¿Estamos locos o qué? El amor no se consigue con una pastilla.
Nos casamos enamorados
La prueba del nueve. (Del amor verdadero)
La trampa lingüística: ¿amor o enamoramiento?
Dicen el lavanguardia.es (antes española) que... La ciencia se ha lanzado a descubrir los secretos del enamoramiento. Las últimas investigaciones sobre el funcionamiento del cerebro han revelado que las personas cuando se enamoran pierden la capacidad de criticar a sus parejas al desactivarse las áreas del cerebro que tienen que ver con las emociones negativas. La neurobióloga e investigadora del Centro de Regulación Genómica de Barcelona, Mara Dierssen, participó en una conferencia que trató estos temas y que sirvió para clausurar la Semana Mundial del Cerebro celebrada en la Ciudad Condal. Dierssen ahora desgrana en esta entrevista con todo detalle científico aquel tópico de que el amor es ciego, bellamente descrito en la mitología griega, y adornado con unas cuantas tonterías progres-feministoides. Pasen y vean:
¿Qué pasa en el interior de nuestro cerebro cuando nos enamoramos?
En las primeras fases del enamoramiento estudios de neuroimagen muestran que se desactivan las áreas del cerebro que tienen que ver con las emociones negativas. Y eso se podría interpretar que cuando estamos enamorados nos sentimos más fuertes, capaces de todo y las emociones positivas imperan, según la antropóloga Helen Fisher o el neurobiólogo Semiz Zeki.
Ya sabemos por otros estudios y por lo que ella misma señala a continuación que lo que se desactiva en el cerebro son las áreas responsables de la crítica social, es decir, que cuando nos enamoramos perdemos la capacidad de percibir los defectos del otro. Y lo que se activan son los mecanismos de recompensa cerebrales que producen sensación de placer y seguridad.
En cierta manera el hecho de que las áreas que tienen que ver con el juicio crítico social se desactiven proporcionaría una explicación neurológica de que el enamoramiento amor es ciego ya que cuando valoramos a la persona que queremos para nosotros, nuestra capacidad de juicio se reduce. Pero todas las fases del enamoramiento no son iguales y estamos hablando fundamentalmente de una fase relativamente todavía inicial.
Si pasas el cursor pulsado por el hueco entre “enamoramiento” y “ciego” y lees el texto con el nuevo término que aparece −el original del artículo−, caerás en la cuenta de la trampa lingüística en la que incurren y hacen incurrir a los incautos con este tipo de información −eso si ellos mismos no están desinformados, que es lo más seguro−, porque se confunde el amor con el enamoramiento −algo que te sucede Vs. algo que haces; sujeto paciente/sujeto agente− dando lugar a ese relativismo en el que vivimos inmersos, basado en el desconocimiento y la confusión de algo tan esencial para el ser humano como es el amor, a pesar de la galáctica diferencia entre ambos conceptos.
¿Y qué queda de aquello del enamoramiento amor romántico?
¡Incluso en la literatura el enamoramiento romántico tampoco es eterno! De hecho desde un punto de vista biológico ese enamoramiento romántico requiere una inversión energética muy importante y nuestro cerebro está construido para poder habituarse a los estímulos. La habituación es un tipo de aprendizaje en el cual la respuesta frente algo novedoso va disminuyendo con el tiempo lo mismo sucede con las personas que conocemos aunque no estemos enamorados de ellas.
¿Se entiende mejor ahora que lo realmente valorable es la capacidad de amar y no la de enamorarse? Enamorarse puede hacerlo cualquiera, de hecho hay poca diferencia entre lo que experimenta un animal y una persona al respecto, pero amar es patrimonio exclusivo de los seres humanos más evolucionados, no de todos los seres humanos.
¿Usted como definiría el enamoramiento?
Desde un punto de visto neurobiológico el enamoramiento es una emoción compleja, un sentimiento privado que se acompaña de elementos de pasión, de deseo y de placer pero tiene diferentes fases según la antropóloga Helen Fisher. Y ese enamoramiento romántico y obsesivo daría paso a una emoción más compleja y elaborada que requiere la formación de lazos estables. Personalmente para mí el enamoramiento también es entrega, dar sin esperar a recibir nada a cambio.
Aquí la discrepancia es absoluta, porque esta neurocientífica confunde una conducta, un hábito −el amar− que se ha aprendido y desarrollado desde la infancia, con un sentimiento −el enamoramiento−. Y más aún, el enamoramiento ni siquiera puede considerarse un sentimiento ´stricto sensu´, sino una emoción. Y tal diferencia tiene implicaciones esenciales: un sentimiento no mueve a la acción, se experimenta y punto. Una emoción, por el contrario, nos mueve aunque no queramos, nos convierte en sujeto paciente de las circunstancias.
¿El proceso de enamoramiento entre el hombre y la mujer es el mismo?
Los trabajos de Fisher indican que el hombre tiende a ser estimulado más por señales visuales y de forma más constante, mientras que la mujer está influida por otro tipo de elementos. Por ejemplo, existen algunos estudios en los que se realizaron encuestas a estudiantes de un entorno universitario y mostraban que las mujeres tenían más preferencia por personas que denotaban capacidad de protección, un aspecto más tierno o una mayor intención de mantener una relación estable e invertir en ella y no por los que tenían el aspecto musculoso, que típicamente asociamos al concepto de atracción.
Una nueva confusión: ¿es que la mujer percibe esas señales de forma no visual?. El sesgo feminista que introduce la neurocientífica, el autor al que cita o ambos, al colocar en una categoría positiva a lo que hace la mujer partiendo de la suposición de que el “denotar” no es una categoría visual, es una clara manipulación −para variar− en detrimento del varón normosexual. Y estamos ya hasta los cataplines ¿no?
Una de las caras amargas del enamoramiento amor sobre todo quien la sufre y causa de ruptura de muchas parejas es la infidelidad. ¿Se puede hablar de una base genética de la infidelidad?
En cualquier caso si nos hemos de basar en el hecho cultural y en los perfiles conductuales que observamos en la población general parece que no se puede concluir que somos monógamos por naturaleza porque la tendencia es más bien a la promiscuidad sin que eso quiera decir que no podamos establecer relaciones monógamas y que no haya muchas parejas que lo sean.
Obvio, mientras uno pueda justificar una infidelidad como expresión de “amor”, está incurriendo en una conducta más que tolerable socialmente, incluso deseable por el mainstream progre dominante. Por eso existen personas que “buscan” el amor desesperadamente, enganchados a la droga del enamoramiento, creyendo que éste es en realidad aquel.
Entonces se puede concluir que somos un poco promiscuos…
Lo que está claro es que si hubiera por naturaleza una tendencia a la monogamia no existiría la poligamia. El perfil global de la población sugiere más bien que somos tendentes a la monogamia de forma cultural aunque tenemos también un componente de promiscuidad. De hecho, algunos investigadores como Tom Insel apuntan a que la monogamia no existe, aunque si puede existir una monogamia sucesiva, es decir, que somos monógamos durante un tiempo y luego cambiamos de pareja y somos monógamos durante otro tiempo.
Jejeje, esta chica (también) es booobaa, fijaos bien en su argumento: “lo que está claro es que si hubiera por naturaleza una tendencia a la monogamia no existiría la poligamia”. ¡¡Bravo, lumbrera, qué lógica aplastante la tuya!! Claro, y si por naturaleza hubiese una tendencia a trabajar, no nos pasaríamos el día tumbados a la bartola, como el desgobierno que padecemos.
¡No te jode!
¿Locualo?
¿Cuál es el origen del cáncer, la virginidad o la estupidez?
Un estúpido mundo en el que como ocurrió en la Unión de Repúblicas Sociatas Soviéticas (URSS) extinta de iure aunque lamentablemente no derrotada su irreductible fe ideológica, donde las hábiles y carniceras minorías logran imponerse por la vía de la conspiración permanente y obsesiva del mequetrefe de turno metido a mesías ávido de poder sin límites para ejercitar su venganza sometiendo a sus iras a un injusto mundo que le clasifica entre los débiles mentales. Un estúpido mundo triunfante frente a las derrotadas mayorías que ha logrado convertir en hegemónico su satánico catecismo para estúpidos.
Eso llamado el enamoramiento. Crónica de una humanidad prehistórica
Mientras la neurociencia sigue avanzando a buen ritmo e imparable, se mantiene vigente gracias al eco de medios de comunicación −revistas de psicología y autoayuda, magazines para adolescentes cronológicos y otros ya maduritos, medios de comunicación y quizá el peor enemigo: la descerebrante música moderna− este tópico fantasioso, pueril e idealista que además de confundir las mentes de los incautos, termina por convertir personas en meros objetos, las nuevas playstations de carne y hueso para entretener aburridos humanos poco evolucionados. ¿Quién dijo que los robots eran las únicas máquinas con inteligencias incipientes? Luego pasa lo que pasa.
El enamoramiento es un proceso perfectamente descriptible y que tiene tanto de similar con el amor como el tocino con la velocidad. No es broma, está claro que el tocino puede servir para engrasar los ejes de un carromato para que ruede más rápido. Igualmente el enamoramiento puede dar paso al amor, pero a palo seco tanto el tocino como el enamoramiento no sirven más que para llenar de residuos tóxicos las arterias en el primer caso y la mente en el segundo, convirtiéndonos éste en animales que se mueven según el viento que sople en lugar de decidir activa y reflexivamente a dónde uno se dirige.
Pero pasemos de la introducción a la descripción del proceso concreto del enamoramiento. Porque lo primero que hay que tener en cuenta es que no es algo etéreo, y mágico, procedente del arco de Cupido, sino un simple y hasta cutre proceso que sucede en los seres humanos como ocurre el proceso de alimentarse y es igual en las personas que en las vacas, los pájaros, los cerdos... ¿Maravilloso? Pues como que no.
El enamoramiento: EL PROCESO
1ª Fase: LA MOTIVACIÓN.
¿Cuáles son los motivos que nos impulsan a enamorarnos? Dejando aparte otras consideraciones como las similitudes anatómicas con los respectivos progenitores, en el estilo del vestuario, complementos, peinado, etc.; el individuo enamorable experimenta (sí, sí, no te engañes) alguna vivencia de carencia, como la soledad, el deseo de cambio en el caso de estar ya emparejado, el desvalimiento, las necesidades reproductivas, la inseguridad (oculta o no bajo un disfraz de seguridad u otros) y tiene en superar esas carencias los motivos para desplegar la segunda fase:
2ª Fase: LA APERTURA.
El individuo emisor muestra una apertura mediante su comunicación gestual y corporal: la mirada a los ojos, fugaz repaso visual a la anatomía del otro, contoneos, postura erguida, expresión de sumisión, victimismo...
Si el otro no muestra apertura ante nuestros mensajes no verbales, el proceso de enamoramiento se frustra limpiamente.
Si el receptor no encaja con el mensaje del emisor, las posibilidades de continuar el proceso también disminuyen.
Si el emisor encaja con el mensaje: algunos buscan inseguridad en el mensaje del otro, pero otros buscan seguridad, si el otro es la pieza del puzzle que se necesita, la pareja pasa a la siguiente fase:
3ª Fase: EL FANTASEO.
Ambos individuos fantasean brevemente acerca del otro, mientras tanto se disparan las secreciones de neurotransmisores relacionados con la sexualidad que predisponen a continuar el ritual. En la mayoría de los casos el fantaseo tiene una relación directa con el apareamiento, sea o no consciente o aceptado: miradas a las partes-diana (culos, tetas, entrepiernas…) u otras señales externas.
4ª Fase: LA CONFIRMACIÓN DE LA APERTURA.
Es quizá la fase más crítica, la verdadera piedra de toque de la continuidad de la protorelación. Suele presentarse también de forma no explícita: sostenimiento de la mirada a los ojos, gestos de invitación, acercamiento en el caso de los más osados, inicio de la conversación…
Fijaos que hasta este momento −normalmente− cada uno no conoce del otro más que su aspecto exterior en un nivel consciente y de sus necesidades y apertura en un nivel inconsciente. De esta cuarta fase se pasa a la culminación del proceso:
5ª Fase: EL INICIO DE LA RELACIÓN.
Pensaréis a primera vista que aquí se mantienen muchas posibilidades de frustrar la relación, pero en realidad no es así. Aquí es donde la mayoría discreparéis conmigo, porque... ¿Y si descubro que el otro no es como yo imaginaba?
Es difícil que se frustre, porque ya he percibido de forma no verbal que el otro y sus necesidades encajan conmigo y con las mías.
Más difícil aún, porque como advierte Fromm en El arte de amar, es el momento de vestir el escaparate que mostramos al exterior con las mejores galas. Aquí mentimos como bellacos, no somos nosotros mismos, disimulamos, pasamos por alto cosas que en ningún caso aceptaríamos, nos adaptamos… todo con tal de continuar la relación.
Otro elemento añadido: la feniletilamina, esa dichosa hormona (la química) que nos sube a las nubes y nos mantiene allí durante dos años haciéndonos verlo todo de color de rosa y pasar al otro por el mismo tamiz.
La espera de la relación sexual: la expectativa cierta de lograr la consumación sexual hace que pasemos por alto desplantes, tensiones, desacuerdos, futuros poco alentadores…
La relación sexual consumada. La hiperdisponibilidad sexual de los comienzos establece un vínculo potentérrimo, en parte porque proporciona satisfacción a través de la secreción de hormonas que producen placer y relajación, en parte porque más vale lo malo conocido que volverse al mercado de las relaciones y experimentar de nuevo el vacío que el otro parecía que iba a llenar.
Ya lo veis, nada de mágico, ni romántico ni ideal, sino todo lo contrario. El enamoramiento es uno de los procesos más simplones de la existencia humana y sin embargo atrapa a la mayoría en una sucesión de enamoramientos-desenamoramientos inacabable, ávidos del siguiente tiro que nos lleve al éxtasis temporalmente, y más propio de personas sin más principios que el logro de su propia satisfacción que abundan en los tiempos que corren, que de la supuesta cumbre de la evolución animal: el ser humano. Gana poder aceptando la realidad.
Ahora, sed sinceros. ¿Cómo ha sido vuestro (último) proceso de enamoramiento? ¿Habéis sido capaces de pasar del enamoramiento al amor? ¿O pasáis de un enamoramiento a otro buscando la quimera de la “media naranja”? Yo entono el mea culpa para que nadie se sienta disminuido, que lo mío es la maestría en la Cienorgasmología, pero en esto del enamoramiento… soy (o era) un gilipollas más.
Antes te hablaba de los Reyes Magos, ahora te pregunto ¿Te habías creído que lo del corazoncito y la flecha son realmente eso? Hace unos días hablábamos del Tantra ¿Te habías creído que ese símbolo es un tres con unos garabatos por la derecha?