Sin ánimo de ser exhaustivos, podemos definir el orgasmo como un estado cumbre de placer psico-físico desencadenado a partir de la excitación sexual repetida. Sus consecuencias son varias, pero pueden englobarse fundamentalmente en dos categorías:
· Fisiológicas: Se produce un efecto rebote o boomerang que nos lleva de la cumbre de actividad física a la Fosa de las Marianas de relajación. Eso si nos deja la pesada de la parienta, que justo suelta la lengua cuando nosotros queremos desaparecer o fumarnos un pitillo para evadirnos un poco de su previsible verborrea. (Vale, sí, es un chiste malo)
· Neurológicas: Aquí podríamos diferenciar entre consecuencias psicológicas, afectivo-emocionales y cognitivas, pero para los propósitos de este post no nos extenderemos y las agruparemos en una única categoría claramente determinada por la secreción al torrente sanguíneo de las llamadas Betaendorfinas, unos opioides (sí, sí, producimos opio dentro de nosotros mismos) internos; aunque hay quien opina que pertenecen a la familia de los cannabinoides, drogas como la que procede de la marihuana que también fabricamos nosotros mismos y que nos inducen estados de felicidad. Para el caso, lo mismo.
las drogas esclavizan y animalizan al ser humano
Con el orgasmo ocurre algo similar a lo que experimentamos al terminar una actividad deportiva extenuante, aunque el proceso sea infinitamente más placentero en el caso de las relaciones sexuales. ¿O no?. Bueno, a veces ;-)
Pero no quiero ahora hablaros de orgasmos sino de matemáticas. Desconozco la cantidad de opiáceos y/o cannabinoides (O/C) que se secretan al torrente sanguíneo durante un orgasmo, así que voy a establecer una hipótesis con cifras básicas. Pongamos que durante un orgasmo producido en un encuentro no-cienorgasmológico, de aproximadamente diez segundos (normalmente menos; el orgasmo, claro), el organismo de la mujer secreta 1 unidad de estas flipantes substancias que le dejan en la gloria. Un cienorgasmólogo avanzado que pretenda alcanzar el primer escalón hacia la maestría producirá en su mujer, en una hora, sesenta orgasmos de diez segundos y consecuentemente 60 unidades de O/C.
Luego podemos inferir que durante un orgasmo de un minuto de duración provocado por un experto en la Cienorgasmología, la mujer verterá a su sangre 6 unidades de O/C (1 unidad por 6 veces 10 segundos); y durante dos minutos, 12 unidades (esta última cifra no la vamos a utilizar en el gráfico adjunto, para redondear nos quedamos con la de orgasmos de un minuto).
Siguiendo esta lógica, veremos que durante una sesión de sexo rápido en manos de un experto cienorgasmólogo, una de esas de diez minutos en la que caben hasta diez orgasmos de un minuto de duración, la mujer vierte a su sistema vascular ¡¡30 unidades!! de O/C. Y ¿qué pasa si el mismo experto se entrega a una sesión de una hora de duración en la que caben unos 60 orgasmos de un minuto? Que inundará su sangre con ¡¡¡360 unidades!!! de O/C.
como siempre, pulsa sobre el gráfico para verlo más grande
¿No es grandiosa la Cienorgasmología?
En otro post venidero hablaremos de los efectos del orgasmo.