Primera Regla: El Refuerzo Positivo 1 (Escuela de Padres)



Antiguamente se decía que para moverse por el mundo bastaba con conocer Las Cuatro Reglas: suma, resta, multiplicación y división. En aquellos tiempos una persona podía desenvolverse con ellas en su entorno personal y profesional casi sin límites. 


Ha llovido mucho desde entonces, hemos tenido que aprender complejas habilidades como programar un vídeo y manejar el teléfono móvil y el ordenador. Sin embargo, a poco que pensemos honestamente hay algún área en la que los seres humanos en general no podemos afirmar que hemos avanzado sino todo lo contrario. No hay más que ver cómo una panda de subhumanos han engañado a millones de españoles −se supone que miembros del club de los países desarrollados− con cuatro sonrisas y cuatro mentiras: no con la postverdad, sino con la postmentira. Ya advertía de los riesgos de la diabólica Hinteligencia Hemocional la premio Nobel Rita Levi-Montalcini cuando afirmaba: “Vivimos dominados por las emociones, impulsos de bajo nivel, como hace 50.000 años”.


El Síndrome de las Piernas Inquietas


Una de las cosas aparentemente más intrascendentes —que te den espasmos en las piernas— y que a todos nos ha ocurrido alguna vez en la vida, se convierte en una tortura cuando en lugar de ser una vez de Pascuas a Ramos, ocurre varias veces por minuto.

La experiencia es más o menos así: estás tumbado tan a gusto cuando de repente una sacudida involuntaria y completamente imprevista mueve tu pierna y tu pie, a veces hasta el muslo. 

La primera vez de la serie no pasa nada, te quedas pensando —Bueno, a ver si no me pasa más. Pero pocos segundos después vuelve otra sacudida. Y ya te empiezas a agobiar porque sabes que habrá una tercera, y una cuarta, y una quinta... Y el nerviosismo va en aumento entre cada sacudida, porque no sabes cuándo ni por qué vendrá el siguiente, como la maldita gotera nocturna que te enerva a la espera de la próxima gota, plic, ploc,... plic, plic,.... ploc... Esperando que no caiga... pero al final la maldita cae. Desesperante.

Y entonces te pones a buscar en Internet soluciones, pero nada de lo que lees te convence, porque da la impresión de que ya eres un enfermo crónico que tendrá que medicarse de por vida para evitar el maldito síndrome, y apoyándote en tus conocimientos te pones a hacer pruebas para eliminarlo. 

La sexualidad a los cincuenta años (1)


Los cincuenta años son una edad estupenda pero crítica. Además de que es ya casi totalmente descartable vivir otros tantos, la cantidad de experiencias vividas ya hace que cualquiera, nueva o no, nos seduzca menos que años atrás. Todo es menos excitante. Todo es más tenue, para mal y para bien, salvo la consciencia de la muerte, que lógicamente en estas edades a partir de los 40 está más presente, en algunas épocas demasiado y demasiado abrumadora y apesadumbradoramente, hasta que pillas la sintonía de Jesucristo y empiezas a surfear la vida sobre la ola que te va generando.

Si te has mantenido en buena forma hay que tener cuidado, porque (y esto lo he contrastado con amigos y famosos) estamos tan fuertes, rápidos, flexibles... como a los 25 ó 30 años, pero el cuerpo no tiene la misma capacidad de regeneración, por lo que es fácil lesionarse severamente, como ha sido mi caso, y sin expectativas ya de recuperación plena aunque casi casi, algo con lo que hay que cargar el resto de la vida con resignación cristiana, hasta que uno se acostumbra a los crujidos articulares y cosas así.

En cuanto a la práctica sexual —la cópula sexual que es posible sólo en el ámbito normosexual— después de los cincuenta años, también se producen cambios, pero no demasiado significativos, de los cuales voy a hablar a continuación para contribuir a tranquilizar a algún varón como yo y que esté en una circunstancia similar a la mía.

Hijos (e hijas) adolescentes maltratadores de sus padres



Con esta entrada voy a inaugurar una nueva sección llamada Escuela de Padres, en la que pretendo ayudar a los que lo necesiten en la medida de lo posible, basándome en la neurociencia, la ingeniería de procesos mentales y mi propia experiencia.

En los primeros seis meses del año 2020 he conocido a dos mujeres, una de cuarenta y tantos años y otra de pasados los cincuenta, madre la primera de una sola hija, y de dos varones y una chica la segunda, con unas historias vitales tan trágicas que casi parecen de película. Yo sólo había oído algo parecido en las noticias, como algo excepcional, también en el programa Hermano Mayor y otro similar del que ni recuerdo el nombre, pero nunca vi un capítulo, y encontrarme en tan poco tiempo con dos historias similares hizo que me dispusiera a analizar causas, procesos y consecuencias.

¿Qué buscas cuando buscas marido o mujer?





Es importante, de acuerdo, pero de ahí a que para un gran porcentaje de jóvenes —sí, mujeres también— de hoy la satisfacción sexual sea el principal requisito a la hora de continuar con un nuevo rollete, se supone que con el fantasioso objetivo de casarse y tener hijos escondido en algún rincón del cerebro, hay un océano.

En esta estúpida Era Emocional en que vivimos lo queremos todo para ayer, se nos ha atrofiado la paciencia a base de recibir inmediatamente todos los caprichos materiales o psicológicos que se nos han antojado, en la mayor parte de los casos sin merecerlos, simplemente porque yo lo valgo

¿Acaso corríamos y conducíamos coches cuando teníamos 6 meses de edad? ¿Nos habíamos graduado en una universidad con tres años? Visto desde la inmensa variedad de habilidades que poseemos en la actualidad, puede parecer que hace un siglo, pero la mayoría nos graduamos con poco más de veinte años, y se supone que un matrimonio dura toda la vida, o eso soñamos durante la enajenación mental transitoria de los primeros años (o meses, que los hay aún más primarios).

Maniobras orquestales en la oscuridad del lecho



En esta entrada voy a explicar un truco increíblemente útil para vencer las resistencias de tu mujer y poder finalmente convertirla en afortunada cienorgásmica. Es lo que llamo «el asalto nocturno» que, sumado al resto de técnicas que ya conoces o debieras conocer, ayuda mucho a conseguir el éxito. 

Dado que la Cienorgasmología es un arte, y un arte no sobre un lienzo u otro material, sino —como el ballet o la gimnasia olímpica— mucho más difícil de llevar a la perfección (no tanto para convertirla en cienorgásmica), porque se desarrolla sobre el propio cuerpo y el de la mujer, sobre los órganos de los sentidos, el aparato locomotor y el cerebro de ambos, y por lo tanto sin final por no decir infinito, exige buscar mil tretas para ayudarse a vencer las resistencias de una mujer cualquiera, pero especialmente alguna cuya experiencia en actividades íntimas ya tenga cierto recorrido, normalmente mujeres con tendencias muy estructuradas a lo largo de años de relación, entre ellas la resistencia a admitir que quien debe dirigir la batuta es el cienorgasmólogo y no ella.

Resistencias que existen porque en su anterior relación o hasta conocer la Cienorgasmología si es la misma, funcionaban de este erróneo e ineficiente modo que implica usarse mutuamente para satisfacerse, en lugar de dar satisfacción al otro recíprocamente. (Si no has entendido esta frase, no has entendido aún lo más importante de la vida. Consulta la sección El arte de amar en la columna de la derecha)


Un tipo de mujer difícil de manejar... ¡Ya cienorgásmica! III




¿Difícil de manejar? ¿Realmente?

Poco tiempo, realmente muy poco tiempo ha necesitado vuestro Jack Hammer para doblegar a la difícil mujer con la que practico ahora nuestra grata Cienorgasmología. Tanto que yo mismo estoy sorprendido, quizá porque estaba desarrollando una creencia dicotómica según la cual, si ya no estoy en el nivel de maestría de hace unos años, necesariamente estoy en un nivel mediocre o bajo. Y no tiene por qué ser así. De hecho, como os voy a ir contando, no es así. 


Sexo, orgasmos, y coronavirus covid 19

imagen de pixabay

¿Y si el sexo es un potente aliado para evitar el contagio por coronavirus? Así parecen demostrarlo un reciente estudio del Instituto Kinsey de Investigación en sexo, género y reproducción y una investigación de la Universidad de Essen, Alemania, que apuntan a que los orgasmos refuerzan tus defensas contra infecciones, bacterias y virus.
¿Cómo es esto posible? No es nada nuevo: la masturbación y el clímax generan en el organismo toda una avalancha de hormonas que, entre sus funciones, participan en el combate contra infecciones y enfermedades.

Un tipo de mujer difícil de manejar II



Como anticipé en la anterior entrada de esta serie, mi nueva novia (valga la redundancia, pues novia significa nueva) disfruta de unos de los orgasmos más espectaculares que me he encontrado en los más de 35 años de vida sexual activa entre más de cien mujeres, lo que supone un 1 ó 2%. Una verdadera privilegiada. Con razón me dijo un día «Yo he disfrutado mucho en la cama».

Pero no es absolutamente pasiva, sino que gota a gota me va soltando información sobre sus orgasmos, con cierta ingenuidad a pesar de que sabe que soy el Jack Hammer creador del método Cienorgasmología. Y normalmente mezcla esa ingenuidad con condescendencia, como perdonándome la vida, advirtiéndome de sus intensidades, de si tal o cual clímax ha sido una réplica (su palabra favorita para intentar rebajar mi autoestima sexual) o un orgasmazo en toda regla. O de que como se había corrido pocos minutos antes no estaba lo suficientemente excitada y su  nuevo orgasmo ha sido tenue, y cosas por el estilo. Con una sonrisita sospechosa de disimular un pensamiento del tipo: «Vale, está genial, pero tampoco es para tanto»

Un tipo de mujer difícil de manejar I



Mi ya larga experiencia como cienorgasmólogo se ha encontrado con un nuevo reto que para cualquier varón normal sería un muro de hormigón armado, como me ocurrió a mí en más de una ocasión cuando era más o menos normal en este asunto. En alguna ocasión me he encontrado con alguna mujer difícil de llevar al éxtasis, aunque los cienorgasmólogos, al estar hechos de otra pasta, transformamos las dificultades en desafíos.

Si la mujer me ha interesado lo suficiente nunca he rehuido el desafío, al contrario, las dificultades precisamente están ahí para que las superemos y alcancemos gracias a ello un nuevo nivel de excelencia. Pero si la mujer no me ha interesado, lo he dejado pasar.

En los últimos tiempos he conocido a una mujer difícil, pero de esas que enganchan a causa de sus varios encantos, tanto personales como físicos. Guapísima, con un cuerpo notable, divertida, culta, sensible... ¡Demasiado sensible!

¿Cómo "demasiado sensible"? ¿Cómo puede ser eso un problema? ¡Al contrario! ¿No?