Un tipo de mujer difícil de manejar II



Como anticipé en la anterior entrada de esta serie, mi nueva novia (valga la redundancia, pues novia significa nueva) disfruta de unos de los orgasmos más espectaculares que me he encontrado en los más de 35 años de vida sexual activa entre más de cien mujeres, lo que supone un 1 ó 2%. Una verdadera privilegiada. Con razón me dijo un día «Yo he disfrutado mucho en la cama».

Pero no es absolutamente pasiva, sino que gota a gota me va soltando información sobre sus orgasmos, con cierta ingenuidad a pesar de que sabe que soy el Jack Hammer creador del método Cienorgasmología. Y normalmente mezcla esa ingenuidad con condescendencia, como perdonándome la vida, advirtiéndome de sus intensidades, de si tal o cual clímax ha sido una réplica (su palabra favorita para intentar rebajar mi autoestima sexual) o un orgasmazo en toda regla. O de que como se había corrido pocos minutos antes no estaba lo suficientemente excitada y su  nuevo orgasmo ha sido tenue, y cosas por el estilo. Con una sonrisita sospechosa de disimular un pensamiento del tipo: «Vale, está genial, pero tampoco es para tanto»


En una de esas ocasiones en las que se suponía que solo iba a experimentar una réplica porque ya llevaba varios orgasmos encima en un rato, conseguí encadenarle otro de intensidad bomba atómica, que me hizo pensar que mis vecinos se estarían partiendo de risa o se habrían animado a darse un revolcón también, correlacionando claramente con un pico de excitación por mi parte que me permitió transmitirle los matices adecuados a mis todavía algo monocordes toques cienorgasmológicos. Con la intención de hacerle un chiste que le bajara los humos pero a la vez pusiera las cosas en su sitio, tomé mi móvil de la mesilla, hice como que miraba algo interesante y le dije con expresión preocupada —¡Anda! ¡El Instituto Sismológico ha detectado una elevada actividad sísmica en Lugo... procedente de tu réplica! Tardó un momento en pillarlo, y luego nos reímos juntos, reestablecida ya la adecuada jerarquía en estas cuestiones copulatorias. 


Una cesión consciente de sus riesgos


Un par de días después del último fin de semana recluidos en el laboratorio cienorgasmológico me comentó, como de pasada, que mi intento de encadenarle otro orgasmo una vez terminado el termonuclear primero de cada sesión no le agradaba del todo, que prefería que le dejase disfrutar de las sensaciones, placenteras contracciones postorgásmicas que pueden durar más de un minuto, y de la relajación, los besos, el abrazo, las típicas ñoñerías que gustan a las mujeres... 

Y a pesar de ser consciente de los riesgos que ello implica, especialmente que ella quiera hacerse con el poder en la cama (desafortunadamente no tenemos sillón en L, lo que complica las cosas) y condenarme a la mediocridad, cosa que bajo ningún concepto puedo ni puede ningún varón que se precie de tal título, voy a concederle el gusto, y así se lo he manifestado, porque soy consciente de que algo tan excepcionalmente gozoso debe ser disfrutado hasta la última brizna. 

Eso sí, la cesión se restringe exclusivamente al primero de cada sesión. En el resto seguiré intentando perfeccionar mis habilidades y haciéndole gozar con ellas.


Os seguiré contando cómo evolucionan las cosas.



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