El matrimonio es absolutamente indisoluble (pero otras cosas no)
El sexo oral, el preservativo, el cáncer y la promiscuidad
¡Claro! -argumenté yo-, eso si se usara.
El problema de las ETS en países subdesarrollados no está originado por la ausencia de uso de tal profiláctica medida de prevención, sino en el comportamiento primitivo, animal, de la población masculina, que viola a sus anchas, fornica cuando y con quien le apetece, incluyendo a menores. Y esta es la lacra que pretende eliminar la Iglesia Católica, la peste de la animalidad humana, esa promiscuidad incontrolada responsable única de la difusión de las ETS. Póngase usted a recomendar y regalar a esos salvajes toneladas de condones y obtendrá el mismo resultado que si regalase gafas de bucear a los esquimales, ninguno. Un salvaje incapaz de controlar sus impulsos primarios no piensa en el daño que puede hacer su conducta depravada, y menos va a ser capaz de detener su frenesí criminal para buscar, extraer del envoltorio y ponerse un condón... dando tiempo a su víctima a gritar, defenderse o huir, y él a perder la excitación.
Del mismo modo que el salvaje va diseminando su enfermedad entre sus víctimas o voluntarias compañeras de coito, el occidental supuestamente educado y civilizado -aunque dé muestras de parecerse más al animal humano que a la persona humana- pero promiscuo, es un vehículo en el que viaja y se disemina el destructivo material, hacia los genitales femeninos, aparatos excretores y ahora, tal y como señala este artículo que hace referencia a otro del British Medical Journal, a la cavidad bucal, disparando los casos de cáncer de garganta.
Mientras tanto, políticastros sin moral y multinacionales farmacéuticas seguirán haciendo el agosto, una vez descubierta su estratagema para forzarnos a todos a vacunarnos contra la irrelevante Gripe A, induciendo a las mentes perturbadas por una falsa idea de la libertad a buscar soluciones que no resuelven el problema, vacunas para hombres -una vez fracasada también la estrategia de la vacunación femenina del VPH- que no se dirigen a las causas, sino que buscan únicamente atacar las consecuencias. Algo que para cualquiera que tenga un mínimo de cerebro pensante, no constituye la solución al problema.
Tristemente, tendremos que continuar soportando que una cohorte de irresponsables e imbéciles hagan inteligentes bromas (ja,ja,ja,ja), ajenos a la realidad, con la vida y la muerte de los demás.
Enlaces a post relacionados:
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- ¿Cuál es el origen del cáncer? ¿La virginidad? ¿O la estupidez?
- Las Señoras de los Anillos. (El anillo de la castidad)
- El Jueves, Bernat Soria y el rollo infantil de los condones
- ¿Te has tragado la pastilla del SIDA? (Las mentiras sobre el VIH)
La sexualidad en crisis. Cuando las barbas de tu vecino veas afeitar.... (Los militantes gays se ciscan en los pantalones)
Las Señoras de los Anillos. (El anillo de la castidad)
Todo lo que sube, baja. Y viceversa. Quien haya creído que el mundo acabaría pareciéndose a un nirvana islámico se equivoca. Especialmente errados andan los que no han llegado a la cuarentena, para los que la vida es una escalada inacabable en pos de las altas cimas que la imaginación promete, la vida alegre, la utopía del todo es posible, sin fin, para siempre. Demasiados adolescentes eternos han pensado que el mundo se dirigía inexorablemente hacia un paraíso de sexo indiscriminado, buena vida, poco trabajo y menos esfuerzo, auspiciado por papá Estado con los impuestos de los pobres necios currantes, los que piensan a la voz de su amo.
Pero cuando uno ya lleva suficientemente −cronológica y psicológicamente− fuera del útero materno y ha llegado a divisar todo el panorama que queda por detrás y por delante desde la cumbre, se da cuenta de cómo han cambiado las cosas, y más aún, del cambio que viene inevitablemente. No, no estoy hablando de Obama. Hace justo treintaaños éste que les escribe corría en una de las zonas más calientes de España −no, no; tampoco es lo que estáis pensando− perseguido por aquellos grises que, a lomos de sus Sanglas (¿os acordáis del chiste?), transportaban a otro que sentado hacia atrás, disparaba sus pelotas de goma contra todo aquel que asomase la nariz. Yo era muy machote, muy ágil y corría muy rápido, por eso me salvé de lucir una de esas heridas de guerra, pero no era muy consciente de lo que hacía allí; es más, visto desde hoy era un crío necio e idealista con el seso sorbido por fantasías cheguevarianas. Pero había que luchar por La Libertad, así con mayúsculas, de modo que no había demasiado que dudar, estabas con Franco o contra Franco. Ni tus padres te lo impedían.
Supe después que en esas llegó a España lo que llamaban amor libre pero no lo caté −porque en mi pueblo decían que decía el obispo que allí chingar no era un pecado, sino un milagro− y con él aquello de “La virginidad produce cáncer, vacúnate”. Se suponía que la libertad implicaba que una debía abrirse de patas tranquilamente ante el primer salido que pasase a su lado, so pena de excomunión. Por la misma regla de tres a uno le debía dar igual cagar en público cuando le viniese el apretón porque ¡qué era aquella mojigatería de las inhibiciones y el pudor!. ¡Ah, cuanta inteligencia oprimida liberó la democracia!
Hemos pasado de alejarnos como de la peste de cualquier chica que no fuese virgen a ir a Bayona a ver a Marlon Brando El último tango en París (yo no, que era quitito), y de ahí a poner a nuestros hijos delante de un aparato que vomita sexo más o menos explícito y más o menos normal, hasta en los anuncios de gaseosa; y eso por no hablar del antiguo payaso (¿o es ahora cuando realmente lo es?) Emilio Aragón & friends y su repulsiva La Secta, ésa que vamos a salvar todos de la bancarrota con nuestros impuestos. Hoy en día está de moda ser adictos al sexo, anormosexuales, exhibicionistas... y ¡hay de quien no comulgue con el credo que imparten sus obispos!.
¡Cómo se le va a ocurrir a uno ir en contra de la corriente de fondo dominante! Te tacharán de conservador, teocon, meapilas y retrógado si les pillas en un día bueno, de machista, homófobo, ultraderechista o facha si en uno regular, o te silenciarán si les tocas las pelotas. Su poder es tan hegemónico, tan abrumador que llega a asfixiar; imponen su siniestra moral, sus catecismos, biblias y profetas en todos los aspectos de la vida. Estos, los de alma perversa que dijeron luchar por la libertad entonces y ahora no quieren dejar de darse la buena vida, o se sienten tan mal en su pellejo que necesitan dominar a los demás como si fuesen sus perros, se aferran a muerte a su poder. Mientras tanto, los que entonces nos la jugamos (yo poco, todo lo más un par de mamporros) por la libertad, volvemos ahora, con poco pelo, algo de barriga y muchas canas, a volver a provocar a los grises −éstos no de uniforme, pero sí de alma− y desafiar el riesgo de llevarnos un pelotazo en la boca.
Para seguir avanzando todo vuelve, los tiranos de entonces son los oprimidos de ahora, y los oprimidos de antes, los nuevos dictadores. ¿Lo malo? que ahora también nosotros, los que nunca hemos mandado y a pesar de ello hemos defendido la libertad, vivimos bajo su bota, o mejor, bajo su ZaPato. Y si algún día la nueva corriente resulta asfixiante, los que no estemos criando malvas y otros nuevos seguiremos defendiendo la libertad individual, una vez más algunos volverán a aferrarse a su poder... y así hasta la eternidad. Es agotador, pero ¿y si no lo hiciéramos?.
Mientras tanto, disfrutemos con el espectáculo y del artículo: Vuelve la castidad.
Gracias a Lady Godiva por darme la pista del artículo en su blog.
¿Te has tragado la pastilla del SIDA? (Las mentiras sobre el VIH)
La actualidad nos viene al pelo, nos permite ayudar a liberar las mentes de algunos de los pobres baterías del sistema atrapados en el Matrix regresista, antes llamado progresista. Llamados así por sí mismos, claro, como siempre, no se iban a autodenominar neocom.
Pero no te envanezcas, reconócelo, tú también te tragaste la trola ¿verdad? Tú también has dicho alguna vez que el SIDA es un invento de los malvados americanos ¿A que sí? Tú también creíste alguna vez que era un invento de los laboratorios químico farmacéuticos financiados por el Vaticano. Venga, no lo niegues. ¿Para qué lo habrían inventado estos hijos de satanás travestidos de curas, monjas, papas y hostias? Pues es evidente, se inventó para exterminar a los negros, que sobran a millones, a los pervertidos, a los sodomitas, a los anormosexuales gays, de paso a los promiscuos y a los jóvenes occidentales partidarios del amor libre, que a estos hay que matarlos desde pequeñitos, antes de que empiecen a dar la lata.
El perverso lobby cristiano iba a conseguir con un minúsculo bichito creado en un siniestro laboratorio financiado por la CIA en algún lugar oculto de África lo que no habían conseguido la Biblia y Jesucristo bendito juntos. Para cualquier ser humano con un mínimo de cultura, de sentido común y de madurez era algo evidente, innegable, indudable, injusto, ilegal, ilegítimo, ¿verdad?. ¿Me estoy pasando un pelín para variar, Traserete? Lee, lee.
Dice mi padre que Villanueva del Ebro es el pueblo de las tres mentiras, porque ni es villa, ni nueva, ni por ella pasa el Ebro. Otros dicen que es Santillana del Mar la falsa, pues no es santa, ni llana, ni la roza siquiera el mar; pero las que se llevan la palma son la ex República Democrática Alemana y la igualmente democrática Cuba, que tienen de democrática lo mismo que España de relevancia internacional con Zero Zapatero.
II Concurso Cienorgasmología
Crónica del día del ¿orgullo? gay (exaltación de la anormosexualidad)
No, queridos lectores, ni he bebido ni me he fumado nada que no vendan en el estanco de la esquina. Casualidades de la vida me llevaron el pasado sábado a toparme con la Gran Vía madrileña durante tres largas horas, ruidoso escenario de ese zoo ambulante de algunas de las más raras especies que, bordeando el límite de lo humano, muestran sus culos con orgullo gorilesco incitando a la gran masa de gente medio-normal a compartir su vaciado de principios, que diría Jesús Lillo, para llenarse de estímulos químicos y musicales. Aunque el lunes tengan que guardar sus estrafalarios abalorios para el año que viene y enfundarse en un vestuario asquerosamente convencional, desayunar a toda prisa y meterse en el hediondo metro o el atasco para llegar al curro a las 08:30, que les quiten lo bailao.
Durante el tiempo que fui testigo del circo itinerante, cómodamente sentado en la terraza de una cafetería de moda, disfrutando de un gran café espresso bien azucarado y un aromático robusto Davidoff con mi impecable camisa de rayas azules −por supuesto sin bolsillo ni botones en el cuello como mandan los cánones de la moda del Barrio de Salamanca−, exclusivo pantalón rojo marbellí de la británica Barbour, y náuticos azules destruyepiés de la nada elitista Tex de Carrefour −quién me mandaría a mí− pasé por varios estados de ánimo, desde la preparación para la lucha de defensa de un posible linchamiento a causa de mi facha de pijo de derechas infiltrado en semejante ambiente, pasando por el puro asco ante la imagen de dos tíos besándose, hasta la más franca simpatía con todo un arcoiris de sentimientos intermedios.
Destacaré que me resultaron muy simpáticos los cubanos, los más encantadores sin duda −dos o tres grupos de divertidos habaneros me tiraron graciosamente los tejos mientras me reprochaban fumarme un puro dominicano− disfrutando de la sensación de libertad fuera del yugo del Monstruo de Birán, “El Tipo”, que dirían ellos. Admirables sin rodeos los cuerpos perfectos de algunos culturistas, fundamentalmente extranjeros; dignos de compasión los viejos decrépitos y los pobres solitarios mendicantes de una brizna de la soñada orgía de amor libre; y de desprecio las nekanes-bolleras que apartaban descaradamente a sus víctimas cuasiadolescentes por miedo a que se despertase en ellas una atracción sexual natural hacia el enemigo dominador, cuando pasaban junto a mi mesa, que les aguase la fiesta.
Si entre los especimenes con tienen pito y cataplines se observaba una distribución muy heterogénea de todas las tendencias y morfotipos, entre las machorras la polarización hacia el lado de las feas feísimas horripilantes, mal pero que muy mal hechas, gordas halitósicas con pelos como escarpias, y orgullosas arrabaleras, era realmente abrumadora. Creo que sólo vi dos docenas de seres humanos con chirri y tetas de verdad a las que atreverme a introducir en la Cienorgasmología. Pero como suele decirse que de todo hay en la Viña del Señor, no puedo negarles mi consideración, que bastante tienen con ser tan difíciles de mirar como son. Ninguna desde luego a su promoción de la anormosexualidad entre las débiles de mente.
Más chirriaron mis principios cuando vi niños entre los festejantes; en ese momento me acordé del padre denunciado por llevar a su hijo a correr delante de los mansos cabestros en los sanfermines del año pasado y pensé ¿nadie va a denunciar a esos padres por llevar a sus hijos a correr entre estos locos peligrosos? ¿No debería ser una fiesta exclusiva para mayores de edad? ¿Por qué no se programa a las dos de la mañana cuando el público infantil no corre peligro de ser escandalizado y pervertido?
Muriendo ya la fiesta, me vinieron a la memoria las subvenciones de Gallardón a este tipo de actos culturales con el sibilino propósito de limpiar de putas, chulos y camellos los alrededores de la célebre calle Ballesta, como ya hicieron estos simpáticos progres tontos útiles con el otrora sucio y abandonado barrio de Chueca, convertido hoy en refugio y símbolo de movimiento ideológico Gay, pero también del buen gusto estético y culinario, con el objetivo de adecentar el centro de Madrid hasta dejarlo impecable de cara a su candidatura olímpica.
Urgente con sus centelleantes luces naranjas comenzaron otra frenética danza, girando alocadamente entre las aceras, aparentemente sin orden como hormigas comunicándose el hallazgo de comida que otro batallón de sopladoras andantes les iba acumulando en la calle, enormes camiones-reina que engullían las toneladas de desperdicios que regurgitaban de sus amarillos estómagos las obreras, todos supervisados por una élite de impresionantes todoterrenos de alta gama con sus warning y sirenas activados.
Sólo un par de hermosas chicas, quizá lesbianas, se atrevieron a desafiar como el valeroso manifestante antisocialista de Tiananmen, a esta armada invencible cuando, casi impoluta la calle, aparecieron cuatro camiones imponentes cisterna en formación paralela ocupando todo el asfalto con sus chorros robotizados de agua reciclada, dándose entre bailes y risas el penúltimo baño antes de sumergirse en los cuartos oscuros de algún local de Chueca.
En treinta minutos no quedó rastro de la rebelión arcoiris ni de sus inmundicias. Todo volvió a la normalidad de la vida cotidiana. Esperemos que, como decía el papa Juan Pablo II, el torpe mal termine produciendo el bien y consigamos gracias al influjo de esta pobre gente ser la sede de las olimpiadas de 2016.
¿Cuál es el origen del cáncer, la virginidad o la estupidez?
Un estúpido mundo en el que como ocurrió en la Unión de Repúblicas Sociatas Soviéticas (URSS) extinta de iure aunque lamentablemente no derrotada su irreductible fe ideológica, donde las hábiles y carniceras minorías logran imponerse por la vía de la conspiración permanente y obsesiva del mequetrefe de turno metido a mesías ávido de poder sin límites para ejercitar su venganza sometiendo a sus iras a un injusto mundo que le clasifica entre los débiles mentales. Un estúpido mundo triunfante frente a las derrotadas mayorías que ha logrado convertir en hegemónico su satánico catecismo para estúpidos.
Homosexualidad, normosexualidad, y otras cuestiones
¿Evolucionamos?
Este de la homosexualidad un debate en el que quienes menos intervienen son los propios homosexuales, deseosos la mayoría, por lo que leo en sus foros y salvo excepciones, de que les dejemos en paz con su vida. Abundan sin embargo legiones de caballeros de oxidadas armaduras y quijotes deseosos de salvar a quien no desea ser salvado de inexistentes y terribles dragones o gigantes.
Yo soy de esos que pensamos que los homosexuales deben ser considerados como cualquier otro ser humano, independientemente de lo que cada cual haga con su cuerpo y sus afectos. Sin embargo, el debate actual no está realmente fundado en esos términos, afortunadamente superados en el mundo civilizado, sino en la consideración de la homosexualidad como algo normal. Es pues, un debate artificialmente originado en el lenguaje, aunque por supuesto hay que tener en cuenta que ello no es algo trivial, porque el lenguaje es fruto del pensamiento que a la vez lo retroalimenta y configura.
Pues bien, al respecto he observado que huyendo de las entendidas como denigratorias categorías ancestrales normal/invertido, hemos caído en una astuta trampa psicolingüística al más puro estilo goebbelesiano, porque el hecho de convenir en dividir a las personas en dos categorías fundamentales: homosexuales y heterosexuales, lleva a la mente humana —claramente tendente a dicotomizar la realidad, dividida en las dos categorías primigenias del Bien y el Mal, o lo placentero y lo displacentero— a funcionar con los habituales atajos ahorradores de energía y procesamiento mental: los heurísticos.
Así pues, la mente generaliza y dicotomiza de forma inevitable, es decir, piensa en términos duales constantemente: día/noche, luz/oscuridad, arriba/abajo, hombre/mujer, derecha/izquierda, abierto/cerrado, normal/anormal, trabajo/ocio... y lo hace desde milenios antes de que se construyera el Barrio Sésamo, por lo que no es arriesgado suponer que está hecha por la evolución natural para dividir la realidad en dos categorías opuestas-complementarias porque ello supone una ventaja adaptativa. Al aceptar entonces la dualidad heurística y por tanto inconsciente heterosexual/homosexual, la mente de los desprevenidos asume realmente que son dos categorías fundamentales. Como si la realidad estuviera realmente dividida únicamente en esas dos categorías como los dos polos eléctricos. Y ciertamente no es así; existen en el mundo real homosexuales, pero también asexuales, bisexuales y alguna otra excepción a la regla general más, cada una en porcentajes diferentes pero claramente minoritarios.
Distribución normal, dispersión y desviación estándar.
Pura matemática, cero ideología.
Si uno de esos grupos es notablemente predominante por obra y gracia de la hipercompleja selección natural, se dice stricto sensu que está dentro de la norma. Es normal. Los grupos que no están dentro de la norma, están fuera de ella, siendo por tanto a-normales (que no sub-normales, algo que también heurística y erróneamente tendemos a asimilar con a-normal, porque lo anormal está fuera de la normalidad, no arriba o debajo). Si quienes asignan o defienden la denominación categorial son algunos homosexuales, parece claro que lo hacen con el interés inconsciente de atribuirse una supuesta normalidad que contrasta estridentemente con su tolerable (en el mundo cristiano; paradojas de la vida es al que atacan los infelices) deseo de salir del armario.
Entonces ¿salgo o no salgo? ¿Salgo sin complejos, luego asumo mi diferencia; o salgo con complejos creyendo —iluso— que soy un igual que los demás? Si decido salir honestamente con todas las consecuencias tendré que asumir, entre ellas, que hay una realidad llamada matrimonio que escapa a mi condición, porque implica necesariamente a un padre y a una madre esposos reales que se reproducen y crían a su prole.
Y si soy consecuente con mi decisión, a mucha honra, no quiero ser una familia ni un matrimonio, porque eso es para los otros. No puedo ser utilitario, fórmula 1 y todoterreno a la vez. Tengo que elegir y asumir mi elección o me las veré y desearé con la realidad, que siempre va a ganar. Puedo ser utilitario y rebelarme exigiendo los mismos derechos que los fórmula 1, pero ello no me hace más cercano a la realidad, sino a la constructivista y relativista idea de que no hay verdades objetivas externas a mi actividad mental, sino versiones prevalentes de la realidad que grupos sociales dominantes diseminan.
¿Salgo entonces sin complejos o me dejo alguno en el armario porque me interesa? ¿Soy diferente o no tanto? ¿Está mi sexualidad invertida con respecto a la norma o no?
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Estas son preguntas que debe responderse el movimiento ideológico gay (eufemismo de anormosexual, ergo —infructuoso— intento de disfrazar la realidad) hoy en día, además de estas otras: ¿Es mala la naturaleza por haber hecho a la homosexualidad excepción y no norma? ¿Por qué razones la evolución natural me mantiene en la excepcionalidad?. Los homosexuales militantes (que afortunadamente no todos lo son, ni mucho menos) no pueden seguir engañándose, porque ello significa seguir dándose de narices contra la realidad, sufriendo sus embates.
Y los caballeros de oxidadas armaduras y quijotes que apoyan conductas y leyes que van en contra de la evolución debieran comprender que promocionar la homosexualidad es igual de aberrante que promocionar la asexualidad o la transexualidad. Sin embargo, como muestra de su incoherencia y sectarismo ciego, en los manuales de su engendro llamado Educación para la Ciudadanía se propone a niños probar la homosexualidad, pero no la asexualidad. Contesten: ¿no es eso discriminatorio para los asexuales? Se les cayó el castillo de naipes, no hay más que ideología, puro interés electoral.
Terminaré. Además de las anteriores, otra de las confusiones psicolingüísticas más extendidas al respecto se refiere al concepto “natural” con el que se categoriza la homosexualidad, que se pretende igualar con el concepto “normal” mediante el falso silogismo: “Si es natural, entonces es normal”. Y tampoco.
La categoría opuesta a natural es artificial, y en la naturaleza existen tanto eventos normales como a-normales; pero no artificiales. Lo artificial es obra del ser humano. Un homosexual no es artificial, sino efectivamente persona natural, igual que un asexual es ambas cosas; pero una familia formada dos hombres o dos mujeres no es obra de la naturaleza, sino obra del ser humano y sus necias leyes que buscan ganar y mantener el poder a costa del futuro de sus hijos y los hijos de sus hijos.
Dicho todo esto, y si coinciden conmigo, propongo fomentar un cambio de las diferentes denominaciones categoriales, más ajustadas a la realidad real y que quedarían expresadas de la siguiente forma: personas/personas homosexuales o de otra condición.
O bien la categorización más cómoda por breve: normosexual/homosexual/bisexual/asexual/transexual/metrosexual/übersexual.
Pero no heterosexual/homosexual. Eso no se corresponde con la realidad.
Vínculos interesantes al respecto:
http://www.con-versiones.com/nota0489.htm