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¡He descubierto un nuevo toque cienorgasmológico!





Desde mi adolescencia casi siempre he estado en forma físicamente; pero desde el inicio de la pandemia he dejado de ir al gimnasio y llevo ya más de un año entrenando en la terraza de casa con gomas. Lo que empezó con un "a ver si me mantengo en forma" se ha convertido en que me he puesto más fuerte que el vinagre de Jerez. Más que nunca o al menos igual que cuando he estado más fuerte, allá por mis 25 años, y han pasado otros tantos y alguno más. 

Alucino porque —yo que echaba pestes de las gomas— gracias a este entrenamiento obligado por el Sars-Cov-2, y para mi gratísima sorpresa, un día, en plena faena de alcoba, me di cuenta de que podía mantener sin cansarme la pelvis de mi afortunada coprotagonista de juegos en vilo estando ella tumbada boca arriba en la cama, únicamente apoyada en la parte dorsal de su espalda, sus hombros y su cabeza, o sea, con más partes de su cuerpo en el aire que sobre el colchón. 

Ella es una mujer de complexión normal, podríamos decir que entre ectomórfica y mesomórfica, lo que significa que no tiene mucho lastre, lo que me facilitó estos nuevos toques; pero también es cierto que no es la primera vez que lo hago y nunca me había encontrado con esa facilidad para levantarla y moverla como si fuera una pluma sin cansarme nada. 

—¡Anda! Pensé para mis adentros. La sorpresa fue mayúscula en dimensiones y en agrado, y el refuerzo positivo de esos potentes, porque hacía años ya que no descubría algo tan trascendente en el terreno copulativo. Mi orgullo se quedó en el techo de la habitación porque no podía atravesar el forjado de hormigón armado, porque no sólo había constatado experimentalmente lo fuerte que estoy (cuando entrenas mueves las gomas, tu cuerpo u otro peso, pero no sueles mover cosas más cotidianas excepto la compra, así que no tienes muchas más referencias que esas y el volumen de tus músculos) —que para mí es importante— sino que había descubierto, experimentado, disfrutado y hecho disfrutar a tope del nuevo toque.

La capacidad sexual de las mujeres es mayor de lo que se pensaba

He acortado el título porque el original hubiese sido demasiado largo. Tan largo como revelador: La investigación actual sugiere que las mujeres son capaces de una mayor capacidad de respuesta sexual de lo que se pensaba. 
¿Por qué traigo esta noticia aquí? Porque una vez más, como ya ocurrió felizmente hace unos años, la ciencia confirma las hipótesis de la Cienorgasmología, y eso es otra buena noticia para nosotros. Hemos desarrollado y perfeccionado un método de forma empírica, incuestionable para los que lo experimentamos y disfrutamos, pero difícilmente demostrable (no vamos a ir a un laboratorio a ponerlo a prueba) de forma científica, o sea, como mandan los cánones de la ciencia.

Sin embargo, sí podemos corroborar mediante la ciencia algunos de nuestros presupuestos básicos, como ocurrió entonces, cuando se confirmó que nuestra estrategia de atrapar la mente de la mujer era la protagonista del inusitado número de orgasmos que un cienorgasmólogo puede provocar a su mujer. Recordad que la Cienorgasmología, a la que en sus principios denominamos "Ciencia, Técnica y Arte", se basa en provocar estímulos inhabituales a fin de capturar la mente de la mujer, su atención, y llevarla por donde nos interesa. Basándonos en esta premisa podemos lograr hacer cien orgasmos en una hora, orgasmos de varios minutos de duración, orgasmos encadenados, de intensidad intraorgásmica variable, y generarlos mediante la actuación sobre un pezón, o con un simple abrazo a nuestra mujer.

Soy un adicto a las almejas. Ejemplo de encadenamiento de orgasmos orales

Vascongadas, EspañaRecuerdo que hace unos diez años, un antiguo compañero de trabajo que rondaba la cuarentena, me sorprendió un día con una frase que no podía creer. Me perdonarán la chabacana expresión, pero es literal. Me dijo: “A mí no me gusta comer coños”. Desde ese día lo he pensado muchas veces, y he seguido sin creerme que hubiese gente con tan mal gusto como el pollo aquél. Pero tiene que haber de todo en la Viña de El Señor, un ejemplo de cada una de las posibilidades, quizá en su caso debido a una educación rígida, propia de un padre militar de baja graduación.

Crear ondas hacia el orgasmo

Hoy, además de lo de siempre, vamos a culturizarnos un poco más, que no todo va a ser chingar. Veamos: la física afirma que los orbitales de los electrones que rodean el núcleo de los átomos deben ser coherentes, porque en caso contrario será rechazada la partícula que pretende formar parte de él sin que exista esa amistad.

Como se ve en la imagen de la derecha, en su parte izquierda, las ondas coherentes entre sí generan (la parte de abajo) una onda mayor con los mismos patrones que sus sumandos, mientras que a la derecha puede observarse cómo las ondas incoherentes se interfieren unas a otras hasta anularse (abajo nuevamente). Como veremos un poco más abajo, en la génesis de los orgasmos subyace la misma mecánica.

Acompasarte con sus sensaciones en el sexo oral

imageYa hemos comentado alguna vez que la postura del misionero permitió un salto evolutivo enorme a la humanidad, porque puso la semilla de la relativa igualdad entre varones y mujeres. Gracias a la denostada postura, la mujer dejó de ser un mero objeto de la satisfacción sexual masculina vuelta de espaldas a cuatro patas como los animales y pasó a transmitir con sus expresiones faciales aquello que sentía, lo que obligó al varón a tenerla en cuenta precisamente por la imposición de la empatía sobre él, de modo que espejeaba sus expresiones de placer, indiferencia, despiste, dolor, desagrado… Las sentía en sí mismo. La Cienorgasmología, también lo hemos dicho ya, supone el siguiente salto evolutivo, pues obliga al varón a autocontrolarse y dedicarse de lleno al placer de su mujer antes que al suyo.

El conocimiento implícito y explícito en la sexualidad 1ª parte

La mayoría de las personas, si no todas, disponemos de conocimientos implícitos, y un ejemplo simple es llevarnos la cuchara a la boca cuando comemos sopa. A nadie se le ocurre abrir la boca para recibir una cucharada antes de tragar la precedente, por razones que sobra explicar. El momento de abrir la boca para la siguiente cucharada no es un conocimiento explícito, no pensamos en cuándo lo hacemos, probablemente nunca en nuestra vida adulta habremos puesto atención en ello, simplemente lo hacemos, lo que lo convierte en conocimiento implícito, automatismo sin intervención de la consciencia.

Un viaje por las cumbres de la Cieonorgasmología. Orgasmos con piloto automático.

Supongo que muchos de los nuevos lectores, y más de dos de los antiguos, se preguntarán: "Bueno, y después de alcanzar los cien orgasmos por hora, ¿qué nos espera?" El que sigue es un relato metafórico de lo que queda por llegar.




El de ayer fue un día especial, frío pero especial, uno de esos días en los que uno no acaba de sentir una sensación térmica confortable en ningún momento. Pero a pesar de que en la calle la temperatura había bajado de los cero grados y una impoluta capa de nieve cubría cualquier superficie poco vertical, en nuestro sofá de esquina se había creado una especie de cocoon, un agradable microclima que permitía estar con el culo al aire sin temor a resfriarse aunque unos minutos antes hubiera que echarse encima la mantita para no sentir frío estando vestidos.

Ya sabía que la predisposición influye
en la percepción subjetiva, como ocurre con el caso del sabor, pero nunca se me ocurrió pensar que también influyera en la sensación térmica. Y vaya si influye, porque en el momento en que surgió la chispa y voló la ropa, parecía como si nos hubiésemos colado por un agujero de gusano conectado con una soleada playa del hemisferio sur.

Como introducción sonaron tres fragmentos
de un suave concierto oral, de un par de minutos de duración cada uno. Nada espectacular, ninguna preocupación especial por la técnica, sólo disfrutar de la visión, el sabor y la textura de esa región anatómica que de niños llamábamos "Orinoco"; eso sí, fueron seis minutos repartidos en tres orgasmos ininterrumpidos, consecuencia de haber alcanzado un elevado grado de maestría cienorgasmológica.



Pero lo que verdaderamente puede impresionar al lector no es el aperitivo, sino el pantagruélico festín que vino después, quizá el orgasmo más largo experimentado por mi contraria hasta la fecha. Tampoco hubo en este caso un alarde técnico por mi parte, sino movimientos y cambios de ritmo simples al alcance de cualquier -eso sí, desde la insuperble cienorgásana, por supuesto- mortal. Hasta a mí se me hicieron largos y algo aburridos los quince minutos de viaje por las cumbres del placer femenino. Hiciera lo que hiciera ella seguía ahí, en su particular nube, sin bajarse ni un momento hasta que unos espasmos nerviosos la devolvieron al suelo... durante unos breves segundos hasta que llegó el siguiente plato.

Entonces ocurrió algo relativamente sorprendente, no porque no se hubiera experimentado antes, sino porque nunca hasta
ese límite. En mitad del siguiente fragmento, el director tuvo que bajarse del atril porque la calefacción había hecho saltar un diferencial (romántico, ¿eh?), y mientras apagaba el radiador adicional que habíamos inútilmente conectado en previsión, iba hacia la caja de los interruptores eléctricos y volvía -total algo menos de un minuto- a entrar en harina... ¡ella siguió sin perderse una nota! Ella solita, sin moverse, tan relajada como sorprendida, continuó sonando a todo trapo sin ninguna dirección artistica, como si hubiera conectado el piloto automático del orgasmo para suplir mi ausencia.

El concierto culminó entre sinceros aplausos aproximadamente una hora después. minutos más tarde el público se retiró satisfecho, sin alharacas. Al fin y al cabo, cuando uno va a escuchar a una de las grandes orquestas bajo la dirección de un maestro, ya sabe lo que va a vivir.




Advertencia importante: No empieces a practicar estas técnicas sexuales in antes leer este post, podría causar serios inconvenientes a tu vida sexual.




¿Importa el tamaño? (Del pene o la pena)

Ya hemos comentado en otras ocasiones que el cerebro tiene un funcionamiento curioso, y que si los medios de comunicación nos dicen que somos los que menos chingamos de Europa nuestra autoestima nacional −si es que queda algo del orgullo de Raza− se resiente. Ni por asomo se nos ocurre pensar que quizá es que tengamos mejores cosas que hacer, por ejemplo salir a tomar una caña (de cerveza, traduzco para los lectores de Hispanoamérica) −unas cañas antes de la crisis− con los amigos; ni que con qué argumento se defiende que sea mejor echar cinco kikis a la semana que dos.



Y si nos dicen a los machos hispanos que un famoso ponrstar tiene un mango de 25 cm. sufrimos un ataque de envidia y depresión. ¿Estamos tontos o qué? ¿Es que más es mejor? Dudo mucho que ningún pornstar del planeta nos llegue a los cienorgasmólogos a los talones. De hecho los que habemos repartidos por el mundo −al menos cinco que sepamos por las estadísticas del Blog más este servidor− sabemos que no, que importa más la calidad que la cantidad, pero aún así el asunto sigue dándonos dolores de cabeza, sobre todo porque las féminas últimamente parecen tan insatisfechas con las prestaciones de sus compañeros de cama que sienten la necesidad de probar a ver qué tal con ese fálico vegetal del hipermercado. 


Total, igual que las toallitas higiénicas para bebés las usamos los mayores para limpiarnos salvas sean las partes después del sano fornicio, podemos comprar tranquilamente un kilo de calabacines porque nadie va a pensar que antes de preparar la sabrosa crema vamos a aprovechar uno para hacer experimentos, sin tener que pasar la vergüenza de entrar en un sexshop ¿verdad? ¿O soy un malpensado?



Las marditas estadísticas

Según las estadísticas, los españoles e hispanoamericanos caucásicos nos movemos de media en una franja que va de los 12 a los 16 centímetros de largo y alrededor de 3.8 cm. de diámetro. Los africanos nos ganan por unos cuatro cm. de largo y 1.2 de diámetro. Dejando aparte aspectos como el mayor grosor de la piel de africanos y mestizos que pueden requerir mayores dimensiones para que ellas se enteren de algo, parece obvio que la naturaleza, una vez más, muestra su sabiduría.

Porque... ¿quién y para qué quiere tener un cacharro descomunal? Hace unos días hemos podido ver a Antonio Lobato, el presentador de la F1 en la TV de España, probar un R24 en el circuito de Magny Cours, uno de los coches con los que Fernando Alonso consiguió sus dos campeonatos del mundo, y el pobre ni se acercó a los tiempos que Magic emplearía haciendo el recorrido marcha atrás. También vemos que algunos de los jinetes de los pepinos más impresionantes de la temporada actual dejan mucho que desear a la hora de sacarle todo el jugo a su aparato. Evidentemente es necesario tener un material mínimamente competitivo, pero igualmente hay que reconocer que lo importante es la calidad del piloto.


Más absurda es la pretensión si tenemos en cuenta que la vagina tiene unas medidas de 8 cm. de longitud por la parte anterior −la más cercana a la vejiga y al abdomen− y de 12 por la posterior, lo cual quiere decir que pasando de 12 cm. lo más probable es que lleguemos a hacer tope en alguna ocasión, como cuando sentimos que la punta está tocando algo por ahí dentro −el cuello del útero− en posturas en las que aproximamos sus muslos a su abdomen. Un servidor −como español de raza de apellido visigodo− es de esos que no superamos los 17,0 X 5,0 y ya sabéis de sobra que no es precisamente que yo tenga problemas para satisfacer a las féminas.


El truco

Como nos recuerdan nuestros hermanos mexicanos en este vídeo, el responsable del orgasmo es el cerebro, así que olvidémonos de comeduras de coco y paremos la mente cuando un pensamiento deprimente de este tipo nos asalte. Y si alguna vez queréis regalar a vuestra mujercita una sensación de plenitud sin artificios vegetales o sintéticos, ahí va el truco: mete junto al churro uno, dos o más dedos con cuidado. Así de sencillo y de barato. Y, Bibi, vale tanto para el culo como para la cula. ¡Y no necesita pilas!




Capítulo 5 - Atrapar su Mente: Conviértete en director de la orquesta de tu mujer


Deja que acuda a tu mente la imagen de un gran director de orquesta. Un maestro como Karajan capaz de organizar y dirigir un gran número de personas y complejos instrumentos, de los que extrae su fruto mediante un sutil lenguaje corporal: postural, gestual, y particularmente sus manos y su batuta, sintiendo nítidamente cada matiz de la música que está produciendo. ¿Resultado? Un feedback recíproco: la orquesta se ve reflejada en los movimientos del director y él siente el reflejo de su propia actuación sobre en ella a través de la música. Una sinfonía armónica que lleva a los que la escuchan a experimentar y gozar de las sensaciones y sentimientos que el autor de la partitura quiso transmitir cuando la creó.

Sin embargo, la actuación de la mayoría de los actores sexuales se parece más al bueno de Angus Young y su guitarra, o a este lumbreras anónimo, reproduciendo ritmos arrítmicos y cadencias monocordes, tan útiles para crear una melodía armónica como el aserrar de un carpintero. Atrofiada su capacidad de sentir la música a base de ruido y mucho menos capaces de transmitir sensaciones sutiles, cambios de tempo, de intensidad, de frecuencia, pausas y movimientos a su orquesta, poco placer pueden provocar en cuanto la pasión inicial del matrimonio decae. Son los que se basan en su experiencia con la zambomba masturbatoria arriba-abajo, como el papel higiénico, y frotar hasta acabar. Éstos pueden terminar produciendo algún sonido parecido a música, cierto, pero más por que existen instrumentos capaces de sonar aceptablemente sin dirección externa que por su habilidad inexistente. Tanto la buena música como las obras de arte quedan fuera de su alcance. A estos es mejor que sea la mujer quien les dirija. O como suele suceder, que cada uno vaya a lo suyo. Pero hacen el amor ¿eh?. Patético.

En el lado contrario, un maestro de la Cienorgasmología conoce a la perfección los instrumentos que componen la orquesta que va a dirigir, sabe cuál es el timbre, tono, volumen, tempo, sensibilidad... y umbral de saturación de las diferentes partes del cuerpo de su mujer. Un aprendiz o un mal director se dedica a buscar misteriosos puntos G que puedan producir algún sonido decente o ni eso, se queda con la búsqueda de su propia satisfacción mientras descuida instrumentos esenciales y su propio desarrollo. Para alcanzar la maestría es necesario prestar atención a la partitura que queremos interpretar, una pieza variada en intensidades y con pocos estribillos repetitivos, y a los instrumentos de que disponemos.



Vamos a verlos. Los toques con la pelvis que ya anticipamos en el anterior capítulo deben ser ahora manejados, pero en ausencia de imágenes ejemplificadoras por razones obvias, habrá que recurrir a descripciones con terminología más o menos ortodoxa. Para transmitíroslo sin recurrir a vídeos, voy a representarme mentalmente a mí mismo dirigiendo una obra concreta con una orquesta y describirlos lo que hago, cómo lo hago y lo que escucho. Tened en cuenta que esto no es una regla matemática, sólo una posibilidad entre muchas. Una advertencia previa: teatralizar es igual a no sentir, a fingir, a mentir, a exagerar... de modo que sé auténtico en lo que sientes. Si no sientes aún nada, ten paciencia, poco a poco empezarás a sentir la música que diriges y con un poco más de tiempo también llegarás a ser un maestro. La satisfacción que te proporcionarán los aplausos al final compensarán de sobra el trabajo.



TOQUES NATURALES DE BATUTA PÉLVICA

- Colócate en cienorgásana entre sus piernas. Entra en su cuerpo, pero no lo hagas ni como si estuvieras aparcando el coche ni tampoco como si fuese la escena de la película más ñoña que hayas visto. Sé natural, el momento te dirá cómo de rápido o de intenso. Siente, y sobre todo siente lo que ella siente.

- Un par o tres de empujones lentos, intensos, profundos y conscientes más para darle tiempo a que disfrute la sensación... y cuando toque salir retrocede sólo un centímetro o menos y vuelve a empujar, describiendo a la vez con tu pelvis un amplio semicírculo de lado a lado que frote pubis contra pubis. Es oportuno aprovechar la intensidad del momento para que ese arco sea profundo, que mueva todo su cuerpo con tu empuje. Ella sentirá una ola que sobrepasará los límites de su cuerpo y llegará hasta su cabeza. Muchas sensaciones. Y sorpresa. Retírate.

- Repítelo igual, consciente. Empieza por los dos o tres impulsos rectos y termina por la salida semicircular pero en el sentido inverso; no copies la profundidad del primer empuje, haz primero uno superficial o en dos etapas con parada intermedia para romperle el ritmo y capturar su atención mientras ella se pregunta: “¿qué va a hacer ahora? ¿qué está pasando?” Y tú lo estás viendo en su cara.

- Puedes repetir el movimiento, pero ella en ese momento ya se espera que lo hagas otra vez y empezaría a poder desconectar su mente de lo que le haces, así que aprovecha la oportunidad: rómpele el ritmo empezando con un pequeño arco y vuelve por donde viniste. Al llegar al final del arco... ¡sal!

- Quédate un momento sólo con la punta dentro, un instante que vuelva a capturar su atención expectante por lo que viene a continuación.

- Toca con una mano sus costillas flotantes e inmediatamente, justo cuando se pregunte qué estás haciendo... vuelve a entrar empujando y cuando llegues hasta el fondo no pares, elévate de modo que aplastes la base de tu cola contra su clítoris y sácala manteniendo la presión fuerte sobre él.

- Vuelve a entrar sin modificar la posición, con lo que volverás a frotar toda tu cola contra su clítoris en sentido inverso.

- Repítelo dos veces más, pero en la última, cuando llegues al fondo... sal describiendo otra vez un arco de circunferencia similar a los anteriores.

- Ahora no vuelvas por donde has venido, porque eso es lo que ella espera, así que continúa la circunferencia en el mismo sentido para sorprenderla.

- Vuelve a hacer otra circunferencia completa más mientras observas su expresión.

- Sal, ella ahora espera que sigas con intensidad, así que rompe su dinámica mental con un par de mete-sacas rápidos y superficiales.

- Para. Muévete muy despacio. Observa.


Ahora tienes que empezar a trabajar con la intensidad y el tempo, porque ella está esperando más, está totalmente entregada, sorprendida, en tus manos, así que ahora toca pasar de andante a allegro vivace y al definitivo allegro molto vivace progresivamente...


- Toca. Mírala. Sonríe. Pregunta ¿quieres más? No esperes a la respuesta.

- Di: “toma”, “más”, “vamos”, “siente”, “disfruta” o algo así para centrar su mente en el objetivo. Acércate más a ella y pega tu cuerpo al suyo mientras empujas profundo.

- Empuja tres o cuatro veces profundo y apretándote contra su pubis en cada final. Cambia.

- Sepárate. Empuja en semicírculo más rápido que antes pero igual de profundo ¿te sigue?

- Empuja tres o cuatro veces ¿te sigue? Continúa un par de veces más. ¿No te sigue? Para un instante... Toca. Sonríe con expresión de control. Di ¿Qué haces?. No esperes respuesta.

- Separa tu cuerpo del de ella y empuja en semicírculo en sentido inverso ¿Te sigue ya?

- Acelera los empujes ahora rectos. ¿Te sigue? ¿Sí? Pues sigue. Sigue, sigue... ya la tienes...


Si todo ha ido como yo imagino a estas alturas ya la has llevado a las puertas del primer orgasmo, así que sigue sin parar al ritmo de su respiración, armonizándote con lo que le haces sentir hasta el final. Ni se te ocurra pensar en dejarte arrastrar por ella, estás centrado en ella, y si este orgasmo se lo has hecho en cinco minutos, no la vas a dejar así. De modo que concéntrate en ella y en sus movimientos para olvidarte de ti.

Bien, si lo has conseguido, ya has dado el primer paso para alcanzar la maestría en la Cienorgasmología. Dentro de un mes, le harás un orgasmo nada más entrar en ella, en el primer empujón. ¿Es posible? Claro, ella ya se ha descondicionado del mete-saca, frota-frota hasta acabar, y ahora sabe que lo que le espera es una incógnita, un nuevo y quizá diferente océano de placer que le inunde, ya no tiene dudas, está entregada a ti y a lo que quieras hacerle, porque sabe que sabes.

Puedes probar otras combinaciones de toques, toques verbales y toques de pelvis, esto no ha sido más que un ejemplo redactado a vuelapluma y apenas revisado. En próximos capítulos os daré más claves para que podáis meter cien orgasmos en una hora, encadenárselos y alargárselos.





Capítulo 2 - Atrapar la Mente de tu Mujer: El toque manual



Sé pianista. Aprende a tocar las notas adecuadas.


He estado viendo en la tele al “Encantador de animales”. Es un tipo excepcional del que se puede aprender mucho sobre cómo educar a las personas. Aunque te parezca una burrada esta afirmación, así aprendemos gran parte de lo que sabemos y hacemos. El ser humano se distingue del resto de animales porque es capaz de desarrollar respuestas mucho más complejas a problemas mucho más complejos, intercalando entre estímulo y respuesta su mente, sus conocimientos y experiencias complejos.

Pero en las respuestas simples, como la mayoría de las que se desarrollan en la actividad sexual, no hay necesidad ni tiempo para procesos cerebrales elaborados. Ahí es donde tienes que poner la atención, en generar estímulos que “paren” sus respuestas automáticas como hace César con los chuchos mientras provocan otras nuevas y más eficientes. De paso vas a optimizar también las tuyas, con lo que dominarás tu excitación y tu orgasmo, serás dueño de tu placer y podrás prolongar los encuentros sexuales días enteros.



Atiende entonces. Si cuando estáis echando un polvito dejas el control de la mente de tu mujer en sus manos, repetirá los erróneos esquemas simples aprendidos, entrenados a base de repetición como los perros de Pavlov o los maleducados chuchos que llevan al centro de psicología canina César, se hará dueña de la situación y te llevará ella a ti por donde le interesa, con lo que el círculo vicioso se mantiene y refuerza. No lo hace con intención negativa, por supuesto, simplemente le sale así. Es una reacción. Así que ahora toca instaurarle reacciones más eficientes para generar un círculo virtuoso.

El primer paso para administrar adecuadamente el toque, como ya sabes, consiste en adoptar la posición cienorgásana para ganar movilidad y, sobre todo, evitar que caigas sobre ella. Obviamente, si estás recostado sobre ella no puedes usar tus manos con libertad. Formando ambos un ángulo aproximadamente recto con ella tumbada, tú puedes disponer libremente de ellas para hacer los toques que necesitas con el objeto de dominar su mente y con ello sus ritmos. Lo más normal es que ella quiera que te acuestes sobre ella, le gusta sentir tu peso, pero si cedes, has caído en la trampa; te ha cortado las manos. No cedas. Eres tú, como César con los chuchos, quien domina, que para eso eres el dador de placer y ahora su terapeuta sexual.

Si te dejas dominar ella se masculiniza y pierde posibilidades de obtener orgasmos femeninos, te conviertes en macho sumiso y tu papel pierde fuerza, te descafeínas, te feminizas, y pierdes eficiencia sexual. Ella sigue con sus respuestas condicionadas. Ya llegará el momento de “soltarse” un poco y que todo vaya fluyendo automáticamente; pero por el momento, vamos a cortar sus respuestas condicionadas por aprendizajes previos ineficientes.

Fíjate que César no “coge” a los perros cuando quiere dominarlos, sino que los “muerde” colocando su mano como si sus dedos fuesen colmillos. Es muy inteligente, porque no hace lo que él quiere, sino lo que el perro entiende. Tú quieres acariciar como a ti te proporciona más excitación. Tu mujer espera que la acaricies como a ella le gusta, está condicionada para experimentar respuestas de placer cuando se lo haces así. Pero, atención, el objetivo no es que tú te excites o que ella disfrute de las caricias, sino que tus caricias, tus toques, le lleven por donde tú quieres.

Ya tienes un primer estímulo que atrapará parte de su mente, tu nueva postura cienorgásana; es una novedad, y como tal le sorprenderá. Ahora “toca” diferente. Mira diferente. Aprovecha el momento porque ya hay bastantes novedades y estará sorprendida. Siente cuando tocas, siente lo que ella siente cuando tocas, aprovecha la distracción para hacer un empujón más lento y profundo, o más superficial, o uno que empuje todo su cuerpo con tu pelvis... y luego otro diferente, y otro...

Toca con tu dedo pulgar en las costillas flotantes, mírala, sigue sorprendida, -¿Qué me haces? -pensará. Cambia la penetración, hazla semicircular, por ejemplo; puedes hacerlo estando en vajrasana. Y observa y siente lo que ella está sintiendo. Si notas que vuelve a dispersarse, toca otra vez en otra parte, su cintura, por ejemplo. Y muévete diferente.

Ahora pon, por ejemplo, la palma de tu mano sobre su esternón, entre sus pechos, pero no de cualquier manera, sino sintiendo cada centímetro cuadrado que vas apoyando y la presión que estás generando, mientras te retiras rápidamente hasta dejar sólo la punta de tu cola dentro. Puedes apoyar la otra mano sobre la cama. Espera un instante. Mírala. ¿Te sigue? Bien, estás en la buena dirección. ¿No? Prueba otro toque. Sé natural y auténtico, no teatralices. Si finges, ella lo siente, le resulta desagradable y su mente se engancha en lo negativo.

Imagina que cuando tocas le transmites energía placentera, no seas un robot, espira cuando tocas, acompasa la espiración con el toque y el empuje. Pon intención en cada milímetro de movimiento y mililitro de espiración. Si se dispersa, cambia de movimiento y de toque. Di algo, no charles. Si charlas su mente se pira a la charla. No le preguntes; afirma. Ya sabes lo que puedes decirle, que es tu mujer, pero no te atasques en clichés guarros o ñoños, varía, siente lo que tu toque verbal masculino le produce y si consigues que sienta lo que quieres que sienta.

Cuéntame cómo van tus progresos. En la próxima entrega voy a hacer un listado de toques para que tengas más recursos.