Mostrando entradas con la etiqueta castigo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta castigo. Mostrar todas las entradas

La Cuarta Regla, el castigo, el amor y el sexo

Con la Cuarta Regla o Castigo Negativo concluye esta serie de (Primera, Segunda y Tercera −partes y −) estrategias y tácticas para mejorar nuestras relaciones conyugales y sexuales

Ya hemos hablado de que el frío del invierno en el hemisferio norte nos congela la libido y la crisis contribuye a deprimirla, provocando en las más sensibles mujeres, sentimientos erróneos como el no sentirse deseada, querida, etc., etc. Ello a pesar de que las conductas masculinas −también afectados por el invierno− evidencien la intención, atención y dedicación hacia ellas. 

Se supone que todo el mundo sabe que obras son amores, pero no hay manera de razonar con una mujer que se empeña en creerse sus propias pajas mentales, sus interpretaciones de la realidad y sus sentimientos. Por favor, empollaos la sección “El arte de amar” de este Blog y dejaos de zancadillear vuestros matrimonios. 



TE QUITO LO QUE QUIERES

El Castigo Negativo es, para entendernos, como el inefable Pere Navarro, a la sazón esbirro de este desgobierno, sección Tráfico, gusta de aplicar a los demás, que no a sí mismo: TE QUITO LO QUE QUIERES. Puntos del carné de conducir y dinero de la cuenta, que a ver si así llenamos las arcas del estado sin que los incautos noten que les estamos sangrando. 

Y de paso nos someten a todos a un miedo permanente a ser cazados in flagranti delicto con limitaciones que van en contra de toda lógica revestidas de preocupación por nuestra seguridad. Igual que el Navarro este, el Castigo Negativo es la táctica preferida por demasiadas mujeres para conseguir lo que quieren: te quitan el sexo y listo. 

No digo que cuando nos enfadamos los varones no cortemos el grifo del sexo, pero esto es una consecuencia del malestar, no una táctica aplicada ex profeso. 

Se trata de un vulgar chantaje, algo penado por la ley, pero como vivimos en un estado de derecho en el que la igualdad brilla por su ausencia, nos jodemos; no por las condenas, sino por el diferente trato mediático recibido: ¿alguien ha oído hablar de la “violencia feminista?. 

Porque de la “machista” seguro que sí, y las cuchilladas son cuchilladas las propine quien las propine. Es lo que tiene vivir en una sociedad enferma. 



SÉ INTELIGENTE, SO ANIMAL 

Conozco a una mujer que suele contar una anécdota impresionante. Resulta que eso del sexo le interesaba en proporción inversa al dolor que experimentaba cuando su marido le arrimaba la tranca, razón por la cual su matrimonio estaba a punto de naufragar. 

Un día cualquiera le confesó a su suegra su inapetencia y dificultades; la señora −una dignísima señora de las de toda la vida y de la very high class española además− le mostró, ante su estupefacción, unos cuantos conjuntos de picardías celosamente guardados como preludio de una confidencial lección magistral. 

La señora sabía que su marido era un golfo, y que forrado como estaba, se permitía todos los caprichos que le apetecían, pero en lugar de chantajearle dejándole sin sexo, le recibía a la hora de la madrugada que llegase como una auténtica profesional. 

Mi amiga, que ni salía de su asombro, ni se enteró de qué iba realmente el asunto, le espetó: “A mí no me han educado para ser puta”, a lo que la todavía suegra le contestó: “Sí, pero yo he salvado mi matrimonio”. 

La continuación de la historia podéis imaginarla: mi amiga fue sustituida por una mujer de esas que pueden calificarse de viciosillas, mientras su ya ex suegra siguió viviendo feliz con su marido, aplicando el Refuerzo Positivo en lugar del Castigo Negativo hasta que la de la guadaña les separó. 




LAS ESTRATEGIAS MASCULINAS 

Los trucos preferidos por los varones suelen ser hurtarse a sus esposas: llegar tarde de trabajar por no verla, ponerse a ver deporte por la tele y a la vez escuchar la retransmisión por la radio con auriculares (verídico, mi ex cuñado lo hace), irse al bar con los amigos, al fútbol... o simplemente unir ambos pabellones auditivos con un tubo hueco intracraneal. 

Aunque a veces todo ese arsenal no basta; no hay escapatoria posible porque el lenguaje no verbal se percibe aunque estés viendo la tele y acabas entrando al trapo, y por esta razón es muy manido el recurso a refugiarse horas y hora en la cueva: la planta 42 (en gabacho) o el turismo por los USA. 

¿Que qué? Es un chiste, la planta 42 en francés es la “cagán dé”, y la visita a yankeeland curiosamente siempre suele ser al estado de Illinois, concretamente a Chicago. 

Ya habréis imaginado por lo currado de los chistes que es mi recurso favorito cuando mi cerebro dice: “¡basta!”, ante la inacabable y archirrepetida cháchara de la contraria. 


POSIBLES SOLUCIONES ALTERNATIVAS Por principio debe usarse el Refuerzo Positivo y Negativo frente cualquier otra opción, es una clara demostración de amor verdadero. Después que cada cual sea consciente de lo que no hace bien y lo cambie: la mujer debería abstenerse de hacer interpretaciones emocionales de la realidad y de hablar sin parar −para eso están las amigas−, mientras que el varón evitará escabullirse por la sola presencia de su esposa y las tareas domésticas. Pero este tema da para mucho, como mucho es el conocimiento que cada uno debería tener de su sexo y del contrario para evitar disputas tontas, por lo que desisto de intentarlo y os recomiendo para estas navidades estos instructivos a la par que útiles libros.


"sexo", "adolescentes", "niños", "niñas", 


El Castigo Positivo 2. "Decálogo del feliz ex maltratador"

Para continuar con este asunto del Castigo Positivo que ya introdujimos en el capítulo anterior, vamos a intentar dar con algunas pautas de lo que puede usarse como civilizado estímulo aversivo con el fin de mejorar las relaciones conyugales, y lo que de ninguna manera puede usarse. No las voy a dar todas porque no las conozco y porque esto se alargaría en exceso, pero bastan un par para hacer reflexionar a alguien.


 

Hay que recodar antes de continuar que de las Cuatro Reglas, los dos tipos de Refuerzo son los más eficientes para hacer nuestra vida más fácil. Dejar de reforzar positiva y negativamente una conducta indeseada es a menudo (si no siempre) condenarla a su extinción, por lo que en la mayor parte de las ocasiones la estrategia ideal es no entrar al trapo, ni a la muleta de la manipulación emocional que pretende doblegarnos mediante el manido recurso al típico victimismo femenino −cuidadín: la mujer es el sexo débil, no el sexo tonto, ése lo somos nosotros, y ella tiene sus propias estrategias de combate−, ni al capote del chantaje sexual que nos agita cuando está enfadada. Ni caso. 

Es muy importante destacar que hasta los expertos en neurociencia de la salud recomiendan no hacer excesivo caso −o ninguno si la cosa viene de lejos− a los dolores psicosomáticos, exagerados o fingidos, porque hacerles caso no es sino reforzar positivamente los problemas y contribuir así a convertirlos en enfermedades reales. 

Sin embargo, una infidelidad puede ser la manifestación de un síntoma que aqueja a la pareja: el refuerzo positivo y negativo que proporciona la sexualidad a la relación es muy débil o no existe, bien porque la sexualidad no es suficientemente gratificante como para desear que se repita o porque es tan mala que lo que no se desea es tener cerca al otro. 

Es evidente que una buena sexualidad puede hacer soportable una relación poco satisfactoria, ahora bien, si las dos cosas fallan, apaga y vámonos. En cualquier caso, repito, el refuerzo positivo y negativo de nuestra consorte son la clave de una relación fructífera y satisfactoria. 

Este post puede generar −si nuestras queridas lectoras lo desean− un interesante debate, −qué digo interesante, ¡enormemente interesante!−, que dé lugar a otro post de respuesta en el que ellas cavilen sobre la aplicación del Castigo Positivo al varón con vistas −hay que advertirlo− a la misma mejora de las relaciones conyugales y con la misma premisa de únicamente utilizar métodos civilizados. 

Quizá haya alguna acémila que me acuse de dar pistas al enemigo o tratar este asunto con frivolidad, pero en realidad hago lo contrario de lo que propugna la actual −y ahora puedes entender que necia− política sociata contra la “violencia de género” de los bobos Aído, de la Vega, Zp y compañía: en lugar de ineficaces Castigos Positivos a estos delincuentes, doy pautas a los potenciales maltratadores sobre las estrategias más adecuadas a utilizar, les doy opciones más eficientes que quizá no usen por mero desconocimiento. 

En todo caso, estas estrategias son igual de eficaces independientemente de quien las use, sea varón o mujer, moros o cristianos y supongo que necesarias para ambos alguna vez, pero en este caso podemos considerarlas “El decálogo del feliz (ex)maltratador”.


 

 Consecuencias de la aplicación del Castigo Positivo
  • Puede provocar una respuesta agresiva. Lo normal es provocar una respuesta agresiva, porque la mujer siente amenazada su dignidad personal. Se puede definir a las mujeres que reaccionan así como "dominantes", pero el problema real no son ellas, eres tú: estás aplicando un procedimiento incorrecto, so animal.
  • Deterioro de la relación. Si te relacionas en base a castigos, tu cónyuge te asociará con los castigos, estímulos aversivos. Entonces, la relación se deteriorará. Una relación conyugal (y casi todas las demás) debe asociarse con ayudas, con refuerzos, apoyos, alientos, ánimos... no con castigos. Obras son amores.
  • No proporciona mucha información. Sirve para eliminar conductas, pero no sirve para generar nuevas porque no proporciona suficiente información. Es como el “mal” escrito en rojo en la corrección de exámenes: no te dice qué debes hacer para mejorar.
  • No es específico. Aún cuando tengas un buen timming para aplicarlo contingentemente con la conducta que quieres suprimir, puede asociarse a diferentes conductas, a opiniones, e incluso a la identidad sustento de la autoestima. Por tanto, cuando castigas una conducta inapropiada, también estás castigando otros elementos que sí pueden ser apropiadas.
  • Habituación. A base de castigos ligeros (insultos, descalificaciones), tu mujer se acostumbrará hasta el punto de que le dará igual, por lo que de persistir en tu conducta inadecuada cada vez necesitarías castigos más intensos para conseguir tus objetivos, hasta llegar a la agresión.


En consecuencia, sin ánimo de ser exhaustivos, estas son algunas de las cosas que sí puedes hacer como Castigo Positivo −o mejor, “Castiguitos Positivos”− y otras que no debes hacer, supongo que la mayoría son de sentido común, pero si sólo una puede hacer que mejore la relación de una sola pareja, me daré por satisfecho. De paso reafirmo mis principios.
  • SÍ evitar refuerzos. Para evitar enredarte en chácharas vanas o caer en las hábiles trampas lingüísticas o emocionales que acostumbran a tendernos las féminas, puedes pasar olímpica y educadamente de lo que te diga, o aplicar un poco de sentido del humor haciéndote el tonto como si hubieras entendido otra cosa −hacer una gracia con alguna palabra que surge en la discusión es mi favorita; además de cortar por lo sano, suele provocar alguna que otra risa− o el sordo; de esta manera evitas reforzarlo positivamente. Coherente con esta norma es el refrán: “no hay más desprecio que no hacer aprecio”; a nuestra “querida enemiga” ni agua.
  • No aplicar CP. Mandar callar de malas maneras a tu mujer, sin consideración a su dignidad de persona que no es ni más ni menos la misma que la tuya. Si no sabes discutir sin que se te hinche la vena, vete a un psiquiatra y pídele algo fuerte para calmarte.
  • Sí aplicar CP. “Forzar” hábilmente el contacto sexual aunque no le apetezca si se queja de que tiene dolores menstruales o si está algo enfadada y tú ya eres un experto en Cienorgasmología. Un buen montón de orgasmos son el mejor analgésico y relajante. Casi te aseguro de que te lo agradecerá.
  • No aplicar CP. Forzar el contacto sexual cuando ella no se sienta bien de verdad, cuando está agotada, muy enfadada, o lo que busques sea un ejercicio de dominación animal en lugar de calmarle un dolor menstrual o alegrarle un día triste, etc.
  • Sí aplicar CP. Dirigir la crítica o reprimenda al elemento concreto que crees que la merece, no a la totalidad de la persona.
  • No aplicar CP. No es lo mismo decir “eres tonta” o “no dices más que tonterías” que “eso es una tontería”. Concreta o especifica bien y no dejes a la persona con mal rollo. Unas palabras de comprensión ayudan a que la persona no se sienta agredida en su orgullo. Si le dejas con el mal rollo, además de no tener garantías de que la conducta no se repita, debilitas su autoestima.
  • Sí reforzar el autodominio. Razonar significa razonar, no levantar la voz; es mejor dejar la discusión para otro día que enzarzarse en una pelea dialéctica. Tomar un poco de aire si la discusión se encona, mañana las cosas se verán con más desapasionamiento y puede que cada uno haya comprendido por separado sus errores y concluya que el asunto realmente no es tan importante.
  • No aplicar CP. Nunca discutir cuando los ánimos están exaltados o delante de los niños.
  • Sí aplicar CP. Puedes hacerle rabiar sacando la cola del todo para recuperar el control de su mente.
  • No aplicar CP. No debes golpear como un salvaje con tu pilila contra el fondo de su chirri con el mismo objetivo, o entrar sin que esté preparada, porque le harás daño.
¿Hacemos una lista más amplia? ¿Cómo utilizáis vosotros las Cuatro Reglas para mejorar vuestra relación? Venga, animaros, a ver si nos lee algún moro cerril o algún potencial maltratador y le hacemos un bien.


3ª Regla: El Castigo Positivo

Este es un asunto que seguramente a más de uno le provocará la emergencia de unos cuantos apriorismos desde lo más profundo de su mente, pero como desde el anonimato uno puede franquear barreras sin miedos, aprovecho para decirlo tal y como lo pienso. Como suelo hacer habitualmente, por otra parte. ¿A que es una ventaja esto de no tener identidad? Así uno puede decir lo que piensa, lo malo (¿o no?) es que cualquiera puede hacer lo mismo. En cualquier caso, advierto que este no es un artículo académico, sino un post divulgativo y por tanto impreciso, por lo que quien quiera ampliar o profundizar en esta o cualquiera de las otras Cuatro Reglas, no tiene más que buscar por ahí.

El Castigo Positivo (CP) es lo que entendemos tradicionalmente como castigo “a secas”, lo que nos priva del conocimiento de que existen dos, éste del que hablamos hoy por una parte, y el negativo por otra. Igual que cuando hablamos del Refuerzo Positivo y del Refuerzo Negativo, vamos a circunscribir el asunto al ámbito de las relaciones afectivo-sexuales de los matrimonios, porque es en esta piedra angular, verdadero núcleo atractor de la galaxia social humana, donde encuentra la utilidad que nos corresponde poner en relieve en los turbulentos tiempos en los que la corriente de fondo dominante intenta destruir las referencias más básicas.


El CP consiste en −como consecuencia de sus actos presuntamente inadecuados− dar a alguien lo que no quiere. El ejemplo más clarificador es dar un tortazo. A no ser que seas uno de esos sumisos de látigo y esposas, lo más seguro es que no te guste un carajo que te abofeteen. Sin embargo normalmente recibimos y propinamos a lo largo del día más de uno, aunque no en esa ruda forma. 

Esta 3ª Regla no es en sentido estricto otra cosa que un elemento informativo −el feedback− que nos proporciona el entorno en que se desenvuelve la vida de cada uno. Así entendido, por ejemplo, el hecho de que alguien autorizado nos quite la razón puede considerarse un CP, que nos llame la atención −se sobreentiende que sobre una conducta inadecuada− también. 

De este modo podemos entender con claridad que una sanción de tráfico no es un CP, porque su efecto más importante es el contrario: nos da un pequeño disgusto por su sentido de reprimenda, pero fundamentalmente nos quita: puntos del carné de conducir y/o dinero de nuestra cuenta corriente. Al caso viene la anécdota de un amigo que circulaba con exceso de velocidad y como consecuencia fue detenido por un agente de la autoridad; éste se extralimitó de forma paternalista en sus funciones, lo que llevó a mi amigo a espetarle: Oiga, agente, o multa o sermón, pero las dos cosas no.


Llevado a límites extremos una paliza también tendría el mismo efecto, pero lo desproporcionado en su aplicación convierte el CP en agresión pura y dura. Lo digo porque me estoy imaginando que algún memo de esos militantes anti “violencia de género” va y me denuncia por apología del “machismo criminal”. Así que si tienes problemas con tu mujer y la mano suelta, te vas a buscar la mediación de un buen sacerdote; y si aún así alguna vez te da una ventolera, te metes las manos en los bolsillos y las pelotas en un barreño de agua helada, pero no vayas a creer ni por un momento que te estoy justificando.




Igual que podemos entender algunos Toques Orales, como un mensurado pero firme y conciso “¡Calla!” ante una cháchara femenina; y alguno de los Manuales como el pellizco, como un tipo de CP que busca cortar una conducta inadecuada en nuestra mujer −que su mente se pire por los cerros de Úbeda dificultando su acceso al orgasmo−, podemos utilizar esta Regla con el propósito de mejorar nuestra vida conyugal.

Por ejemplo, utilizar el recurso de una “violación ficticia” −el que quiera entender lo que digo, que lo entienda, y al que no, que le den por el riau− puede ser un interesante CP si se utiliza el “forzar” para culminar un morboso polvete en el que ella es la principal beneficiaria en lugar de buscar un mero desahogo animal masculino. Confieso que en un par de ocasiones −no tiene un pelo de tonta− mi contraria ha recurrido a ese chantaje −medio en serio medio en broma− para conseguir imponer sus criterios, y, claro, como cienorgasmólogo que soy, he recurrido tanto a mis habilidades como a mis persuasivos bíceps, con lo que la “rebeldía” le ha durado veinte segundos escasos, pasados los cuales ha disfrutado de sus megaorgasmos habituales un buen rato y con el mismo buen ánimo de siempre. 

No conviene olvidar que cuando la mente se pone en “modo positivo” tiñe la realidad del mismo color, debilitando las discrepancias hasta el punto de invertir su polaridad y convertirse en íntimo juego, así que si tu objetivo es este −y, repito, no otro− es una excelente manera de hincarle el diente a los problemas con un talante (me da nauseas usar esta palabra, pero es que no encuentro otra mejor) favorable. Bueno, también hay que decir que yo −además de no tener abuela− soy muy buen chico y no le doy a mi amorcito motivos para enfadarse mucho, lo que me lo pone francamente fácil.

Pero aún más importante que la aplicación del CP es su evitación. En una relación conyugal sana debe evitarse convertir la sexualidad en moneda de cambio, en chantaje o en puro Castigo Positivo. Si la mujer recurre a estas estúpidas estrategias está provocando la intensificación del deseo por parte del hombre, su frustración y la posible búsqueda de desahogo fuera de casa si no una justificación para el recurso a la violencia.

Justificar una desmesura en este tipo de CP femeninos no es equiparable cuantitativamente a justificar una agresión masculina, por supuesto, pero cualitativamente sí lo parece, porque impedida del recurso a la fuerza, la mujer usa consciente o inconscientemente los recursos de que dispone para hacer daño al varón. Tema de reflexión para las señoras lectoras.

Seguiremos hablando de este tema en sucesivos capítulos, que éste ya se ha extendido demasiado.