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¡He descubierto un nuevo toque cienorgasmológico!





Desde mi adolescencia casi siempre he estado en forma físicamente; pero desde el inicio de la pandemia he dejado de ir al gimnasio y llevo ya más de un año entrenando en la terraza de casa con gomas. Lo que empezó con un "a ver si me mantengo en forma" se ha convertido en que me he puesto más fuerte que el vinagre de Jerez. Más que nunca o al menos igual que cuando he estado más fuerte, allá por mis 25 años, y han pasado otros tantos y alguno más. 

Alucino porque —yo que echaba pestes de las gomas— gracias a este entrenamiento obligado por el Sars-Cov-2, y para mi gratísima sorpresa, un día, en plena faena de alcoba, me di cuenta de que podía mantener sin cansarme la pelvis de mi afortunada coprotagonista de juegos en vilo estando ella tumbada boca arriba en la cama, únicamente apoyada en la parte dorsal de su espalda, sus hombros y su cabeza, o sea, con más partes de su cuerpo en el aire que sobre el colchón. 

Ella es una mujer de complexión normal, podríamos decir que entre ectomórfica y mesomórfica, lo que significa que no tiene mucho lastre, lo que me facilitó estos nuevos toques; pero también es cierto que no es la primera vez que lo hago y nunca me había encontrado con esa facilidad para levantarla y moverla como si fuera una pluma sin cansarme nada. 

—¡Anda! Pensé para mis adentros. La sorpresa fue mayúscula en dimensiones y en agrado, y el refuerzo positivo de esos potentes, porque hacía años ya que no descubría algo tan trascendente en el terreno copulativo. Mi orgullo se quedó en el techo de la habitación porque no podía atravesar el forjado de hormigón armado, porque no sólo había constatado experimentalmente lo fuerte que estoy (cuando entrenas mueves las gomas, tu cuerpo u otro peso, pero no sueles mover cosas más cotidianas excepto la compra, así que no tienes muchas más referencias que esas y el volumen de tus músculos) —que para mí es importante— sino que había descubierto, experimentado, disfrutado y hecho disfrutar a tope del nuevo toque.

"Tras el coronavirus habrá menos sexo esporádico y más vínculo emocional"


Es obvio que, igual que ocurrió con el SIDA (VIH) y otras epidemias de las hoy llamadas ETS (enfermedades de transmisión sexual), vulgarmente venéreas, como la sífilis, la gonorrea, las ladillas, el virus del papiloma humano, el coronavirus Sars-Cov-2 va a hacer que muchas cosas cambien en lo sexual copulativo y sus sucedáneos. Pero no tantas ni durante tanto tiempo, porque todo volverá a la normalidad normal, no a ese engendro fantástico que llaman nueva normalidad con el que se pretende que nos sometamos a una tiranía so pretexto de nuestra seguridad: así tendrás que vivir si no quieres morir contaminado o ser encarcelado para evitar contagiar a los demás. 

Dejando aparte estas cuestiones, si han leído de corrido el título de esta entrada, que está copiado literalmente del original, quizá no se hayan percatado de la barbaridad que implica, digna del nivel intelectual de su autora, a la sazón, pásmense, presidenta de la Federación Española de Sociedades de Sexología. Vale que esto no es mucho más que ser presidente de la asociación de vecinos de su edificio, pero sus opiniones de usted, cuando le toque serlo, no saldrán en el ABC tal que ex cathedra.

La sexualidad a los cincuenta años (1)


Los cincuenta años son una edad estupenda pero crítica. Además de que es ya casi totalmente descartable vivir otros tantos, la cantidad de experiencias vividas ya hace que cualquiera, nueva o no, nos seduzca menos que años atrás. Todo es menos excitante. Todo es más tenue, para mal y para bien, salvo la consciencia de la muerte, que lógicamente en estas edades a partir de los 40 está más presente, en algunas épocas demasiado y demasiado abrumadora y apesadumbradoramente, hasta que pillas la sintonía de Jesucristo y empiezas a surfear la vida sobre la ola que te va generando.

Si te has mantenido en buena forma hay que tener cuidado, porque (y esto lo he contrastado con amigos y famosos) estamos tan fuertes, rápidos, flexibles... como a los 25 ó 30 años, pero el cuerpo no tiene la misma capacidad de regeneración, por lo que es fácil lesionarse severamente, como ha sido mi caso, y sin expectativas ya de recuperación plena aunque casi casi, algo con lo que hay que cargar el resto de la vida con resignación cristiana, hasta que uno se acostumbra a los crujidos articulares y cosas así.

En cuanto a la práctica sexual —la cópula sexual que es posible sólo en el ámbito normosexual— después de los cincuenta años, también se producen cambios, pero no demasiado significativos, de los cuales voy a hablar a continuación para contribuir a tranquilizar a algún varón como yo y que esté en una circunstancia similar a la mía.

Crear ondas hacia el orgasmo

Hoy, además de lo de siempre, vamos a culturizarnos un poco más, que no todo va a ser chingar. Veamos: la física afirma que los orbitales de los electrones que rodean el núcleo de los átomos deben ser coherentes, porque en caso contrario será rechazada la partícula que pretende formar parte de él sin que exista esa amistad.

Como se ve en la imagen de la derecha, en su parte izquierda, las ondas coherentes entre sí generan (la parte de abajo) una onda mayor con los mismos patrones que sus sumandos, mientras que a la derecha puede observarse cómo las ondas incoherentes se interfieren unas a otras hasta anularse (abajo nuevamente). Como veremos un poco más abajo, en la génesis de los orgasmos subyace la misma mecánica.

Acompasarte con sus sensaciones en el sexo oral

imageYa hemos comentado alguna vez que la postura del misionero permitió un salto evolutivo enorme a la humanidad, porque puso la semilla de la relativa igualdad entre varones y mujeres. Gracias a la denostada postura, la mujer dejó de ser un mero objeto de la satisfacción sexual masculina vuelta de espaldas a cuatro patas como los animales y pasó a transmitir con sus expresiones faciales aquello que sentía, lo que obligó al varón a tenerla en cuenta precisamente por la imposición de la empatía sobre él, de modo que espejeaba sus expresiones de placer, indiferencia, despiste, dolor, desagrado… Las sentía en sí mismo. La Cienorgasmología, también lo hemos dicho ya, supone el siguiente salto evolutivo, pues obliga al varón a autocontrolarse y dedicarse de lleno al placer de su mujer antes que al suyo.

Buenas noticias para el amor

Dicen por aquí que: Al contrario de lo que generalmente se cree, el componente idílico de una relación duradera no tiene por qué desaparecer dejando sólo una relación de compañerismo y amistad, según los resultados de un nuevo estudio. El amor romántico puede durar toda la vida y asegurar una relación de pareja más saludable y feliz. *Advierto que no tienen ni la más remota idea de lo que es el amor, pero aún así se acercan bastante. Mejor lee la sección El arte de Amar en la columna de la derecha*. 

"Es la creencia de muchos que el amor romántico y el amor pasional son la misma cosa", explica la investigadora principal del estudio, Bianca P. Acevedo, en la Universidad de Stony Brook al iniciarse el estudio, y actualmente en la Universidad de California en Santa Bárbara. "Están equivocados. El amor romántico tiene la intensidad, el compromiso y la química sexual que posee el amor pasional, pero sin el componente obsesivo de aquel. El amor pasional u obsesivo incluye sentimientos de incertidumbre y ansiedad. Este tipo de amor ayuda a guiar las relaciones breves, pero no es útil para las relaciones duraderas". 

Acevedo y Arthur Aron revisaron 25 estudios realizados sobre 6.070 individuos involucrados en relaciones breves y en duraderas, para investigar si el amor romántico va asociado a una mayor satisfacción. Para determinarlo, clasificaron cada una de las relaciones examinadas en los estudios como romántica, pasional (romántica con obsesión), o análoga a la amistad, y también catalogaron a cada una según su duración, breve o duradera. Los investigadores revisaron 17 estudios sobre relaciones breves, que incluyeron a estudiantes universitarios de entre 18 y 23 años que estaban solteros, sosteniendo un noviazgo o amistad íntima, o casados, con un promedio de duración de la relación menor a cuatro años. También revisaron 10 estudios sobre relaciones duraderas, que involucraron a parejas de mediana edad que llevaban casados al menos 10 años. Dos de los estudios incluyeron relaciones tanto breves como duraderas, en los que fue posible diferenciar entre las dos muestras.




Esta revisión dio como resultado que quienes decían experimentar un amor más romántico estaban más satisfechos tanto en las relaciones breves como en las duraderas. El amor análogo al compañerismo o a la amistad estaba relacionado sólo de manera moderada con la satisfacción en las relaciones de ambas duraciones. 

Y quienes declaraban sentir un amor más pasional en sus relaciones estaban más satisfechos con sus relaciones breves, en comparación con quienes lo experimentaban en las relaciones duraderas. Las personas que experimentaban la mayor satisfacción en sus relaciones también se sentían más felices y tenían una mayor autoestima. La sensación recíproca de tenerse el uno al otro en todos los aspectos ayuda a construir una buena relación, tal como afirma Acevedo, y facilita los sentimientos de amor romántico. 

Por otra parte, ella señala también que "los sentimientos de inseguridad están generalmente asociados con una satisfacción más baja, y en algunos casos pueden conducir a conflictos en la relación de pareja. Esto puede manifestarse en el amor obsesivo". 

El descubrimiento hecho en este macroanálisis de resultados puede cambiar las expectativas de las personas sobre lo que quieren buscar en una relación duradera. Según los autores, el amor parecido al compañerismo y a la amistad, el cual muchas parejas ven como el resultado natural final de la evolución de toda relación duradera exitosa, no es algo necesariamente consustancial a toda relación. "Las parejas deben seguir cultivando el amor con todas las tácticas", aconseja la investigadora. "Y las parejas cuyos miembros han estado juntos por mucho tiempo y desean recuperar ese toque romántico deben saber que es un objetivo posible de lograr, aunque se trata de algo que, como muchas de las cosas buenas de la vida, requiere energía y dedicación".

Scitech News

Los peces de Paulov. (¿Los orgasmos de los peces?)

Ya, ya sé que lo de Pavlov son los perros, no los peces, pero ya sabéis que esto de los titulares tiene su intríngulis. Un titular adecuado puede suscitar la curiosidad del lector y animarle a adentrarse entre los mares de verdanas 10, hipervínculos y demás cachivaches digitales hasta la última línea, y con este cambalache verbal espero haberla suscitado. Bueno, a lo que vamos.

No voy a extenderme para repetir que la Cienorgasmología logra predisponer a la mujer al orgasmo como la campana de Pavlov predisponía a los canes a segregar saliva predigestora incluso sin existir comida a la vista a base de asociar sonido con plato de carne, pero sí lo haré para señalar que la predisposición al orgasmo femenino no requiere tampoco de un entorno “sexual”, cuerpo masculino desnudo, pilila enhiesta o cualesquiera otro de los disparadores habituales de la excitación precursora del orgasmo. 


Una vez establecido el condicionamiento: toque cienorgasmológico = comienzo inminente de la lidia (es que eso de corrida queda muy soez ¿verdad?), cualquier toque que a un experto cienorgasmólogo se le ocurra puede dispararla. Y digo “cualquier” porque nunca habíamos hablado extensamente de la posibilidad de provocar un orgasmo de un minuto de duración únicamente acariciando uno o ambos pezones ¿verdad?. 

Pues ahora ya entenderéis mejor el título del post, sobre todo si os cuento el chiste: - ¿Cuál es el último pez? - El delfín (del-fin, por si no has caído aún) - ¿Y el más grande? - El pezón :-) :) :)




Como suele suceder habitualmente, lo descubrí por causualidad; era el típico día de vacaciones de verano en que ella acababa de quitarse la parte superior del bikini, aún húmedo después del baño, y se había puesto una de esas finas camisolas playeras tan seductoras. No os voy a seguir dando detalles porque esto no es un blog marrano, no vaya a ser que a alguno/a se le caliente la CPU y se nos pire a una web porno... “por no” tener otra cosa mejor que llevarse al coleto (¡Uy qué chiste más malooo!). 

El caso es que, con la sensibilidad a las respuestas de placer femeninas como premisa esencial, uno puede ir ajustando los toques, comprobando que funcionan, hasta que se obre el orgasmo. 

Puede parecer increíble, pero con el simple roce suave de las manos por encima de la ropa, podéis marcar un gol que ni Raúl en los buenos tiempos, aunque también, puestos a experimentar, podemos hacerle otro tanto de campeonato simplemente haciendo suaves círculos con la lengua alrededor de un pezoncillo desnudo. 

Pero ojo, no garantizo que logréis perforar limpiamente la portería contraria si antes no os habéis convertido en pichichis a base de entrenar la Cienorgasmología como campeones.


(1) Crónica de una muerte anunciada (del deseo sexual)

¿Pero muerte de qué? Mis amigos Cienorgásmicos y los que practiquen este completo arte sexual que mi amigo Jack Hammer ha desarrollado creo que entienden el título. Para los que no me hayan entendido, me refiero a viejos y asquerosos tópicos sobre el sexo que la Cienorgasmología manda al garete sin mucho esfuerzo. Empezando por eso de que las mujeres sólo “debemos” tener un orgasmo. 

Y digo “debemos” porque normalmente cuando el hombre no practicante de la Cienorgasmología ve a su mujercita llegar al climax, se conforma y se concentra en lo suyo, dándose prisa en cumplir su parte de llegar él también sin importarle mucho más si ella quiere seguir teniendo orgasmos. Y ojo, no es culpa de los hombres sólo, sino también de las mujeres, que estamos acostumbradas a pensar que es así…y es así. Creo que todas hemos oído alguna vez que somos multiorgásmicas pero, como no es tan fácil que nos hagan más de uno, lo consideraríamos más bien casualidad tener más mientras “él llega”.

Por eso no quiero obviar que es tan importante tener claro desde el principio que tanto una como otro que, no sólo es posible hacerle cien orgasmos a una mujer, sino que no es para nada difícil para el hombre si ambos miembros de la pareja tienen la predisposición adecuada, una mente abierta dispuesta a escuchar y experimentar cosas. De ahí hay que partir para empezar a practicar este arte, porque el que no tenga claro esto y no crea que es posible de verdad no lo conseguirá, como todo en esta vida. Hay que tener disposición para aprender, pero hay que esforzarse un poco.



En mi caso, como no se podía esperar de otra manera, mi predisposición a aprender era total, jajajaja. Eso sí es obvio, he creído siempre en la Cienorgasmología al 100%. Respecto a mi novio, que es el realmente importante, no ha sido difícil convencerle porque es muy activo en el tema sexual y se interesó mucho sobre todo cuando descubrió que lo soy tanto como él ;-). Hay que tener en cuenta que haremos 3 meses apenas dentro de una semana y parece que llevamos años, tenemos unas estadísticas semanales en esto del arte amatorio que superan con creces las de muchos casados… Eso supongo que es un dato también bastante importante. Y seguramente diréis que eso con el tiempo irá disminuyendo por diversas cuestiones de la vida, y yo os digo que mejor aprender ahora que somos jóvenes, así luego cuando estemos casados y tengamos hijos y menos tiempo lo disfrutaremos aún más. 

Es más, los lectores que piensen eso son bastante cortos de entendederas porque no se dan cuenta de que este arte puede dar un vuelco impresionante a su relación… como les pasó a algunas parejas amigas mías, casadas y sin casar, con y sin hijos... en fin, no insistiré en la creencia cada vez más fuerte que tengo de que la monotonía en el sexo se traduce en monotonía en el resto de la relación y por tanto, ahí puede haber tentación de poner cuernos, independientemente de la edad y de las circunstancias de la relación.



El segundo paso que yo he llevado a cabo con mi maravilloso novio ha sido leer los capítulos de Jack los dos juntos, entendiéndolo ambos, poco a poco, personalizando algunas cosas con ideas de cada cual. Hombre… tampoco hace falta ponerse a estudiar ¿eh? Pero la experiencia de pareja ha sido, es y será sumamente interesante porque nos divertimos mucho. La ventaja es que partimos de la base de que su postura favorita es muy parecida a Cienorgásana, así que casi como que empezamos por esa postura e introducimos algunos toques pélvicos… El mayor dilema que tenía yo era cómo debía colocarme porque Jack no habla mucho de la postura de la mujer, pero eso va según la comodidad de él creo yo, en mi caso me abro de piernas y las coloco hacia arriba, flexionadas por encima de sus brazos o estiradas encima de sus hombros, o sea, algo parecido a la foto de la izquierda del capítulo 0.



Aún no nos hemos introducido en el mundo del sexo anal, ni siquiera le hago mamaditas a menudo ni él me chupa “la almejilla” porque con esa postura y los toques pélvicos he sido capaz de aumentar considerablemente el número de orgasmos a los que estaba acostumbrada, he pasado de uno o dos como mucho a tener cinco o seis en el mismo tiempo en el que alcanzaba uno o dos. Pero la cuestión no es el número, como se ha insistido mucho en el blog, sino en la impresionante calidad e intensidad de los que tengo. Y no os digo nada de las consecuencias posteriores… muchas veces acabo totalmente amodorrada… debe ser a propósito de las betaendorfinas de las que Jack habla aquí.

Pero creo que no habla del tembleque de piernas ni de que de cintura para abajo se quedan todos los músculos relajados… sencillamente, IM-PRESIONANTE, que diría “Jezulin”.

En fin, aún nos queda mucha práctica para llegar a los 100 orgasmos/hora pero estamos en ello, no hay ninguna prisa, hay que coger el ritmo poco a poco, que me queda la zona genital caliente caliente. Y si estamos poco rato parece que el chichi hasta lo pide porque lubrico más y durante más tiempo….la cosa es que cada vez que introduce un toque pélvico nuevo la cosa mejora con creces.

Bueno, hasta aquí mi primera crónica cienorgasmológica para nuestros lectores, seguiremos informando ;-)



2ª Regla – El Refuerzo Negativo: Te quito lo que NO quieres

Las cuatro reglas son esenciales, pero esta es una de las que más amor verdadero hacia los demás demuestra porque implica cierto sacrificio personal, especialmente con los hijos; es obvio que necesitan de nuestra ayuda hasta que poco a poco van haciéndose independientes. Quitar a alguien lo que no quiere significa por lo tanto eliminarle los inconvenientes, las incomodidades, las cargas añadidas a los aprendizajes, para acelerarlos y hacerlos más gratificantes, cargando nosotros con ellos.



Os ofrezco un ejemplo ilustrador de esta 2ª Regla: vais a enseñar a vuestra mujer a esquiar. Lo lógico es que se caiga muchas veces al principio y no pueda levantarse, que sude tinta cargando con los esquís hasta el remonte, que se le escape una tabla ladera abajo, que se desespere... en estos casos, “quitar lo que no quiere” se traduciría en ayudarle a levantarse, cargar con sus esquíes, recogerle el perdido y llevárselo, ayudarle a ponérselo, ayudarle en el remonte, aflojarle las botas... porque lo que realmente interesa es que aprenda rápido, no que forje un espíritu de sacrificio de legionario; en parte por puro egoísmo porque cuanto antes aprenda, antes se puede tirar por las pistas más divertidas con nosotros; pero sobre todo porque disfrute al máximo con el menor fastidio. Hacer lo contrario es de idiotas, no querrá volver a ver la nieve ni en la televisión. ¿Vamos entendiendo?

Pues si me habéis seguido hasta aquí, comprenderéis otro de los fundamentos de la Cienorgasmología, porque ¿qué pretendemos al atrapar la mente de nuestra mujer? ¿multiplicar el número de orgasmos y su duración? Efectivamente, como entrenamiento para alcanzar la maestría cienorgasmológica, pero aún más allá; en esencia buscamos que el tiempo que dure el kiki sea más satisfactorio, con menos tiempo de preparación y menos reticencias a iniciarlo. 

Una vez la mujer consigue tener orgasmos múltiples de varios minutos de duración, ya no es necesario el esfuerzo de mantener la atención del principiante, todo fluye automáticamente porque la técnica ya ha sido aprehendida. Puedes vaciar tu mente y fluir como el agua, el esfuerzo ha merecido la pena.



En el tema que nos ocupa, quitarle lo que no quiere puede traducirse en variadas conductas, algunas tan obvias como:

  • No seas idiota como el torpe profe de esquí aficionado, ten toda la paciencia del mundo o no querrá volver a ir a esquiar contigo.
  • Mójate bien la cola con saliva y moja sus agujeritos si es necesario para evitar fricciones desagradables o dolorosas.
  • Ríete de los pedos vaginales que puedan suscitar una reacción de vergüenza, y coméntalo tranquilamente igual que comentas lo bien que te lo estás pasando. Aquí los diminutivos cochinota, peditos, etc., están aconsejados.
  • Alaba cualquier detalle de su cuerpo. Es una persona y puedes herir sus sentimientos, además probablemente seas tú bastante más imperfecto que ella, so Adonis.
  • Trata con naturalidad un resto de suciedad tras una incursión por la puerta de atrás. Si te da asco a ti, se lo contagiarás a ella y no querrá repetir la experiencia por vergüenza.
  • Aplica un toque apropiado si notas que se escapa su mente.
  • Sacrifica tus caprichos sexuales si no son de su agrado hasta que esté preparada.
  • Igualmente evita rarezas, no es necesario torturar a nadie para disfrutar al máximo.



  • Encárgate tú de la limpieza posterior de las partes nobles, de abrir o cerrar las ventanas, de encender o apagar la luz o la música... para que sea ella la que se quede relajada tras la sesión.
  • Evita fastidiarle el sueño, si eres torpe y ella durilla, puedes conseguir que se desvele para nada significativo y consecuentemente que no descanse lo suficiente. Por la mañana te odiará y sin que te des cuenta empezará a irse a dormir dos horas antes que tú con el camisón de siete cerrojos y los rulos puestos.
  • Alégrale un momento difícil con un rápido dedito. Así paras su mente limpiando su memoria operativa; después verá las cosas con otra perspectiva más clara y positiva.
  • Evita ser insistente, si no tiene ganas no es su culpa, sino tuya.
  • Prepara la calefacción en invierno, caliéntale su sitio de la cama o enciende el aire acondicionado en verano, para que no pase frío ni calor excesivos.
  • Métete en la cama en bolas, no hay nada más molesto que tener que cortar la excitación para quitarse el pijama.
  • Mantén tu aliento lo más agradable posible, usa hilo dental para evitar el mal olor de restos de alimentos que se pudren entre los dientes. Cepíllate la lengua a conciencia y usa colutorio.
  • Por supuesto dúchate a diario prestando especial atención a tus partes y usa desodorante en las axilas.
  • Nunca repitas ropa interior ni camisa y asegúrate de echarlos cada día al cesto de la ropa sucia.
  • Gástate un poco de dinero en unos calzoncillos algo favorecedores.
  • Déjate de excusas, puedes quitarte algunos pelos horrorosos de la nariz y la cara sin que por ello seas menos machote.



¿Alguna cosa más que quitar? Las féminas tenéis la palabra.



Cuélate por la puerta de atrás. Introducción al sexo anal (y 2)

FASE III

Ya estamos en el punto en que dejamos el capítulo anterior. ¿Listos? Pues vamos allá:

· En la cama, después de unos cuantos orgasmos −pero no suficientes para que esté satisfecha− pide a tu churri que se tumbe en la cama de costado, y tú túmbate detrás de forma que tu mano dominante quede libre (si eres diestro os acostáis sobre el lado izquierdo); es la postura idónea porque ella está totalmente relajada. Aplícate aceite de almendras de Mercadona (mira el análisis de los lubricantes sexuales aquí) por todo el invento y ponle a ella un poquito.

· Hazle unas cosquillitas con el dedo e introdúcelo con cuidado, haciendo pequeños círculos con el fin de relajárselo un poco. (Este paso puede omitirse y pasar al siguiente directamente)

· Cógete el aparato con una mano, coloca la punta −la punta es la punta, ansioso, un centímetro máximo− en el agujerito y hazle caricias suaves; como el glande es blandito, esto no le puede doler. Haz como que entras pero sin entrar, sólo asoma la puntita de la puntita. ¿No le molesta? Seguro que no. Refuerza con algún toque verbal como: “bien”, “mmm”, o cualquier otro toque para atrapar su mente. Aquí mentirle un poco suele funcionar, así que puedes susurrarle “te quiero”, jejeje; si lo haces de forma que sienta tu aliento en su nuca o su espalda, mejor. Puedes soltar alguna vez la mano y tocarle el clítoris o el chirri entero para mantener en lo posible algo de excitación.

· Si no le molesta y a ti no se te ha puesto floja como una lechuga pasada, aprovecha para seguir avanzando antes de que se te escape su mente. Mete despacito el glande −¡sólo he dicho el glande!− mientras con la mano (o los dedos si no eres un XL o XXL) sigues haciendo pequeños círculos con el glande que vayan relajando y estirando suavemente los músculos de sus esfínteres anales. Pon, como siempre, intención. ¿Bien? Siguiente paso.



· Sácala del todo, dedícate unos minutos (entre 2 y 5 normalmente) a comprobar que todo va bien, anímala y refuerza positivamente su actitud y paciencia con alguna que otra caricia y abrazo. Durante este periodo se relajará, se olvidará de cualquier molestia, pero sus esfínteres se habrán quedado más relajados que al principio.

· Cuando sientas −o si se lo preguntas te lo confirma− que ya está relajada, toca el segundo tramo. Si tus dimensiones son medias altas (16-17 cm) introduce gradual y lentamente el segundo cuarto de la cola (16/4 = 4cm.) Es una zona más dura, por lo que tendrás que tener mucho cuidado y continuar haciendo círculos con la mano a medida que vas penetrando.



· Ahora probablemente le duela, así que sal y vuelve a dejar unos minutos que se relaje mientras le haces carantoñas. Si no le duele, te recomiendo también que salgas, es mejor pecar por exceso de cuidado. Si notas que la lubricación flojea, aplica más aceite.

· Vuelve a entrar lentamente hasta el tercer tercio; ahora seguramente necesitarás poner la mano aproximadamente como se hace para señalar un Ok en buceo, para poder hacer los círculos relajantes con el cachirulo.

· Vuelve a salir. En la mayor parte de las ocasiones ya no es necesario salir, porque ya le apetece sentir su culete lleno de ti, pero si notas que necesita un descanso, salte otra vez despacito.

· Bueno, el resto ya lo sabes, podrás meterla hasta la empuñadura si lo has hecho bien... pero no te entusiasmes, lo más probable es que aún esté algo dolorida, así que olvídate de darle al asunto. Aprovecha que estás muy pegado a ella para abrazarla, charlar un poco, moverte muyyyy suavecito un centímetro arriba y abajo. ¡Y nada más por hoy! Mañana todo irá un poco mejor y pasado mucho mejor, así que tómatelo con calma, que el asunto lo merece. Imagina que es un entrenamiento de flexibilidad de su culo, de modo que sólo cuando esté preparado podrás usarlo para disfrutar y hacerla disfrutar.


Pues ya está. Si tienes suerte y lo haces suficientemente bien puedes acortar significativamente el proceso, incluso hacerle unos orgasmos anales el primer día; si no, tranquilo, que hay más días que longanizas.


Advertencia: Si le haces daño, en cualquier punto del proceso puedes aplicarle un masaje enérgico con la palma de la mano en el área perianal. Enérgico pero no rápido (estimulante), sino amplio, profundo y lento (relajante), porque se trata de relajar cualquier espasmo de alarma que se haya producido como reacción a la penetración.

Otra advertencia: No dejéis de leer este capítulo introductorio antes de meteros en puertas extrañas.



Todos los hombres no sois iguales…Traserete capítulo 2

Bueno, chicas, llegados a este punto os preguntaréis: “¿Más sobre felaciones?” Y yo os contesto que sí, que aún puedo aportaros más información sobre este tema; al fin y al cabo, como la Cienorgasmología, también podríamos nosotras hablar o debatir sobre “la ciencia, técnica y arte de hacer una felación a un hombre”. Tiene su gracia, seguro que muchas se lo toman a cachondeo, pero soy de esas personas que cuando se empeñan en algo, no sólo lo hago lo mejor posible, sino que mi afán de perfeccionismo me lleva a leer cuanto más mejor sobre el tema. Ya sabéis, como suele decirse, “la información es poder”, y cuanto más sepamos, está claro que mejor nos adaptaremos a las necesidades y gustos de cada cual. Luego adapto lo que leo a cada uno, claro está; es decir, LA COMUNICACIÓN en la pareja ES ESENCIAL porque no a todos les gusta lo mismo ni de la misma forma, y cada uno tiene su ritmo, como muy posiblemente sabréis.

Vale, acabo de destrozar un tópico, TODOS LOS HOMBRES NO SOIS IGUALES. Seguro que a ellos les encanta que lo reconozca ¿no? Pues resulta que ésa es la base para el triunfo, tratarles como si no fuesen iguales; cuánto más experimentes sobre su polla y sobre sus testículos, como en todo lo que el sexo se refiere, mejor, más disfruta, pero sobre todo puedes hacerte una idea de lo que le gusta más o menos. Al menos esa es mi experiencia al respecto,…y nunca me han corregido mi forma de hacer una mamada…

En este punto, me parece importantísimo resaltar que se tiene que evitar la felación si no conoces el estado de salud de tu pareja, o si tus encías son frágiles y sangran fácilmente ya que el contacto entre el esperma y tu sangre pueden contaminarte (SIDA, Hepatitis, etc.) En este caso, pide a tu pareja que se ponga un preservativo, ya que una felación puede practicarse con preservativo (pueden ser de colores o sabores); claro, se debe excluir el contacto con los dientes que podrían desgarrarlo. Tenía que haberlo dicho en mi post anterior, lo sé, pero tenía tantas cosas en mente que escribir que se me fue a un lado, lo siento. Generalmente soy un poco insistente con esto.


Lo primero que leí sobre la felación fue en mi Kamasutra ilustrado. En él, que denomina lingam al pene, se incluyen 8 acciones: toque con los labios, mordisquear los lados, presionar por fuera, presionar por dentro, besar, lamer, chupar y tragar. Y describe la felación de la siguiente manera:

“Sujetar el lingam del hombre con la mano y sujetarlo entre sus labios moviendo la boca sobre el lingam. Cubrir la punta del lingam con todos los dedos juntos, presionando sus lados con los labios y también con los dientes. Si le pide que siga adelante, éste presiona la punta del lingam con los labios cerrados, besándolo como si lo estuviera sacando. Cuando se le pide que continúe, mete el lingam más profundamente en su boca, lo aprieta con los labios y luego lo saca. Tomando el lingam con la mano, lo acaricia y juega con él, luego lo besa, ya erecto, como si fuera el labio inferior. Tras besarlo, lo toca con la lengua por todas partes, pasándola por la punta del lingam. Luego mete la mitad en la boca, besándolo y chupándolo. Por último, con el consentimiento del hombre, se mete todo el lingam dentro de la boca, presionando la punta, como si fuera a tragárselo”.

Y así lo hice la primera vez que quise hacerlo en serio. Esto es lo que yo considero “mi clásico”, es la base a partir de la cual yo he practicado el resto de mis lecturas al respecto; es el más fácil de hacer y, en mi experiencia, bastante rápido para ellos. Cierto es también que yo soy de las que, cuando hace una mamada, experimento los movimientos linguales y bucales que se me van ocurriendo sobre la marcha. Es decir, lo mezclo todo, y cuanto más mezclo, más disfrutamos ambos.


¿Y los penes circuncidados?

Ahora voy a referirme a los penes circuncidados, porque hay unas pequeñas diferencias, apenas perceptibles a veces. ¿Acaso no os interesan? Pues a mí me parece un tema interesante a abordar, porque, no sé si lo sabéis, pero hay algunos matices a la hora de hacer una felación porque en ellos el glande (la cabeza del pene) queda a sus anchas y descubierto cuando la piel del prepucio se retira. En estos penes la sensación provocada por los labios y la lengua es probablemente la mejor apreciada. Es conveniente besar la cabeza del pene, lamerla, poner los labios en forma de O, y hacer un masaje arriba y abajo. Los labios deben recorrer el tronco del pene, y es prudente preguntar (para ello hay que sacar el pene un momento de la boca) cómo es mejor la caricia. Habrá varones cuyos penes se solazarán mejor cargando las tintas en la parte superior, especialmente en la corona (parte donde se juntan el tronco y la cabeza), en tanto que otros serán más agradecidos con caricias que abarquen más espacio. La lengua, traviesa, debe juguetear por las zonas que el chico confiese preferentes. En cambio, los penes no circuncidados que quedan cubiertos por la piel del prepucio, incluso cuando están en erección, son algo menos sensibles, en el sentido de que el contacto de la lengua y labios con la piel del glande es indirecto porque se hace a través del prepucio. Probablemente habrá menos trabajo con la lengua, y más movimiento entrando y saliendo el pene de la boca, presionando fuerte los labios para frotar el glande con el prepucio.


¿Y los dientes?

Buena pregunta… Hay que vigilar qué hacemos con los dientes, pues pocos penes agradecen un mordisco fuera de tiempo. Otra cosa es un roce cariñoso, controlando la presión a la perfección. Cuidado con las prótesis correctoras de ortodoncia, pueden hacer bastante daño.
Es importante colocar la lengua sobre los dientes inferiores.
De esta forma se consigue, junto con el masaje de vaivén, mayor placer. Ahí está el secreto de los dientes, pero hay que pillarle el truquillo, hay que reconocerlo.


Decálogo para una felación perfecta (pequeños consejillos):

1Un caramelo en la boca con sabor intenso te ayudará si temes que el olor a pene te vaya a molestar. Conviene no usar caramelos de mentol o de eucalipto, pues pueden resultar un poco irritantes o producir una sensibilidad excesiva al frío, poco agradable para la mayor parte de los penes.

2. Hay que vigilar que el roce con la campanilla del paladar no excite una respuesta de espasmo que podría llevar a unas involuntarias náuseas. El subsiguiente cierre de la mandíbula podría provocar un mordisco del todo improcedente, o una reacción de vómito que, con toda probabilidad, rompería el hechizo del momento. En según qué morbosas ocasiones, una náusea puede ser muy excitante, pero no se tiene que llegar más allá.

3. Algunos hombres (es decir, muchos, o sea, todos) gustan de ser acariciados en sus testículos mientras les chupan el pene, lo que puede hacerse con las manos. Los hombres, contrariamente a las mujeres, gustan de introducir variaciones durante la fase en que están llegando al orgasmo. No pasa nada si, por unos momentos, sacas el pene de tu boca y dedicas los mejores afanes a los testículos. No los muerdas, pues son sumamente sensibles y responden con dolor supremo a cualquier presión desacertada.

4. Los testículos deben ser chupados con mimo, introduciéndolos y sacándolos de la boca, de uno en uno o los dos a la vez, depende de su tamaño.

5. Otra cosa que no hay que hacer, además de morder, es soplar por el pene. Aparte de que al varón le resulta desagradable, corres el riesgo de provocarle una herida por rasgadura (si se hincha) e incluso una infección.

6. Es importante prodigar gemidos, balbuceos y gorgoteos durante la faena. El varón, al escuchar tales murmullos, aumenta su excitación. Ni que decir tiene que la chica puede autoexcitarse al emitir los interesantes aullidos. Esta circunstancia puede prolongarse después del orgasmo masculino.

7. Mientras se efectúa la felación es importante que la mujer, en tanto pueda hacerlo, mire directamente a los ojos de su compañero. De esta forma podrá mejor sincronizar sus movimientos dependiendo de las sensaciones que reciba. Es aconsejable que la expresión del contacto visual transmita al varón la impresión de un goce supremo y del morbo más inconfesable que sea posible.

8. La punta de la lengua, en los momentos cercanos al espasmo del orgasmo, deberá centrar su trabajo en la zona del frenillo. Especialmente en los sujetos circuncidados, que tienen el glande mucho menos sensible.

9. Y para un plus de placer mutuo, dile a tu compañero de fatigas sexuales que si come mucho tomate, el semen sabrá mejor, pero en cambio sabrá fatal, se dice, si come muchos espárragos.


    Recibir el esperma en la boca, o tragarlo, es algo que depende solamente de ti. nadie puede obligarte. El varón no tiene más placer porque tú te tragues el semen. eso sí, en el caso de retirarte, puedes acabar suavemente con la mano lo que empezaste con la boca.




La mejor X no es la del porno.


Sin ánimo de ocultar el excelente post de Traserete que podéis seguir leyendo a continuación de este, reproduzco sin permiso expreso, aunque lo supongo encantado, el excelente artículo -le copio hasta el brillante título que viene al pelo de la temática de este Blog- del igualmente excelente analista Sebastian McCoy en
El Confidencial. Suscribo al cien por cien sus argumentos y aporto al final uno más de mi propia cosecha. Pero antes de manifestarme yo, la joya de McCoy:

"Hoy les voy a abrir mi corazón como probablemente no lo haya hecho nunca. Les voy a dejar entrar dentro de mis convicciones más íntimas. Les voy a acercar a mis coordenadas vitales más estructurales. Les voy a invitar, en la sala de estar de mi alma, a un café de intercambio de ideas en el que sólo les pongo tres condiciones de partida, aun sabiendo que lo que escribo a partir del final de este primer párrafo será motivo de rechazo para unos y adhesión para otros.

Primera, todo lo que aquí se recoge es fruto de una experiencia personal y, por ende, intrínsecamente subjetiva, y distinta de la que hayan podido vivir cualquiera de ustedes. Pero con la misma legitimidad. Ni mayor ni menor. Segunda, su exposición no pretende ni convencer ni refutar, sino simplemente dar argumentos desde la conciencia que se ha configurado en mí a lo largo de los años gracias a la primera premisa que les he señalado. De ahí el orden. Tercero y último, siempre he pensado que, ante los hechos de la vida, sean éstos excelsos o aberrantes, a servidor le corresponde dar una opinión pero no pronunciar un juicio que implique absolución y castigo. Ni civil ni moralmente. Para eso estarían la justicia humana y, quienes crean en ella, la divina. Por último, una coda adicional: la reflexión versa sobre una decisión de clave económica que le da cabida en este Valor Añadido. Sobre estos cuatro parámetros de partida, la pública confesión: McCoy pondrá X en la casilla de financiación a la Iglesia Católica y, sinceramente, cree que hoy es más necesario que nunca hacerlo. Déjenme que me explique. Trataré de ir de lo más genérico a lo específico. No me alargaré.

En primer lugar, y mal que nos pese, España es cristiana. El cristianismo está tan intrínsecamente arraigado en nuestra sociedad que pretender su erradicación o su equiparación al resto de las confesiones es un ejercicio de falsa progresía que está bien de cara a la galería pero que carece del menor fundamento histórico. La Historia de España, para bien y para mal, no se entiende en muchos de sus capítulos sin la clave de la fe. Buena parte de sus instituciones y de sus manifestaciones culturales encuentran en ella su génesis y justificación. Eso por no hablar del calendario de festividades, ejemplo palmario donde los haya. La fe ha dado a España momentos de esplendor y motivos de vergüenza pero estoy convencido de que, si hiciéramos balance, debemos mucho más a la fe católica que el esfuerzo que ella pide a día de hoy a los creyentes y a los que no lo son.

En segundo término, se trata de un ejercicio de coherencia personal. Porque, vamos a ver, esos mismos que despotrican de los obispos y de su afán diario por negar cualquier atisbo de progreso en la sociedad -afirmación sobre la que volveremos más adelante- son muchas veces los que hacen un uso arbitrario de los sacramentos (bautizos, bodas o comuniones, fundamentalmente) cuando les conviene o matarían por la Virgen del lugar que les es propio, que a Ella no se la toque nadie. Viva la Virgen del Rocío, la Blanca Paloma. Cuando se produce una utilización interesada de la fe o de cualquiera de sus manifestaciones, abuso sobre el que la Iglesia normalmente no se pronuncia, lo menos que pueden hacer los interfectos es colaborar económicamente a que tales actos y expresiones se sigan produciendo, digo yo. Por mera dignidad.

Pero es que, además, resulta curioso cómo con la Iglesia se ha instaurado un nuevo esquema de juicio que escapa a lo normal. La reflexión sobre su acción se centra más en lo que dice que en lo que hace, en sus manifestaciones públicas que en la labor abnegada de muchas personas que simplemente tratan de construir, con mayor o menor éxito, un mundo mejor. Ya lo señalaba Montilla en su apología independentista del sábado en El País: los conceptos Cáritas y pobres, se trata de sólo un ejemplo, están indisolublemente unidos. La cercanía a la labor diaria de esta institución desmonta mitos dogmáticos; acerca a mucha, demasiada, generosidad ejercida en las catacumbas del silencio y produce la satisfacción de ver que allá donde hay necesidad, está la Iglesia siempre sin mirar el carnet de identidad del necesitado, ni pedir contraprestación. No hay que olvidar que el ejemplo de Teresa de Calcuta descansaba sobre tres pilares: su fe, su tarea apostólica y la fidelidad a la Iglesia, siendo ésta última la característica de su Misión, no sé si conscientemente o no, más olvidada. No puede ser el rechazo a sus palabras lo que niegue el pan y la sal necesaria para la realización de su imprescindible labor.


Tercero y último, una afirmación bomba. Miren ustedes, yo creo sinceramente que la Iglesia es la institución más progresista que hay en el mundo actual. Quienes frecuenten este Valor Añadido sabrán que servidor asocia progreso a dos conceptos: avance y mejora. Pues bien, en la búsqueda de un uso responsable de la libertad individual y del bien social, la Iglesia está siendo mucho menos conservadora que aquellos que quieren deshumanizar la vida sobre la base de una existencia sin Dios, que, si no existiera, habría que inventarlo. Miren el suplemento Crónica de El Mundo de este fin de semana y hagan conmigo esta breve reflexión al hilo de lo publicado por Miguel Ángel Mellado en sus preguntas: en 1980 había 36 millones más de niños que de jubilados en Europa, ahora el déficit es de 6. Eso sí, se produce un aborto cada 30 segundos. Voz que clama en el desierto. Lo mismo se podría decir en términos de estabilidad familiar, respeto por los mayores, refuerzo de la autoridad de padres y maestros o ausencia de manipulación educativa. Todo es, por supuesto, discutido y discutible pero ojalá no tengamos que decir un día, cuánta razón tenía.

Hay un último apartado con el que termino, que seguro es una perogrullada, sí, pero de alcance. Con la Iglesia sé lo que financio y por qué lo financio. No rellenando la casilla a favor de la Iglesia Católica me expongo a la discrecionalidad del Gobierno, de cualquier gobierno, que no hará uso de mi cuota de generosidad teniendo en cuenta mis propios intereses sino mirando por aquellos a quienes conviene subvencionar, bien para que callen o para que griten más fuerte, tanto monta, monta tanto. Y eso, intelectualmente, resulta, en mi opinión, una renuncia absurda y una cesión demasiado generosa respecto a la prácticamente única parcela de decisión que, respecto al destino de nuestros tributos, podemos adoptar. Buena semana a todos."


Y ahora mi prometido argumento, repetido hasta la saciedad; fijaos que es pura objetividad: tomad un mapamundi y señalad los países en los que predomina el cristianismo. Allí abundan el bienestar, la libertad, el progreso, la igualdad de deberes, derechos y oportunidades, la cultura, la ciencia, la tecnología, la longevidad, la salud... Y ahora haced lo mismo en los países en los que el cristianismo o bien no existe o es muy minoritario: observaremos pobreza, desigualdad, ausencia de libertad y de progreso, enfermedad, corta esperanza de vida, incultura. ¿Casual o causal? Blanco y en botella. Por tantos, y por tanto, yo también voy a poner la X en la casilla de la Iglesia Católica en mi declaración de la renta.