas... o cualquier chorrado que se os ocurra. Pero siempre expresada en positiva.

Y cuando el racho pase, os daréis cuento de que la bajona no tenía importancio.


La trampa lingüística: ¿amor o enamoramiento?

Dicen el lavanguardia.es (antes española) que... La ciencia se ha lanzado a descubrir los secretos del enamoramiento. Las últimas investigaciones sobre el funcionamiento del cerebro han revelado que las personas cuando se enamoran pierden la capacidad de criticar a sus parejas al desactivarse las áreas del cerebro que tienen que ver con las emociones negativas. La neurobióloga e investigadora del Centro de Regulación Genómica de Barcelona, Mara Dierssen, participó en una conferencia que trató estos temas y que sirvió para clausurar la Semana Mundial del Cerebro celebrada en la Ciudad Condal. Dierssen ahora desgrana en esta entrevista con todo detalle científico aquel tópico de que el amor es ciego, bellamente descrito en la mitología griega, y adornado con unas cuantas tonterías progres-feministoides. Pasen y vean:


¿Qué pasa en el interior de nuestro cerebro cuando nos enamoramos?

En las primeras fases del enamoramiento estudios de neuroimagen muestran que se desactivan las áreas del cerebro que tienen que ver con las emociones negativas. Y eso se podría interpretar que cuando estamos enamorados nos sentimos más fuertes, capaces de todo y las emociones positivas imperan, según la antropóloga Helen Fisher o el neurobiólogo Semiz Zeki.


Ya sabemos por otros estudios y por lo que ella misma señala a continuación que lo que se desactiva en el cerebro son las áreas responsables de la crítica social, es decir, que cuando nos enamoramos perdemos la capacidad de percibir los defectos del otro. Y lo que se activan son los mecanismos de recompensa cerebrales que producen sensación de placer y seguridad.






Entonces se puede decir que el enamoramiento  amor es ciego…


En cierta manera el hecho de que las áreas que tienen que ver con el juicio crítico social se desactiven proporcionaría una explicación neurológica de que el enamoramiento amor es ciego ya que cuando valoramos a la persona que queremos para nosotros, nuestra capacidad de juicio se reduce. Pero todas las fases del enamoramiento no son iguales y estamos hablando fundamentalmente de una fase relativamente todavía inicial.


Si pasas el cursor pulsado por el hueco entre “enamoramiento” y “ciego” y lees el texto con el nuevo término que aparece −el original del artículo−, caerás en la cuenta de la trampa lingüística en la que incurren y hacen incurrir a los incautos con este tipo de información −eso si ellos mismos no están desinformados, que es lo más seguro−, porque se confunde el amor con el enamoramiento ­­−algo que te sucede Vs. algo que haces; sujeto paciente/sujeto agente− dando lugar a ese relativismo en el que vivimos inmersos, basado en el desconocimiento y la confusión de algo tan esencial para el ser humano como es el amor, a pesar de la galáctica diferencia entre ambos conceptos.


¿Y qué queda de aquello del enamoramiento amor romántico?

¡Incluso en la literatura el enamoramiento romántico tampoco es eterno! De hecho desde un punto de vista biológico ese enamoramiento romántico requiere una inversión energética muy importante y nuestro cerebro está construido para poder habituarse a los estímulos. La habituación es un tipo de aprendizaje en el cual la respuesta frente algo novedoso va disminuyendo con el tiempo lo mismo sucede con las personas que conocemos aunque no estemos enamorados de ellas.


¿Se entiende mejor ahora que lo realmente valorable es la capacidad de amar y no la de enamorarse? Enamorarse puede hacerlo cualquiera, de hecho hay poca diferencia entre lo que experimenta un animal y una persona al respecto, pero amar es patrimonio exclusivo de los seres humanos más evolucionados, no de todos los seres humanos.


¿Usted como definiría el enamoramiento?

Desde un punto de visto neurobiológico el enamoramiento es una emoción compleja, un sentimiento privado que se acompaña de elementos de pasión, de deseo y de placer pero tiene diferentes fases según la antropóloga Helen Fisher. Y ese enamoramiento romántico y obsesivo daría paso a una emoción más compleja y elaborada que requiere la formación de lazos estables. Personalmente para mí el enamoramiento también es entrega, dar sin esperar a recibir nada a cambio.

Aquí la discrepancia es absoluta, porque esta neurocientífica confunde una conducta, un hábito −el amar− que se ha aprendido y desarrollado desde la infancia, con un sentimiento −el enamoramiento−. Y más aún, el enamoramiento ni siquiera puede considerarse un sentimiento ´stricto sensu´, sino una emoción. Y tal diferencia tiene implicaciones esenciales: un sentimiento no mueve a la acción, se experimenta y punto. Una emoción, por el contrario, nos mueve aunque no queramos, nos convierte en sujeto paciente de las circunstancias.



¿El proceso de enamoramiento entre el hombre y la mujer es el mismo?

Los trabajos de Fisher indican que el hombre tiende a ser estimulado más por señales visuales y de forma más constante, mientras que la mujer está influida por otro tipo de elementos. Por ejemplo, existen algunos estudios en los que se realizaron encuestas a estudiantes de un entorno universitario y mostraban que las mujeres tenían más preferencia por personas que denotaban capacidad de protección, un aspecto más tierno o una mayor intención de mantener una relación estable e invertir en ella y no por los que tenían el aspecto musculoso, que típicamente asociamos al concepto de atracción.


Una nueva confusión: ¿es que la mujer percibe esas señales de forma no visual?. El sesgo feminista que introduce la neurocientífica, el autor al que cita o ambos, al colocar en una categoría positiva a lo que hace la mujer partiendo de la suposición de que el “denotar” no es una categoría visual, es una clara manipulación −para variar− en detrimento del varón normosexual. Y estamos ya hasta los cataplines ¿no?




Una de las caras amargas del enamoramiento amor sobre todo quien la sufre y causa de ruptura de muchas parejas es la infidelidad. ¿Se puede hablar de una base genética de la infidelidad?

En cualquier caso si nos hemos de basar en el hecho cultural y en los perfiles conductuales que observamos en la población general parece que no se puede concluir que somos monógamos por naturaleza porque la tendencia es más bien a la promiscuidad sin que eso quiera decir que no podamos establecer relaciones monógamas y que no haya muchas parejas que lo sean.


Obvio, mientras uno pueda justificar una infidelidad como expresión de “amor”, está incurriendo en una conducta más que tolerable socialmente, incluso deseable por el mainstream progre dominante. Por eso existen personas que “buscan” el amor desesperadamente, enganchados a la droga del enamoramiento, creyendo que éste es en realidad aquel.


Entonces se puede concluir que somos un poco promiscuos…

Lo que está claro es que si hubiera por naturaleza una tendencia a la monogamia no existiría la poligamia. El perfil global de la población sugiere más bien que somos tendentes a la monogamia de forma cultural aunque tenemos también un componente de promiscuidad. De hecho, algunos investigadores como Tom Insel apuntan a que la monogamia no existe, aunque si puede existir una monogamia sucesiva, es decir, que somos monógamos durante un tiempo y luego cambiamos de pareja y somos monógamos durante otro tiempo.


Jejeje, esta chica (también) es booobaa, fijaos bien en su argumento: “lo que está claro es que si hubiera por naturaleza una tendencia a la monogamia no existiría la poligamia”. ¡¡Bravo, lumbrera, qué lógica aplastante la tuya!! Claro, y si por naturaleza hubiese una tendencia a trabajar, no nos pasaríamos el día tumbados a la bartola, como el desgobierno que padecemos.

¡No te jode!







¿Locualo?


Sábado sabadete, kiki, siesta y diez minutos de orgasmete



Quizá el sábado es el momento ideal para hacerle a la reina de la casa un orgasmo de más de diez minutos, si te dejan los jodíos críos, claro. Si no, tendrás que esperar a que tengan quince años y se larguen con sus amiguetes al cine, o a las vacaciones para mandarles con los abuelos y poder practicar sin molestias varios días seguidos. Ésta última posibilidad es la ideal, porque si fallamos en el intento el primer día podemos volver a intentarlo el siguiente y así sucesivamente hasta que nos salga. Porque si sólo disponemos de un día y no sale, la posibilidad de que el virus del fracaso se nos grabe en el disco duro es bastante alta; así que estad atentos, y tranquilos, que no se hizo Zamora en una hora. Lo conseguís fijo.

Como ya vimos en la introducción a este tema, conviene aprovechar la siesta para aumentar las posibilidades de lograrlo. Empezaremos después de la comida haciéndole una buena tanda de orgasmos, en este caso utilizando especialmente cienorgásana. Digo especialmente porque si te has metido una suculenta paella regada con un par de jarras de tinto de verano helado en un chiringuito de la playa, tendrás la panza como el bueno de Sancho y corres el riesgo de provocarte una hernia de hiato −no es broma, os lo aseguro− si te tumbas sobre la parienta y empiezas a apretar la barriga. Como en cienorgásana el cuerpo está en posición vertical y no presionamos el abdomen, no corremos tanto riesgo de que parte del estómago se nos salga por el hiato esofágico del diafragma. Esta hernia afortunadamente suele tener fácil solución con una sesión de osteopatía −también os lo aseguro, aunque el centro que aparece en el vínculo no lo conozco y para los amigos lectores de otras partes del mundo mundial es como si nada− así que si bien no hay que alarmarse, más vale prevenir que tener la paella dando vueltas en el estómago hasta la hora de la cena y una acidez que os fastidie el plan.



PRIMERA ETAPA
Bueno, vamos al tajo: dale un repaso cienorgasmológico antes de la siesta, déjala exhausta, y tú resérvate si puedes para no perder ni un ápice de interés. El sueñecito a continuación es como estar en las nubes, abrazándola por detrás o despatarrados sobre las sábanas si hace mucho calor. Una maravilla, pero tú no vas a poder desconectar. ¿¿Qué quéee?? Si, hijo, sí; A quien algo quiere, algo le cuesta, y si quieres hacerle un gigaorgasmo de más de diez minutos tendrás que despertarte antes de que ella lo haga. Esto tiene múltiples compensaciones, de ellas hablaremos en otro post, así que merece la pena el sacrificio, aunque te resulte más duro que ponerte un cilicio, ya verás.
Como ya sabemos, cuando ella experimenta muchos orgasmos se queda como drogada, sin tensión arterial ni muscular, anestesiada. Y como lo hacemos después de la comida, la digestión va a contribuir a secuestrar sangre del resto del cuerpo y el cerebro. O sea, que la tenemos a punto de caramelo.

SEGUNDA ETAPA
Déjala dormir, quédate con ella un rato porque se dormirá más a gustito aún, tú relájate pero no desconectes totalmente −o si sabes usar tu despertador interno prográmalo para que te avise una media hora después (esto es facultativo)− porque toca volver al trabajo mientras ella duerme o está justo despertándose.
Este es un trabajo fino, en el que tienes que adaptarte lo más posible a ella, a sus ritmos y movimientos, así que pon todo tu amor y tacto en la obra, porque a estas alturas ella tiene desconectado el Sistema Nervioso Periférico (SNP) y si haces el zarpas frustrarás el plan reconectándolo otra vez. Si está tumbada de lado −la postura ideal para este menester− o boca abajo, actúa desde atrás; si boca arriba desde delante. Toca con cuidado, como si fueras a desactivar una bomba; si tocas cualquier parte del cuerpo ajena a su rajita estás haciendo que conecte su Sistema Nervioso Central (SNC) con esas sensaciones de esas partes del cuerpo, la sacarás del trance y a tomar por saco el experimento.
Toca suavemente su vulva, pero no el clítoris, sino más bien la entrada a la vagina, acariciándola con consistencia (suaveee) e intención, no vaya a pensar que tiene una mosca rondándole por ahí; recuerda que estará saliendo del plácido sueño y no sabrá muy bien qué está pasando. Ahora que todo su SNP duerme, su SNC sigue en stand by, por lo que estás activando únicamente la parte del SNP que inerva el área genital, con lo que su experiencia de la realidad se reduce únicamente a los inputs que le llegan por ahí. ¿Te imaginas lo que puede estar sintiendo? ¡Puff! Ella no está, ni tú, no están sus brazos, ni sus piernas, ni su cuerpo, relajada completamente, desconectada... Y ahí está únicamente su sexo enviando información placentera al cerebro. Alucinante ¿verdad?.
Sigue tocándole como tú sientes que tienes que hacerlo en cada instante, incluso metiendo uno dedo en su agujerito, para estimular la conexión chochete-cerebro; pero no aceleres ni seas brusco en ningún momento o le provocarás el típico orgasmo de pico con su consiguiente caída rápida. No te preocupes de si está teniendo o no orgasmos, recuerda a Bruce Lee. Simplemente sé agua por el cauce que ella te va mostrando.

TERCERA ETAPA
Es el momento de la penetration. Smooth penetration más bien. Trata por todos los medios de que la única parte de tu cuerpo que toque el suyo sea tu cola durante los primeros tres o cuatro minutos. Mójatela bien con saliva para asegurarte de que no haya ninguna tirantez desagradable producto del secado de los flujos del kiki pre-siesta. Penetra y muévete suavecito sin hacer tope con su pelvis. Recuerda: olvídate de su orgasmo y concéntrate en lo que ella te transmite en cada momento. Relájate tú también para aumentar tu sensibilidad a sus señales. Tarde o temprano entrará en un suave orgasmo que continuará durante su ensueño hasta que quieras.


Ah, recuerda que debes advertirle antes de la siesta lo que te propones, porque puede asustarse si siente que no puede moverse mientras el éxtasis le lleva a las puertas de la pérdida de consciencia. Si tras unos minutos de suave orgasmo sientes que está empezando a sentir ansiedad o miedo porque le es imposible bajarse de la nube voluntariamente, tú tranquilo, no pasa absolutamente nada; acelera, profundiza, hazle subir a un pico orgásmico intenso y déjala caer o, según percibas cuál de las dos será mejor estrategia, para. Háblale suavemente dándole confianza, acaricia su cuerpo y prepárate para alucinar con su relato de la experiencia. La primera vez es para recordar toda la vida.


¡¡Advertencia importante!! 

No empieces a practicar estas técnicas sexuales in antes leer este post. Podrías sufrir serios inconvenientes en tu vida sexual.

 



¿Cuál es el origen del cáncer, la virginidad o la estupidez?




Pues sí, como puede colegirse de la imagen y website ut supra, actualmente vivimos en un mundo estúpido poblado mayoritariamente por gente estúpida y quizá tú formes parte de ese grupo. No pasa nada, yo también fui un estúpido, tranquilo. Dicen que rectificar es de sabios, y perdonarás que yo no me cuelgue la condecoración para darte razones con las que descalificarme si te duele la realidad. Si no perteneces a ese grupo, mi enhorabuena.



 
Vivimos en un mundo en el que se ensalza la fealdad frente a la belleza, la maldad frente a la bondad, la mala educación frente a la buena, los vicios frente a las virtudes, la anormosexualidad frente a la normosexualidad, las emociones animales frente a la razón humana, los valores recesivos frente a los adaptativos...

Un estúpido mundo en el que como ocurrió en la Unión de Repúblicas Sociatas Soviéticas (URSS) extinta de iure aunque lamentablemente no derrotada su irreductible fe ideológica, donde las hábiles y carniceras minorías logran imponerse por la vía de la conspiración permanente y obsesiva del mequetrefe de turno metido a mesías ávido de poder sin límites para ejercitar su venganza sometiendo a sus iras a un injusto mundo que le clasifica entre los débiles mentales. Un estúpido mundo triunfante frente a las derrotadas mayorías que ha logrado convertir en hegemónico su satánico catecismo para estúpidos.

¿Qué tienen que ver el amor y el café con leche?



¿Qué tienen en común el café con leche, el arroz con leche, la leche merengada, el chocolate con leche, el helado de vainilla, el flan de huevo, la mantequilla, el yogur, la cuajada y el queso?

Obvia y principalmente la leche ¿no?. Pero el café con leche tiene poco que ver con el flan de huevo. Y menos aún el arroz con leche con el queso de Idiazábal (ya lo podéis encontrar en cualquier Mercadona con el nombre Queso de oveja ahumado, es impresionantemente bueno, y he comido el guipuzcoano decenas de veces regalado por los mismos pastores que lo elaboraban) o con el de Cabrales, ¿no? Curioso resulta que con la misma base las cosas puedan resultar tan diferentes ¿verdad?



Y... ¿qué tienen en común una violación y el incesto, y ambos con un casquete casual producto de una noche loca, con la prostitución, la pedofilia, con la procreación y con un revolcón con el cónyuge?

Una violación es un acto de penetración y recepción sexual de la misma no consentido, violento y, por supuesto abyecto. En la violación no existe relación de compromiso matrimonial, ni afectiva positiva entre los intervinientes en el acto, sí una relación de odio, desprecio y asco por parte del receptor de la penetración, y de posesión y dominio por parte del penetrador.

El incesto, por su parte, es un acto consentido de penetración y recepción sexual, realizado en una relación consanguínea, luego recesivo y que pone en riesgo la salud de la potencial descendencia. Ambos intervinientes son movidos por sus afectos más primarios.

Un casquete casual es un acto consentido mutuamente de penetración y recepción sexual de la misma en una relación más bien fortuita, con el objeto de satisfacer las necesidades de búsqueda de placer o reforzamiento del ego, y que se desarrolla entre personas cuyo único nexo de unión es la atracción sexual, los impulsos primarios que mueven al acto.

La prostitución, por su parte, es una práctica consentida en la que a cambio de dinero u otros favores, se produce la penetración y la recepción sexual de la misma sin que medie necesariamente ningún tipo de relación más allá de la comercial.



La (repugnante) pedofilia (que los grupos de presión anormosexuales quieren legalizar) es práctica consentida bajo subterfugios de la clase que fueren para conseguir realizar la penetración sexual a un menor, aunque en muchos casos relacionada con la violación y la prostitución. La relación que se establece debe ser puramente reptiliana. Digo debe porque me resulta tan desagradable pensar sobre ello que me niego a entrar en detalles.

La procreación es una práctica de penetración y recepción sexual de la misma, consentida, no casual y con el objetivo de provocar la fecundación. En ella existen emociones, sentimientos, pasiones, afectos... entre ambos practicantes del acto, y sobre todo un objetivo trascendente, consciente o no, y un compromiso de permanencia, consciente o no.

Un revolcón con el cónyuge es una práctica de penetración y recepción sexual de la misma, consentida, casual o no y con el objetivo de lograr placer sexual, sensaciones y sentimientos de fusión, dominación, entrega, etc., entre marido y mujer.

¿Cuáles son las similitudes entre todas estas prácticas? Que en todas se produce la penetración masculina y la recepción de la penetración por la parte femenina (excepciones al margen). ¿Y las diferencias?



Dónde están las diferencias

Pues está muy claro: Las diferencias están, como en el caso de la leche, en el resto de los ingredientes, que varían significativamente el ingrediente básico sine qua non. La relación sexual conyugal es la única que se produce o puede producirse en un entorno de amor de verdad. El hecho básico y fundamental es exactamente el mismo, un pene dentro de una vagina raca-raca-raca-raca... pero la diferencia cualitativa es enorme, como es obvio.

Cuando algunos utilizan el apestoso eufemismo progre de hacer el amor lo que están manifestando es que, además de sentir unas sensaciones muy agradables con el acto, lo realizan con la persona amada. Que amen realmente o no es importante, pues si se desconoce el significado real del acto y hábito de amar, cualquiera puede decir que lo que hace es el amor. Un violador puede estar convencido y manifestar que está enamorado de su víctima y que desea irrefrenablemente hacerle el amor. Un pedófilo también. El cliente habitual de una ramera también. Lo mismo dos hermanos o padres e hijos. Lo mismo un par de despendolados que se conocen con unas copas encima.

Sin embargo en esas relaciones no hay amor verdadero, sino desvaríos emocionales propios de mentes desestructuradas, de mentes que no son libres para elegir lo que hacer y no hacer. 

Porque no es el hecho de definir una conducta como amorosa lo que le otorga esa característica; igual que la palabra agua no es lo que quita la sed, sino el acto real de beber agua. Es el acto de ocuparse activamente de la vida y el desarrollo de lo que amamos lo que se define como amor, no la intensidad del deseo sexual, la atracción física, el placer, la entrega o cualesquiera otros ingredientes.



El arroz con leche no es queso manchego por mucho que lleve igualmente raca-raca-raca, ni lo será por mucho azúcar lingüístico que le añadamos, por mucho pseudoamor con el que queramos edulcorarlo. Y el sexo conyugal seguirá siendo leche por mucho amor verdadero que exista en la relación.

Si crees que por sentir algo intenso cuando practicas sexo estás amando o que lo que te induce a practicarlo es el amor, es que no tienes ni idea de lo que es amar. Confundes el queso de Cabrales con la leche merengada.






















Puedes seguir aclarando y afianzando tu comprensión de lo que es amar en la columna de la derecha (si estás leyendo en un ordenador), en la sección El Arte de Amar.



Fundamentos científicos del orgasmo de más de diez minutos


Una de las ventajas de la Cienorgasmología es que te brinda la posibilidad de modular a voluntad los orgasmos de tu mujer, encadenarlos, alargarlos, modularlos en intensidad.... Es importante empezar por advertir que aunque no es imposible hacer a tu mujer un orgasmo de más de diez minutos si aún no es cienorgásmica, es mucho más fácil conseguirlo si ya lo es o casi.

Para lograrlo es necesario entender algunos hechos fisiológicos y neurológicos que lo explican, posibilitan y facilitan.

1. Es preferible intentarlo cuando ya ha conseguido un buen número de orgasmos en la sesión, cuantos más, mejor. Uno de los efectos fisiológicos que produces al hacerle orgasmos es la secreción de betaendorfinas al torrente sanguíneo. Ten en cuenta que las betaenforfinas son opiáceos naturales cientos de veces más potentes que la morfina, con lo que lograrás en ella un estado de anestesia y analgesia intensos. Es fácil entender que si le has hecho ya cincuenta orgasmos, ella está “como drogada”.


2. Cuando la mujer alcanza ese estado, sumado al cansancio lógico de un traqueteo sostenido y la dejas descansar, se quedará en la misma posición, sin posibilidad de moverse e incluso se dormirá o dormitará en un estado de suave placer, una sensación de paz y seguridad cercana al gozo. Es también un estado similar al que se obtiene después de un buen rato de meditación en silencio, oración e inmovilidad: el Sistema Nervioso Periférico (SNP o nervios sensitivos y motores del cuerpo) deja de enviar señales de existencia (sensaciones de contacto, temperatura, posición, peso...) y se desconecta del Sistema Nervioso Central (SNC o encéfalo), quedando aislado del resto del cuerpo anestesiado porque no como recibe información, no existe para él. Algo parecido pero sin el recurso al sexo les ocurre a los grandes místicos como Santa Teresa de Jesús, a quienes las largas e intensas sesiones de oración e inmovilidad producen esa misma desconexión de su SNC del resto del SNP. Los místicos y santos suman normalmente a esta estrategia el ayuno prolongado y la mortificación. Cuando el ayuno prolongado se produce, el cuerpo desencadena una respuesta de supervivencia que retrae el flujo sanguíneo del cuerpo al SNC para ahorrar energía porque en el resto del cuerpo no es necesaria, contribuyendo a la desconexión del SNP. La mortificación hay que entenderla como práctica del Hatha Yoga, un método para trascender el cuerpo y sus sensaciones, como dicen los hindúes, para hacer al cuerpo permeable al prana, la energía universal. Entonces uno (la mente pura, el alma de cada uno) se queda sólo con su mente, el resto no existe para el SNC ni para la mente pura. Es una experiencia sin igual, de modo que es muy aconsejable experimentarla al menos una vez en la vida, sobre todo para entender lo que es el amor verdadero incluso a los enemigos.



3. De persistir ese estado de aislamiento del SNC, éste desplegaría estrategias para mover automáticamente alguna parte del cuerpo y recuperar la consciencia del mismo, retomar referencias de dónde estamos y lo que somos (seres físicos); lo habrás visto alguna vez en esos movimientos circulares de la cabeza y cuerpo que se producen en personas que han entrado en trance con ayuda de psicotrópicos, la danza de rituales iniciáticos y chamánicos, etc. En caso de persistir mucho tiempo (varias horas) el aislamiento del SNC, puede llegarse incluso a alcanzar la muerte voluntaria. Así que hay que poner atención, pero no preocuparse ni asustarse porque es un límite difícilmente alcanzable y de él se puede salir voluntariamente o impulsados por el miedo a entrar en el “túnel de luz”, también con la ayuda del marido que inducirá cariñosamente a su mujer a volver a un estado de consciencia ordinario si ella se queda en su gloria particular un tiempo sospechosamente largo, obviamente. Es importante que nuestra mujer esté advertida, porque puede asustarse al sentirse incapaz de salir de ese estado alterado, puede tener miedo si no sabe lo que le está ocurriendo. Lo mismo ocurre en los trances hipnóticos inducidos: la persona no puede mover ninguna parte de su cuerpo aunque lo intente y puede ser, incluso, intervenida quirúrgicamente sin notar el más mínimo dolor ni sensación.

Teniendo todo esto en cuenta, podemos pasar en un próximo post a explicar como provocar un orgasmo de más de diez minutos a tu mujer.