En estos días en que me he tomado unas largas vacaciones dejándoos a todos sin el placer de mi inestimable presencia ;-) no he dejado de acordarme de vosotros.
Pero sobre todo os recordé uno de esos días en que una de esas causualidades que la vida nos pone de vez en cuando en el camino me regaló una perspectiva diferente desde la que observar el hecho del amor.
Y como toca desearos a todos −sin ironías− un feliz y próspero año 2009, quiero aprovechar ese regalo para declarar oficialmente este 2009 el Año Internacional del Amor en el universo de la Cienorgasmología.
EL LENGUAJE DEL AMOR
Repetía un amigo, a colación de las causas de su matrimonio truncado, que “Si lo que vas a decir no es mejor que el silencio, mejor no lo digas”. Y en ese momento se me encendió la bombilla, porque ciertamente ¿qué mejor demostración de amor verdadero que cerrar la boca cuando uno no está en buena disposición anímica para hablar? ¿Qué mejor ocasión para demostrar a nuestro cónyuge nuestro amor que callar si no se va a decir algo constructivo?
Siempre, y creo que no exagero cuando generalizo, es mejor dejar pasar unos días para que la ira −o lo que sea− se haya templado para hincarle el diente a cualquier desavenencia o problema, que discutir en caliente.
A esto habría que añadir que −y no me refiero sólo a las mujeres, porque hay hombres insoportablemente incontinentes verbales− ¿no es mejor callarse y leer un libro que volver a hablar de lo que ya se ha repetido centenares de veces?
A mí las peroratas de mi contraria me funden las sinapsis, llega un momento en que mi cerebro está tan inundado de cháchara estéril −excepto para sus inagotables ansias de comunicar por el hecho de comunicar− y busca desesperadamente una salida, un rato de silencio, un paréntesis, algo de calma para poder dejar que la mente simplemente vague por donde le apetece.
Normalmente aprovecho para recluirme en mi excusada cueva, echar siete cerrojos para evitar interrupciones y enfrascarme en la lectura de cualquier cosa, últimamente los libros Guiness de los Récords en versión papel.
Estoy convencido de que el silencio es una necesidad, y el ruido constante nos lleva a la enfermedad, y entonces pienso: ¿será que esas personas con vocación de sacamuelas necesitan hablar constantemente para impedir que sus mentes se enreden en pensamientos que les asustan? ¿tienen miedo de sí mismos? ¿necesitan describir minuciosamente cualquier cosa para ser más conscientes de ella?
No lo sé, le daré unas vueltas a ver si se me ocurre algo y ya os contaré, porque ahora se me ocurre que también existen personas que con su lenguaje nos demuestran con insistencia que ni nosotros ni nuestras opiniones les importamos un pimiento fuera de la satisfacción de sus necesidades; me refiero a los que a cada comentario que hacemos, responden sistemáticamente con una frase que comienza con un no o un pero.
LA PRÁCTICA DEL AMAR
Pero no es de la incontinencia verbal o de la negatividad de lo que quería hablaros hoy, sino de lo que ocurrió cuando oí a mi sexagenario amigo pronunciar la frase.
En ese momento mi mente comenzó una fulgurante labor de conexión de ideas hasta que compuso un elegante parafraseo de la suya y que constituye una precisa definición del amor como conducta: Si lo que vas a hacer no es mejor que no hacer nada, mejor no lo hagas.
Lamentablemente el concepto amor está tan confundido por el sentimentalismo que es raro encontrar una definición tan certera, tan inexcusable, un verdadero termómetro del amor que profesamos a nuestro cónyuge, a nuestros hijos, familia, amigos, a Dios... que pone contra las cuerdas al ignorante, al necio, al mentiroso, al que dice amarnos porque lo siente intensamente aunque al “amado” no sólo no le beneficia sino que le perjudica.
Si partimos del axioma de Fromm: “El amor es la ocupación activa por la vida y el crecimiento de lo que amamos”, nos encontraremos con la prueba definitiva de nuestro amor por los demás y también del que somos objeto.
Porque cada uno tiene su misión en la vida, que no está supeditada a la de nadie, yo soy yo y tengo mis intereses, mis preferencias, mis fobias y mis filias, de modo que si el otro no me ayuda en la consecución de mis objetivos vitales, si no me apoya cuando desfallezco, si no me anima, si no mejora las condiciones de mi existencia ¿qué demonios pinta a mi lado? ¿No está buscando únicamente un antídoto para su mal vivida soledad? ¿O no está simplemente buscando como el toxicómano su ración diaria de sexo?
Estas y otras son las reflexiones que me surgieron de aquella inocente frase que escuché causualmente. Supongo que ahora también son vuestras, y de todos, así que espero un buen intercambio.